El rey gana la etapa reina

Hab¨ªa unos chicos por delante, otros por el medio y otros por detr¨¢s. Lo habitual cuando la carretera se agarra como escarpias a la pared y no hay quien las arranque. Y hab¨ªa unos chicos por delante con intereses distintos (unos quer¨ªan invertir en la victoria, otros invertir en sus jefes, otros resistir, trece eran, trece, ?vaya n¨²mero!). Hab¨ªa otros chicos por el medio con el coraz¨®n partido: ganar a sus rivales para asaltar la banca o guardar sus ahorros para que no les asaltaran su caj¨®n). Y hab¨ªa otros por detr¨¢s que con llegar, con resistir, con aguantar, con sobrevivir ten¨ªan m¨¢s que suficiente.

Era la etapa reina, el pen¨²ltimo torneo (el ¨²ltimo ser¨¢ el s¨¢bado en Ancares) y la lanza deb¨ªa estar afilada, pero no gastada. Y en eso estaban, en esa calma tensa, o esa tensa quietud, transcurriendo entre tejos y abedules, entre encinas y quejigos, junto a matorrales de ar¨¢ndanos, cuando dos tipos sueltan una mano de cada bicicleta y se l¨ªan a mamporros en una pelea m¨®vil, taciturna, innoble y circense. Rovny y Brambilla eran los tipos duros, tan blandos que apenas aceptaron sus mutuas reprobaciones. Y eso que iban entre los 13 escapados (ten¨ªan que ser trece), ambos defendiendo a sus jefes por delante (Contador y Ur¨¢n, que sufr¨ªa y sufr¨ªa) pero sin desatender la posibilidad de una victoria de esas que dan lustre.

Y en eso anduvieron, ellos a mamporros y el resto a pedaladas, ellos, con su cuita y los grandes, a lo grande, haciendo los honores a la etapa reina. Y trat¨¢ndose de reinas manda el rey. Y el rey es Alberto Contador, con su humildad edulcorada y su pedalada fina y firme. Su car¨¢cter indomable, su calculadora en la cabeza y en las piernas. Ambas coincidieron cuando Froome, el guadiana de los se?ores del condado, decidi¨® izar su bandera. No fue ning¨²n misterio. Purito Rodr¨ªguez hab¨ªa mostrado sus flaquezas en el primer puerto de la carrera. Todo un s¨ªntoma. Se tom¨® un respiro y volvi¨® a la pasarela. Pero el s¨ªntoma estaba ah¨ª. Valverde parec¨ªa m¨¢s entero y asumiendo que era el d¨ªa y la hora de los valientes. Dos datos a tener en cuenta,. Pero sobre todo la actitud del Sky, dej¨¢ndose las piernas, los pulmones, la lengua y el aliento para endurecer la carrera, para dejar a Froome en las mejores condiciones para ganar la justa de La Farrapona.

Contador, sin mirar a ninguna parte, decidi¨® que el ¨²ltimo estribillo era el suyo

Y el brit¨¢nico cumpli¨® con su tropa. En las rampas duras decidi¨® tirar de pedal, y los caballeros Valverde, Purito y Aru desistieron del intento. Pero Contador levant¨® la lanza y se peg¨® a la rueda del brit¨¢nico. La subida era un homenaje al tango: mano a mano hemos quedado, Chris, debi¨® pensar Alberto, cuando ambos se vieron curveando por las alturas y sobre todo cuando dejaron de ver a sus otros rivales. Mano a mano hemos quedado, Alberto, debi¨® pensar Chris, que miraba al frente y abajo, como siempre, como escondiendo su mirada, como calculando el momento de que el tango se acabara y pudiera cantar solo y a capela. Pero Contador, sin mirar a ninguna parte, decidi¨® que el ¨²ltimo estribillo era el suyo. De pronto se elev¨® sobre la bicicleta, carg¨® varias pedaladas y se march¨®, haciendo honor al tango, "como juega el gato maula con el m¨ªsero rat¨®n". Froome pens¨® que seguir a Contador era un suicidio, y que eliminar a Valverde y Purito, una bendici¨®n.

As¨ª que, vale, muchacho, mano a mano hemos quedado, pero tu mano va muchos minutos por delante de la m¨ªa cuando solo queda una estaci¨®n para llegar al destino (Los Ancares, el s¨¢bado) y no parece que el l¨ªder tenga flaqueza alguna. Contador vall¨® su territorio. Coloc¨® todas sus banderas porque la etapa reina la deb¨ªa ganar el rey. Y el rey es ¨¦l. Aunque Froome mantiene su esp¨ªritu revolucionario. A fin de cuentas, la ¨²nica derrota es la que no se pelea.