James, el viol¨ªn y el tambor
El Madrid paga como nadie por lo que le deslumbra de un futbolista sin importarle que luego su papel sea otro
Hay mucho de revolucionario en lo que pretende el Real Madrid. El club m¨¢s laureado y poderoso del mundo se aleja de los estigmas convencionales. Ya no se trata solo de sus estrellas orbitales, de sus inversiones r¨¦cord de cada verano. El asunto es m¨¢s complejo: el Madrid paga como nadie por lo que le deslumbra de un futbolista sin importarle que luego su papel sea otro, no exactamente el cometido por el que se le compr¨®. Ocurri¨® con ?zil, Isco, Bale y, ahora, con James.
El estupendo media punta colombiano que dej¨® huella en el Mundial de Brasil cost¨® unos 80 millones de euros por ser James; pero en este Madrid tiene que ser otra cosa, tiene otra funci¨®n y nadie sabe si se podr¨¢ amortizar el gasto con el otro James. El club ficha y luego que el t¨¦cnico y el futbolista se apa?en. Lo mismo da que se trate de un violinista al que luego las circunstancias obliguen a tocar el tambor. El reto es tan intrigante como apasionante.
Alguien quiso ver en el internacional cafetero a un relevo del saliente Di Mar¨ªa. Ese alguien no fue Carlo Ancelotti, desde luego. Pero el italiano, camale¨®nico como es, sabe que el dictado del club que le paga no est¨¢ en discusi¨®n y acepta como profesional rascarse el cerebro para que cuadre el mecano. Lo suyo es una encrucijada. Por el camino corre el riesgo de despe?arse en el proceso experimental y si triunfa no le colgar¨¢n medallas. El ¨¦xito ser¨¢ del buen ojo institucional y, si quedan migas, del propio futbolista.
James a¨²n no ha explotado todo su potencial y no duda en subrayar que el t¨¦cnico le hace correr de lo lindo
La situaci¨®n de James evoca la de Isco hace justo una temporada. El t¨¦cnico italiano ten¨ªa un gran futbolista para maniobrar muy cerca del ataque, pero tambi¨¦n estaba reci¨¦n llegado Bale y ya eran inamovibles Cristiano y Benzema. Equilibrar el departamento financiero ser¨ªa desequilibrar el deportivo. El precio obliga, pero alinear a todos juntos ser¨ªa desafiar la m¨ªnima l¨®gica que le queda al f¨²tbol. Con mano izquierda y amplias espaldas, Ancelotti gan¨® tiempo y mientras el debate giraba sobre Casillas y Diego L¨®pez, casi sin ruido se esfum¨® Isco y poco a poco Bale fue sumando cosido a la banda derecha, la que no quiere Cristiano. Di Mar¨ªa, que lleg¨® para ser extremo, se matricul¨® como interior, y Modric, al que tampoco afiliaron por ser un volante tap¨®n, lo mismo. El acierto de Ancelotti fue total. Las mutaciones del croata y el argentino resultaron capitales para el doblete del Madrid, al igual que la adaptaci¨®n de Bale, decisivo en la final de Copa y en la D¨¦cima. El valor de todos ellos no estaba en la causa que les hizo aterrizar en Chamart¨ªn, sino en lo que luego fueron capaces de ser. Quiz¨¢ porque entre los pocos que fueron captados para ser lo que son est¨¢ Ancelotti, un tipo que acaba por dar sentido com¨²n a lo que parece un sinsentido.
James vive ahora inmerso en el mismo tr¨¢nsito. A¨²n no ha explotado todo su potencial y no duda en subrayar que el t¨¦cnico le hace correr de lo lindo: "S¨¦ qu¨¦ es lo que quiere el m¨ªster y lo har¨¦ porque estoy feliz aqu¨ª". En ello est¨¢, en pleno cambio de traje. Por un lado, debe auxiliar a Kroos ¡ªun proyecto de Xabi Alonso sin que jam¨¢s haya sido medio centro defensivo¡ª sin que se esfume del todo el James que lleva dentro, el que tira de br¨²jula cerca de la porter¨ªa rival, el que ventila defensas y arma la pierna con velocidad y destreza. Por esas cualidades lleg¨® el desembolso del club, cuyo presidente, Florentino P¨¦rez, no olvidar¨¢ jam¨¢s que se cri¨® acostumbrado a recitar aquellas alineaciones que conclu¨ªan con cinco magn¨ªficos: Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas y Gento... Y no fueron pocas las historias que Di St¨¦fano le cont¨® sobre La M¨¢quina de River: Mu?oz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Entonces, las simetr¨ªas futbol¨ªsticas eran otras y no hab¨ªa mejor equilibrio que tocar la corneta con tantos ilustres. Hoy, para conseguir lo que llaman armon¨ªa, se precisan violinistas y tamborileros. Seg¨²n el reparto de la superproducci¨®n te puede tocar un papel u otro. O los dos al tiempo. Lo sabe James, que busca al otro James sin olvidar al aut¨¦ntico.
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