Desencuentro entre Florentino P¨¦rez y Ancelotti

No hab¨ªa empezado la Liga y en el vestuario del Madrid los jugadores ya hac¨ªan lances jocosos mientras comentaban las ¨²ltimas noticias que les llegaban de los despachos y contemplaban el ir y venir de empleados sofocados.

¡ª ¡°?Ojo que Ancelotti no se come el turr¨®n!¡±.

La presi¨®n se palpaba en el ambiente. Se sent¨ªa en el revuelo y el boato que envolv¨ªa cada paso que daban Navas, Kroos y James dentro del club, como si los dem¨¢s futbolistas fuesen actores secundarios. La desconfianza de los veteranos respecto al poderoso respaldo de los reci¨¦n llegados crec¨ªa con los d¨ªas, especialmente en Di Mar¨ªa y Alonso. El entrenador, Carlo Ancelotti, daba muestras evidentes de que no le gustaba lo que se estaba formando a su alrededor. El t¨¦cnico comentaba que la directiva hac¨ªa demasiado ostensible su preferencia por unos futbolistas mientras parec¨ªa ignorar a otros que acababan de ganar una Champions.

Florentino P¨¦rez es hombre de ideas futbol¨ªsticas, pero solo las expresa en toda su dimensi¨®n cuando habla en su c¨ªrculo de m¨¢xima confianza, y ah¨ª, por norma, no ingresa el entrenador. En la temporada pasada, cuando el presidente del Madrid quer¨ªa trasladar una sugerencia a Ancelotti, lo hac¨ªa empleando ejecutivos y funcionarios de rango intermedio que acud¨ªan discretamente, depositaban su mensaje con mayor o menor disimulo, a veces como si fueran iniciativas propias, y luego se pon¨ªan en contacto con la m¨¢xima autoridad para informarle de la reacci¨®n que hab¨ªan observado en el receptor. As¨ª, semana a semana, inculcaron en Ancelotti la noci¨®n de que Florentino P¨¦rez, en nombre de los socios, hab¨ªa hecho un esfuerzo muy grande para que Illarra, Isco y Bale se convirtieran en referencias del madridismo. Hac¨ªa mucha ilusi¨®n verles en las alineaciones titulares y esto supon¨ªa el sacrificio de Khedira, Di Mar¨ªa, Alonso o Modric.

Como ocurri¨® entre 2003 y 2006, en la plantilla comienzan a generarse dos grupos

Ancelotti los puso a jugar unos cuantos partidos, a modo de exhibici¨®n. Contra el Galatasaray (4-1), el Villarreal (2-2), el Sevilla (7-3), el Almer¨ªa (5-0), o la Real (4-0), salieron Isco, Illarra y Bale de inicio, y las cosas, al menos en apariencia, resultaron perfectamente. A la directiva le encant¨®. Pero el t¨¦cnico vio indolencia en Isco e inmadurez en Illarra, y advirti¨® que, en situaciones de m¨¢xima exigencia, el equipo se partir¨ªa. Aleg¨® que en la plantilla hab¨ªa futbolistas de mucho mayor nivel que adem¨¢s evitaban que el equipo se desequilibrara t¨¢cticamente, y, a la hora de los duelos trascendentales, apost¨® por Khedira, Alonso, Modric y Di Mar¨ªa.

Comentaba un dirigente madridista este fin de semana que la obtenci¨®n de la D¨¦cima hizo pensar a mucha gente que Ancelotti ten¨ªa raz¨®n y que Florentino P¨¦rez hab¨ªa gastado demasiado dinero en futbolistas que, m¨¢s que ayudar al funcionamiento normal del conjunto, lo complicaba. Bajo este ¨¢ngulo, los 40 millones de Illarra, los 30 de Isco, y los m¨¢s de 90 de Bale parec¨ªan un dispendio. Esta impresi¨®n desagrad¨® profundamente al presidente que, en sus conversaciones con su gente de confianza, culpa del derroche a Ancelotti por no haber sabido administrar los recursos, y porque, al fin y al cabo, la Champions que conquist¨® carece de magia. No dej¨® un recuerdo imborrable por la belleza del juego ofrecido y precisamente ese fue el prop¨®sito al adquirir a Isco o Illarra.

La ida de la Supercopa de Espa?a provoc¨® el descontento de Florentino, seg¨²n testigos del palco, cuando vio que Ancelotti no daba la titularidad a James y conced¨ªa los ¨²ltimos minutos a Di Mar¨ªa. El presidente temi¨® que el italiano repitiera sus maniobras del a?o pasado: empezar poniendo a los nuevos para acabar apostando por los de siempre. Hasta los jugadores creyeron ver esa noche que desde la zona noble del estadio bajaban mensajeros con indicaciones terminantes para el t¨¦cnico. Di Mar¨ªa y Alonso, persuadidos, resolvieron dejar el club en los d¨ªas sucesivos. Modric renov¨®, pero aseguran sus compa?eros que no le gusta correr para Isco, en quien ve un privilegiado.

Como ocurri¨® entre 2003 y 2006, dentro de la plantilla del Madrid comienzan a generarse dos grupos que se miran de reojo. Por un lado, los futbolistas que promociona el presidente, con Bale, Kroos, James e Isco a la cabeza, y por otro los veteranos. ¡°Mi opini¨®n es muy clara pero si la digo ma?ana aparezco en las portadas de los peri¨®dicos¡±, declar¨® ayer Cristiano cuando le preguntaron por la pol¨ªtica de fichajes que ha seguido la instituci¨®n. ¡°Si yo fuera quien manda a lo mejor no lo har¨ªa as¨ª. Pero si el presidente piensa que lo mejor para el equipo fue contratar a estos jugadores y dejar salir a los que salieron tenemos que apoyar sus decisiones¡±. En la misma conferencia, el portugu¨¦s pidi¨® respeto para el entrenador: ¡°Ancelotti sabe lo que el equipo necesita y hay que dejarle trabajar tranquilo¡±.

El ¨¦xito de la temporada pasada no atenu¨® la discordancia entre el t¨¦cnico y sus superiores. Al entrenador le result¨® particularmente incomprensible el fichaje de James. Le pareci¨® otro Isco. Pero en San Sebasti¨¢n, en un esfuerzo por compatibilizarlos, los puso a ambos. Los puso a pesar de que cree m¨¢s en Khedira. Y Khedira, si nadie lo impide, ser¨¢ fundamental. Ancelotti ya se lo advirti¨® al club y en Anoeta, despu¨¦s del humillante 4-2, reserv¨® sus ¨²ltimas palabras para quien no le comprende: ¡°Esto no puede seguir as¨ª y no va a seguir as¨ª¡±.