¡°En Jap¨®n cruzamos la ¨²ltima frontera. Aprendimos a ganar¡±
El entrenador y el capit¨¢n de la selecci¨®n campeona del mundo en 2006 rememoran la conquista que puso en ¨®rbita al baloncesto espa?ol con una generaci¨®n ¨²nica
El 3 de septiembre de 2006 Espa?a toc¨® la Luna con su victoria m¨¢s alta: el oro mundial de baloncesto. La gloria estaba en Saitama (Jap¨®n) y la alcanz¨® un equipo legendario que ya ven¨ªa coqueteando con las medallas y que, desde entonces, ha estado presente en siete de los ochos podios posibles. Un grupo que cautiv¨® a los aficionados y les redescubri¨® un deporte que solo con la plata ol¨ªmpica de Los ?ngeles 1984 hab¨ªa generado una emoci¨®n colectiva semejante. Una generaci¨®n liderada por Pau Gasol que encumbr¨® la camarader¨ªa, protagoniz¨® un torneo impecable ¡ªcon pleno de victorias: 18 entre la preparaci¨®n y la competici¨®n¡ª y, como si de un guion cinematogr¨¢fico se tratara, fue sumando condicionantes emotivos hasta desembocar en el ¨¦xtasis final ante Grecia (70-47). Pepu Hern¨¢ndez y Carlos Jim¨¦nez, entrenador y capit¨¢n en aquella conquista, rememoran un t¨ªtulo para la eternidad.
Carlos Jim¨¦nez. La final fue la apoteosis. Nosotros llegamos sufriendo hasta el ¨²ltimo segundo con Argentina y ellos tras una victoria grandiosa ante Estados Unidos, pero les pudo la presi¨®n de enfrentarse a una Espa?a sin Pau. Nos sali¨® todo y a los pocos minutos est¨¢bamos 20 arriba. Fue abrumador. ?Les dejamos en 47 puntos!
Pepu Hern¨¢ndez. Hicimos una defensa perfecta, solidaria, con relevos, cambios¡ Nada m¨¢s acabar el partido Papaloukas vino al banquillo, me felicit¨® por la victoria y me dijo: ¡®no nos hab¨¦is dejado hacer nada, no sab¨ªamos por d¨®nde sal¨ªais¡¯. Triunf¨® la qu¨ªmica de un grupo muy especial compuesto por personas muy inteligentes. Fuimos todos a una.
C. J. Aparecimos en la vida de la gente. Fue el impulso definitivo a una secuencia que ven¨ªa de antes y que sigue. M¨¢s que lo que conseguimos es la forma en la que lo conseguimos. Esos valores son los que se premiaron luego con el Premio Pr¨ªncipe de Asturias. El mensaje que recibimos al llegar fue un inmenso ¡®gracias¡¯.
P. H. Transmitimos emociones ¨²nicas. El equipo cal¨® hondo en la gente. Les hicimos felices. Desde entonces, el baloncesto est¨¢ m¨¢s presente que nunca.
C. J. A aquel Mundial llegamos adem¨¢s de rebote. En el Europeo anterior est¨¢bamos pr¨¢cticamente fuera de la pelea por las medallas en cuartos contra Croacia y Fran V¨¢zquez nos rescat¨® con un partidazo. Luego ca¨ªmos contra Alemania en semifinales con la famosa canasta de Nowitzki y contra Francia en la lucha por el bronce. Despu¨¦s de aquello, sali¨® Mario [Pesquera], lleg¨® Pepu, fue la incorporaci¨®n definitiva de los j¨²niors de oro, y volvi¨® Pau, que falt¨® en Belgrado.
