?Messi o Cristiano? Federer
El deporte, sobremanera el f¨²tbol, eterniza las discusiones, que llenan horas de tertulias, ondas, papel y barras de bar
?Es mejor Messi o Cristiano, Cristiano o Messi? El deporte, sobremanera el f¨²tbol, eterniza las discusiones, que llenan horas de tertulias, ondas, papel y barras de bar. La b¨²squeda permanente del mejor, como si fuera el elixir de la inmortalidad. En el caso del f¨²tbol, tan pasional, no hay soluci¨®n. Cada gol, cada r¨¦cord, cada gesta, cada premio, cada declaraci¨®n ¡ªde Xabi Alonso, o el que sea¡ª anuda y anuda el debate. Unos se aferran al c¨®mputo general, otros al promedio. Tambi¨¦n circulan los eg¨®metros y hasta algunos, como Neuer, abren la guerra de los calzoncillos. Tiran los colores, ahora y antes, y ni tan siquiera hay concilio sobre Pel¨¦, Di St¨¦fano o Maradona, si Cruyff y Zidane son de la misma escala o qu¨¦ categor¨ªa corresponde a Puskas, Garrincha, Beckenbauer, Platini y Van Basten. La evidencia es que uno y otro, Messi y Cristiano, se engrandecen mutuamente. En realidad, de no ser contempor¨¢neos su dimensi¨®n ser¨ªa otra. Algo as¨ª como Larry Bird y Magic Johnson, Ayrton Senna y Alain Prost, Chris Evert y Martina Navratilova, Karpov y Kasparov¡
En el caso del f¨²tbol, la rivalidad de estos dos ilustres est¨¢ por encima de todo. No parece importar tanto qui¨¦n era y qu¨¦ supuso el inolvidable Zarra, como que sea el argentino quien se anticipe al portugu¨¦s en batir el registro. Lo mismo sirve con Ra¨²l y su marca en la Champions. Se escrutan los goles consecutivos, con la derecha, la izquierda, la cabeza, el flequillo, la mano o con un rebote de Pepe o cualquier otro. Los estad¨ªsticos trabajan a destajo, pero no hay forma. No hay ni habr¨¢ nada que hacer para que se llegue a la anuencia general. La controversia sobrevivir¨¢ a uno y otro y las mesas redondas no tendr¨¢n fin. Es el mejor sustento posible para cualquier deporte, cuando el "yo" de uno se refuerza por la pujanza del otro. En la historia del f¨²tbol no ser¨ªa posible encontrar una rivalidad semejante. Pel¨¦ y Di St¨¦fano no se midieron, pese a ser coet¨¢neos unos a?os. Sus mundos, por planetarios que ellos fueran, no se cruzaron.
Federer, como aquellos, traspasa fronteras, no hay banderas que distorsionen su figura.
Mientras de generaci¨®n en generaci¨®n se seguir¨¢ deshojando a Messi y CR, la ¨²nica certidumbre, en estos d¨ªas, es que si hay un grande entre los m¨¢s grandes ese es Roger Federer. No solo porque le avalen los t¨ªtulos, sino porque tiene el reconocimiento universal, el de los seguidores propios y el de los rivales, el de sus adversarios en la pista y el de todos sus predecesores en el olimpo del tenis. Costar¨ªa encontrar una animadversi¨®n incluso en la Espa?a de Rafa Nadal o la Serbia de Novak Djokovic. Hasta L¡¯?quipe homenajeaba ayer en su portada al suizo que le acaba de arrebatar la final de la Copa Davis a Francia. La unanimidad sobre el se?orial egregio suizo solo es comparable a la conquistada por mitos como Muhammad Ali, Jack Nicklaus, Eddy Merckx, Michael Jordan y pocos, muy pocos m¨¢s.
Federer, como aquellos, traspasa fronteras, no hay banderas que distorsionen su figura. Es patrimonio de todos. Hay elegidos y hay un Federer. En este tenista no solo hay un talento descomunal. Hay mucho que le humaniza. Sus gemelas, sus l¨¢grimas, hasta su amago de barriguita. Ni un mal gesto, ni una mala palabra. Ni el lenguaraz McEnroe ni el esquimal Borg. Antes de que falle la memoria hist¨®rica, conviene recordar que al otro lado de la red han estado y est¨¢n dos tenistas sobrenaturales como Nadal y Djokovic. Suele ser habitual que las celebridades solapen a otros genios y con el paso del tiempo llega la cantinela de que tal o cual no tuvo rivales. Como si Gary Player, Arnold Palmer o Tom Watson hubieran sido cualquiera ante Nicklaus, u Oca?a, Gimondi y Thevenet ante Merckx, sin olvidar a Karl Malone y Pat Ewing, v¨ªctimas favoritas de Jordan.
Como es posible que la pelotera entre los partidarios de Messi y los de Cristiano no tenga fin, como el f¨²tbol en s¨ª mismo, en el tenis quien m¨¢s quien menos agit¨® el domingo la bandera suiza. Y no por neutralidad, sino porque Federer es de todos. Una leyenda en activo, alguien capaz de levantar pasiones nunca enfrentadas.
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