Contador conquista los Ancares y el jubileo

Era etapa larga, tan larga que val¨ªa como los m¨¢s de 3.000 kil¨®metros de la Vuelta. Tanto ir de aqu¨ª para all¨¢ para acabar por un paraje tan desconocido como bello, mirando el segundero, el minutero, el porcentaje, las rampas, el asfalto de la carretera. Era una etapa de las que incomodan, de las que asustan, de las que lo mismo te motivan que te deprimen. Era una etapa para el todo o nada, una etapa para marcar la hora de los valientes y que el reloj no se quede sin pilas. Una etapa sin retorno, con las fuerzas justas, ni agotadas ni reservadas. Y sin embargo esa etapa que decid¨ªa la Vuelta tuvo el valor de los instantes.

El primero lo puso Purito Rodr¨ªguez, atacando a nueve kil¨®metros de meta, una heroicidad en los tiempos que corren. Y se fundi¨®, pero fundi¨® oro puro. Por valent¨ªa, por descaro, por ambici¨®n. El segundo, lo puso Froome, a cinco kil¨®metros, con su pedaleo brutal, con esas piernas juntas sobre la barra de la bicicleta y los codos abiertos como quien quiere abarcar el infinito. Era su momento de desbancar a Contador, y el madrile?o hizo una mueca de desagrado. Parec¨ªa que se quedaba, que ced¨ªa esos metros que en las subidas exigentes se antojan intratables. Pero aguant¨®.

Ah¨ª en ese kil¨®metro estaba el desenlace de la Vuelta. Atac¨® m¨¢s veces Froome, llev¨® su equipo la carrera exigiendo a uno por uno lo mejor de s¨ª, hasta que Froome se qued¨® solo ante el peligro. Y se la jug¨® en ese kil¨®metro, en su ataque brutal, en ese mordisco con el que no sabes si vas a pillar cacho o te vas a morder la lengua.

Y el tercero fue Contador, o sea el primero, es decir el definitivo. Contador le puso un chicle a la rueda del brit¨¢nico y solo una vez se despeg¨® de su tubular. Un momentito en la hora de los valientes. Luego, el jersey rojo del l¨ªder lo inund¨® todo. Froome buscaba donde no hab¨ªa (es decir en sus piernas, en sus pulmones, en su coraz¨®n) y lo que encontraba era el aliento caliente de Contador, el gran campe¨®n que solo flaque¨® un par de segundos.

Instantes para el recuerdo. Froome despleg¨® su ataque despu¨¦s de soltar el manillar para guardarse las gafas de sol en el bolsillo. Quer¨ªa verlo claro. Contador despleg¨® el suyo cuando vio que Froome miraba al infinito. ?l miraba al triunfo de una Vuelta que ya no se le escapar¨¢ (la contrarreloj de ma?ana domingo, 9,7 km, resulta intrascendente a estos efectos). Pero quer¨ªa la etapa, porque nobleza profesional obliga y quien puede ganar debe ganar, porque la caridad cura heridas pero no soluciona problemas.

Contador dispar¨® (como acostumbra) al cruzar la meta y se se?al¨® la rodilla como un homenaje a su pierna castigada

Y se fue Contador como una flecha cuando ya hab¨ªa concluido el tramo duro de la ascensi¨®n a Ancares. Se fue como quien tiene prisa por llegar, no vaya a ser que te cierren las puertas del ¨¦xito, no vaya a ser que te adormezca el olor de los pinos y un cielo blanquiazul de los que invitan a mirar. Y gan¨®, porque la mejor manera de ganar es ganando, porque el mejor honor al derrotado, cuando ha sido bravo y valiente, es ganarle con la gallard¨ªa del humilde. Pero, a Contador le sobr¨® un gesto. Cuando cruz¨® la meta, cuando ya era el rey, cuando ya era quien es y quien ha sido, dispar¨® (como acostumbra) y se se?al¨® la rodilla como un homenaje a su pierna castigada. Quien gana, lo hace con lo que tiene para bien y para mal. Toda la gallard¨ªa que manifest¨® ante los ca¨ªdos, doloridos, lesionados, sufridos, en el pelot¨®n, pero se meten su dolor en el maillot y llegan al final del camino. Primeros o ¨²ltimos.

Contador gan¨® una etapa larga, una etapa de m¨¢s de 3.000 kil¨®metros. Y la gan¨® sin flaquear, apenas unos atisbos de debilidad, muy peque?os. Y la gan¨® ante rivales de post¨ªn, ante el valiente Purito, el intr¨¦pido Valverde y el gallardo Froome. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir?

Un triunfo incontestable que debe ratificar este domingo sin sobresaltos en la contrarreloj de Santiago, un tr¨¢mite para la clasificaci¨®n general, una ¨²ltima posibilidad para los desatendidos de la carrera. Santiago puede ser un albergue para la otra clase social de la carrera. Sin el fielato de Tony Martin, retirado en Lagos de Covadonga, la penitencia puede ser un jubileo para muchos de los desheredados. Pero el jubileo final ser¨¢ para Contador, el que primero lleg¨® al final del camino se?alando su rodilla y disparando al mismo tiempo. Cosas del ciclismo.