No ten¨ªamos la presi¨®n que hay ahora porque exist¨ªa una distancia geogr¨¢fica brutal¡± Pepu Hern¨¢ndez
P. H. El reto me hac¨ªa much¨ªsima ilusi¨®n. Nada m¨¢s comenzar a entrenar con ellos vi que hab¨ªa una gran base para hacer cosas. Ten¨ªa una ayuda enorme. Carlos llevaba 10 a?os escuchando mis chorradas, Felipe seis, Sergio [Rodr¨ªguez] a?o y medio. Si alguno dec¨ªa ¡®?qu¨¦ dice el barbas?¡¯, ya se encargaban ellos de traducirlo. Alguno me miraban como diciendo ¡®?y este t¨ªo de qu¨¦ va?¡¯ Se nota. A Jorge [Garbajosa] y a Juan Carlos [Navarro] se les pas¨® r¨¢pido, pero a Pau le dur¨® m¨¢s. En Hiroshima me qued¨¦ a solas con ¨¦l en un desayuno y ah¨ª me di cuenta de que ya hab¨ªamos superado esa barrera. Descubr¨ª que era un t¨ªo normal, humilde, alucinante.
C. J. Toda esa etapa empieza con tu primera charla, en C¨¢diz. All¨ª no se habl¨® ni de defensa ni de contraataque, solo de convivencia. Fue la clave de aquella nueva etapa. Nos marcaste dos premisas importantes que luego seguimos durante a?os. Se resum¨ªa en dos palabras: confianza y respeto.
P. H. Y la tuya, que era generosidad. Respeto, confianza y generosidad. Un d¨ªa me dijo alguien que juntando las dos primeras letras de cada una sale ¡®recoge¡¯.
C. J. La preparaci¨®n fue buen¨ªsima. Nueve partidos y nueve victorias. Llegamos al torneo de Singapur y empezamos a funcionar de forma espectacular. Acab¨¢bamos los partidos y nos mir¨¢bamos alucinados.
P. H. Ah¨ª ya estaba Marc. Lleg¨® durante la preparaci¨®n en San Fernando. Estaban Hern¨¢ndez Sonseca y Tr¨ªas como invitados, pero cuando se lesion¨® Fran V¨¢zquez me pareci¨® que, por cuestiones t¨¢cticas, necesit¨¢bamos otra cosa. Marc hab¨ªa tenido una temporada horrorosa¡ se lesion¨®, recay¨®, jug¨® poco, pero ya le hab¨ªa visto en categor¨ªas inferiores y me parec¨ªa que ten¨ªa much¨ªsimas cualidades. Le pregunt¨¦ a Pau ¡®?qu¨¦ hace tu hermano?¡¯, ¡®nada, ah¨ª est¨¢ tirado en el sof¨¢¡¯, me dijo. Le llamamos y se enganch¨® enseguida. Ven¨ªa pasado de peso y, mientras todos com¨ªan como bestias, a ¨¦l lo ten¨ªamos a lechuga. Lleg¨® con una energ¨ªa y una ilusi¨®n brutales. Mi ¨²nica preocupaci¨®n era que Pau y ¨¦l no se mataran en los entrenamientos. Ten¨ªan confianza y se cascaban bien. Me qued¨® la cosilla de no sacarle en semifinales. Todos los jugadores hab¨ªan jugado en todos los partidos menos Marc aquel d¨ªa con Argentina. Luego pens¨¦, ?si hubiera jugado cuatro minutos y son justo los que hubieran evitado que se lesionara Pau?
C. J. La primera fase arranc¨® en Hiroshima contra Nueva Zelanda [86-70]. Llegamos con los pies en el suelo porque todos los comienzos son dif¨ªciles. Sab¨ªamos que nos iban a dar hostias hasta en el carn¨¦ de identidad. No hab¨ªa muchas m¨¢s referencias porque no siguen est¨¢ndares. Te obligan a modificar las pautas de juego y a estar muy atento a las trampas que te puedan poner.
