Federer quiere ser El Cid
Lesionado en la espalda, el suizo afronta desde ma?ana la final de la Copa Davis tras renunciar a la de Maestros y con solo un entrenamiento y medio
El cielo gris plomo de Lille descubre a Roger Federer rodeado de las sirenas de la polic¨ªa. La furgoneta de la selecci¨®n suiza, que se juega el t¨ªtulo de la Copa Davis contra la selecci¨®n francesa, serpentea por las calles del centro de la ciudad mientras el p¨²blico se agolpa en las aceras y va estrechando el recorrido. Cuando el campe¨®n de 17 grandes pisa los adoquines para entrar en el impresionante edificio de la C¨¢mara de Comercio, el llamado Palacio de la Bolsa, donde se celebra el sorteo de la final, hay dos cosas que quedan claras: que el p¨²blico franc¨¦s le adora por lo mismo por lo que le teme (su talento) y que la lesi¨®n que sufre en la espalda, y que le oblig¨® a renunciar a la final de la Copa de Maestros hace cinco d¨ªas, no le impedir¨¢, en principio, luchar por La Ensaladera, el ¨²nico gran t¨ªtulo que le falta junto con el oro ol¨ªmpico individual.
Los cruces
VIERNES. 14.00 J. W. Tsonga-S. Wawrinka. A continuaci¨®n. G. Monfils-R. Federer. S?BADO. J. Benneteau y R. Gasquet-M. Chiudinelli y M. Lahmer. 15.00. DOMINGO. 13.00. J. W. Tsonga-R. Federer. S. Wawrinka
As¨ª, si los seleccionadores no cambian sus elecciones, Jo Wilfried Tsonga abrir¨¢ la final el viernes (14.00) contra Stan Wawrinka, y a continuaci¨®n Gael Monfils comprobar¨¢ c¨®mo est¨¢n las costuras que sostienen precariamente la armadura del genio, contra el que tuvo dos puntos de partido en su ¨²ltimo encuentro (US Open). El s¨¢bado (15.00) Benneteau y Gasquet se cruzar¨¢n con Chiudinelli y Lahmer en el dobles. Finalmente, y si la final sigue viva para entonces, el domingo (13.00) Tsonga se medir¨ªa a Federer y Monfils a Wawrinka.
El fr¨ªo de Lille atenaza a los tenistas. Federer se entrena con camisetas t¨¦rmicas de manga larga, cubierto desde el ment¨®n y hasta las mu?ecas, intentando que los mordiscos de las bajas temperaturas no agraven los problemas de su espalda. En todo el tiempo que lleva en Francia, el suizo solo se ha entrenado una hora y media, repartida entre dos d¨ªas, y marcadas por la precauci¨®n a la hora de ejecutar el saque.
¡°Solo los partidos pueden darme todas las respuestas¡±, explica, misterioso. ¡°Estoy mejor. Todav¨ªa tengo 24 horas para mejorar. Es un alivio poder intentar jugar ma?ana¡±.
El viernes, Federer quiere ser como El Cid, porque sabe que su sombra es alargada y que a los franceses les puede pesar la b¨²squeda del d¨¦cimo t¨ªtulo, que les colocar¨ªa como el tercer equipo m¨¢s exitoso de la historia. Frente a un rival con una capacidad atl¨¦tica tit¨¢nica (Monfils), capaz de extender los peloteos hasta el l¨ªmite de la asfixia, el suizo pisar¨¢ la arcilla de Lille sin apenas haberse preparado para la transici¨®n del cemento al albero, con el cuerpo herido y la confianza tocada: buscando que su leyenda haga la parte que probablemente no pueda hacer su raqueta.
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