Volantazo de Hamilton
S¨¦ptima victoria del brit¨¢nico, que aprovecha el fallo de Rosberg para recuperar el liderato
Por m¨¢s sentenciado a favor de Mercedes que parezca este Mundial de f¨®rmula 1, que a nadie se le pase por la cabeza que la escuder¨ªa de Stuttgart vive en un remanso de paz. Cuando no es Lewis Hamilton quien desear¨ªa entrar en el taller pegando bocinazos, es su compa?ero Nico Rosberg, a quien se lo llevan los demonios. Si la mayor¨ªa de las calamidades hasta ahora las acumulaba el brit¨¢nico, la crueldad del abandono que sufri¨® ayer el alem¨¢n probablemente valga por dos. Rosberg lleg¨® l¨ªder a Singapur y se fue de la ciudad de las mil luces con un globo de a¨²pa y la sensaci¨®n de haber tirado por el retrete parte del trabajo hecho hasta ahora. Al otro lado del garaje, Hamilton mont¨® una fiesta de las gordas para celebrar su s¨¦ptimo triunfo de la temporada, una victoria que adem¨¢s le devuelve la batuta del Mundial.
El segundo en cruzar la meta bajo las estrellas fue Sebastian Vettel, que soport¨® como pudo los arreones de Daniel Ricciardo, su compa?ero en Red Bull (el tercero), y de Fernando Alonso (cuarto).
Uno de los momentos m¨¢s tensos de cualquier fin de semana llega cuando los monoplazas asoman el morro para dirigirse hacia la parrilla de salida. Las prisas de los mec¨¢nicos, la mayor¨ªa de ellos cargados hasta las cejas con carritos de herramientas, pistolas de aire comprimido y dem¨¢s estramb¨®ticos aparatos, contrastan con el asombro de los invitados VIP, que alucinan con todo el tinglado montado. En Singapur, donde la purpurina es casi m¨¢s llamativa que en M¨®naco, todo aquel que estuviera en el Marina Bay levant¨® una ceja a falta de 15 minutos para el arranque de la carrera y dirigi¨® la vista hacia la caseta de Mercedes. All¨ª, entre un revoltijo de gente se encontraba el monoplaza de Rosberg, clavado y sin poder engranar una marcha. Un problema en el volante le hizo la vida imposible al chico de Wiesbaden, que se qued¨® pr¨¢cticamente sin poder meterle mano al coche: ni subir marchas ni bajarlas, ni modificar los mapas electr¨®nicos ni siquiera abrir el DRS. En esas condiciones, el Mercedes apenas puede con un Caterham.
El segundo en entrar en meta fue Vettel, al que sigui¨® Ricciardo. Alonso acab¨® cuarto
El problema de Rosberg le vino de perlas a su vecino, que no desperdici¨® el regalo y dio en la diana ¡ªpole, victoria y vuelta r¨¢pida para ¨¦l¡ª, y que con ello volvi¨® a poner el campeonato en un pu?o cuando s¨®lo faltan cinco citas para el final (la ¨²ltima en Abu Dabi, punt¨²a el doble).
Las calles de Singapur no dibujan el perfil m¨¢s id¨®neo para que Mercedes imponga su ley, aquella que se escribe a golpe de los pistonazos de su propulsor. El trazado y los neum¨¢ticos se encargaron de minimizar las diferencias que hay entre las flechas de plata y la competencia, un margen enorme en casi todos lados y que seguramente volver¨¢ a coger cuerpo en Suzuka, dentro de 15 d¨ªas. A pesar de ello, Hamilton sali¨® como un tiro y nadie pudo atarlo en corto hasta la salida del coche de seguridad (vuelta 31), que le pill¨® a trasmano y puso en riesgo el bot¨ªn. Mientras los dem¨¢s pod¨ªan llegar al final, ¨¦l se ve¨ªa forzado a volver a parar, circunstancia que le oblig¨® a pisar a fondo, lo que m¨¢s le gusta. A golpe de vuelta r¨¢pida, el piloto de Tewin le ara?¨® a Vettel 24 segundos en 15 vueltas, tiempo suficiente para visitar a su tropa y cambiar de gomas, salir y merendarse al tetracampe¨®n en un pisp¨¢s.
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