P. H. Despu¨¦s ganamos a Panam¨¢ por 44 [101-57]. En la fase de clasificaci¨®n te encuentras con partidos que ganas de 25 puntos y otros que se te complican y te obligan a un esfuerzo extra, pero hab¨ªa d¨ªas que no necesit¨¢bamos la parte t¨¢ctica porque lo resolv¨ªamos por pura intensidad. La gente respondi¨® de forma espectacular. Sal¨ªamos, defend¨ªamos y corr¨ªamos. ¡®El que nos pueda seguir que nos siga¡¯, dec¨ªamos. Derret¨ªamos a los rivales. En San Fernando hac¨ªamos los entrenamientos m¨¢s cortos de lo habitual, pero mucho m¨¢s intensos, ese era nuestro estilo, ir a por todas. Y los que sal¨ªan desde el banquillo sal¨ªan igual o m¨¢s enchufados. Defend¨ªamos como bestias. Todos se sent¨ªan importantes.
C. J. En el tercero contra Alemania hab¨ªa cuentas pendientes por lo de Belgrado un a?o antes. La canasta de Nowitzki nos hizo mucho da?o. No lo utilizamos a nivel global, pero cada uno lleva dentro sus historias e intenta que la cuenta de afrentas quede equilibrada. Ah¨ª vimos que respond¨ªamos ante rivales de nivel [92-71].
P. H. Sin embargo, Angola nos dio un toque de atenci¨®n [93-83]. Pero ten¨ªamos un vestuario autocr¨ªtico y con muchos l¨ªderes. Siempre hay que tener varios l¨ªderes. Fui a ver las semifinales y la final del Europeo de Suecia de 2003, y en aquel torneo Pau llev¨® en volandas al equipo. Era cuando Alfonso Reyes y Alberto Herreros ya jugaban menos. Pero Pau desapareci¨® en la final porque los lituanos le defendieron de maravilla y el equipo, al no encontrarle, se diluy¨®. Llegaron a la final por Pau pero no la ganaron por depender excesivamente de Pau.
C. J. Respondimos bien ganando a Jap¨®n por 49 en el ¨²ltimo partido del grupo [104-55] sabiendo que ser¨ªamos primeros y que Estados Unidos iba por el otro lado del cuadro. La prensa ya hac¨ªa porras de los cruces pero nosotros solo mir¨¢bamos a octavos. La final quedaba lej¨ªsimos.
P. H. Ganamos bien a Serbia [87-75] y luego lleg¨® Lituania en cuartos. El que met¨ªa todos los puntos que era Macijauskas se qued¨® a cero. Fue espectacular. Lo recuerdo con un grand¨ªsimo partido, quiz¨¢ el mejor antes de la final. Lo bordamos [89-67].
C. J. Tambi¨¦n hab¨ªa cuentas pendientes con los lituanos. Hay cosas que te gusta ir cerrando si la vida te da la oportunidad de hacerlas. La decepci¨®n de perder el oro en 2003 fue dura. Perd¨ªamos finales y hab¨ªa que seguir. Son peque?as batallas que hay que ir ganando para que cuando alg¨²n d¨ªa llegue la que piensas que es inalcanzable est¨¦s preparado. Superamos el dichoso cruce de cuartos y, a partir de ah¨ª, pasamos de la obligaci¨®n a la ilusi¨®n. La obligaci¨®n es muy pu?etera para competir, la propia y la del entorno. Ya se trataba de recoger lo que hab¨ªamos ido sembrando. Llegaba Argentina y lo afrontamos con muchas piedras menos en la mochila.
P. H. Era un equipo hipercompetitivo. La mejor generaci¨®n argentina de la historia en plenitud y madurez. Se pusieron por delante y empezamos a sufrir. Lo remontamos con un partido excelente de Sergio y tambi¨¦n de Rudy. El Chacho desatasc¨® todo, nos dio alegr¨ªa en un pim pam.
C. J. S¨ª, pero ?c¨®mo dejamos tirar a Nocioni! Tira solo (risas). Si hubiera metido aquel triple no estar¨ªamos aqu¨ª. Como el tiro de Nowitzki, pero al rev¨¦s. Quiz¨¢ todo lo que nos hab¨ªa ocurrido anteriormente era porque ese d¨ªa Nocioni iba a fallar ese tiro.
P. H. No se me olvidar¨¢ la cara de Rudy, que le defend¨ªa. Se la iba a jugar Gin¨®bili, pero le cerramos perfectamente. Y Rudy, que hace una ayuda brutal, se da cuenta en ese momento de que el bal¨®n iba a su hombre. Se lanz¨® a la esquina con la cara desencajada como diciendo ¡®hostias, he ayudado demasiado¡¯, falla Nocioni y al final el mismo sac¨® el rebote [75-74].
C. J. No hab¨ªamos tenido tiempo para valorar la lesi¨®n de Pau. Una vez que ganamos, s¨ª empezamos a sentir que nuestro compa?ero no iba a poder disfrutar de una final. Algo que se te presenta muy pocas veces en la vida. Eso nos ayud¨® a relativizar lo que ten¨ªamos que afrontar despu¨¦s. Nuestra atenci¨®n se volc¨® en Pau y en que ¨¦l pensara lo menos posible en lo que le hab¨ªa ocurrido. Llegamos al partido con la tensi¨®n justa. Ni un exceso de presi¨®n por lo que supon¨ªa ni un partido entregado porque nos faltara nuestro jugador m¨¢s determinante. Hubi¨¦ramos ganado con ¨¦l tambi¨¦n, pero su lesi¨®n acab¨® influyendo positivamente al grupo.
?ramos un vestuario autocr¨ªtico y con muchos l¨ªderes. Siempre hay que tener varios l¨ªderes¡± Carlos Jim¨¦nez
P. H. Lo que m¨¢s me llena de orgullo es todo lo que pas¨® entre la semifinal y la final. Fueron momentos buen¨ªsimos que luego se interrumpieron por la noticia de la muerte de mi padre, pero, ci?¨¦ndonos al equipo, fue inolvidable, muy emotivo. La lesi¨®n de Pau nos fortaleci¨® m¨¢s. Recuerdo la estampa al llegar al vestuario. Acabab¨¢is de ganar el pase a la final y s¨®lo hab¨ªa l¨¢grimas. Improvis¨¦ la t¨ªpica arenga de juntar las manos y dijimos lo de ¡®la final la ganamos por Pau¡¯. En ese instante me di cuenta de que la gente no estaba fastidiada porque se hubiera lesionado el que para todos era el mejor sino porque su amigo se iba a perder el partido m¨¢s divertido. Me pareci¨® la m¨¢xima fortaleza de un equipo. Los grandes recuerdos de aquel Mundial son de camarader¨ªa no de pista.
C. J. La convivencia nos hizo grandes. All¨ª aprendimos a ganar. Pasamos a otro estatus. Antes se hab¨ªan ganado cosas, pero no se hab¨ªa descubierto la f¨®rmula. Te convences de que puedes y sabes competir contra cualquiera. No hablamos de zonas, contraataques o sistemas sino de ¡®lo que hay que tener¡¯. Es un proceso. Yo pertenec¨ªa al grupo al que el cruce de cuartos nos marcaba el tope y superarlo en el Europeo del 99 fue romper una barrera psicol¨®gica, como lo fue ganar a Estados Unidos en Indian¨¢polis. En Jap¨®n cruzamos la ¨²ltima frontera.
P. H. Hay una energ¨ªa colectiva tremenda en ese grupo. Todos est¨¢n en disposici¨®n de decir ¡®me voy a matar por el equipo¡¯. Porque lo viven.
C. J. Tambi¨¦n es cierto que en Jap¨®n no ten¨ªamos la presi¨®n que hay ahora porque nunca hab¨ªamos alcanzado esas cotas y porque ten¨ªamos una distancia geogr¨¢fica brutal que ayudaba a normalizar el entorno, sin cantos de sirena. Fue la tranquilidad ideal para competir. Al a?o siguiente tuvimos la experiencia negativa de la obligaci¨®n en el Eurobasket de Espa?a. No supimos gestionarlo del todo bien y nos pudo en la final.
P. H.: Se aprende de todo y espero que en este Mundial no repitamos los errores que posiblemente cometimos en 2007. Es una oportunidad maravillosa para que esta generaci¨®n cierre una trayectoria hist¨®rica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.