La polic¨ªa y el f¨²tbol, en fuera de juego
La muerte de un ultra del Deportivo tras una batalla con radicales del Atl¨¦tico cuestiona los protocolos de seguridad Es urgente que los clubes apliquen sin titubeos la tolerancia cero con los violentos
La ultratolerancia con los radicales que encuentran impunidad en el f¨²tbol se cobr¨® ayer otra v¨ªctima. Esta vez, Francisco Javier Romero Taboada, un ultra del Deportivo de 43 a?os, que falleci¨® en Madrid despu¨¦s de ser apalizado y lanzado al r¨ªo Manzanares tras una batalla salvaje entre facciones extremistas del Atl¨¦tico y el equipo gallego, con infiltrados de otros ultras como los Bukaneros del Rayo Vallecano. La brutal refriega, con m¨¢s aristas pol¨ªticas que futboleras, seg¨²n la polic¨ªa, se inici¨® en los aleda?os del Calder¨®n sobre las nueve de la ma?ana con unos 200 implicados.
No parece casual que la barbarie urbana comenzara a primera hora de la ma?ana. El partido Atl¨¦tico-Deportivo del mediod¨ªa no fue catalogado de ¡°alto riesgo¡± por la Comisi¨®n Nacional Antiviolencia que presiden a turnos Educaci¨®n e Interior. Si no hay mayor peligro, el dispositivo policial, de unos 150 efectivos, no se despliega hasta dos horas antes, con lo que en el momento de iniciarse el tremendo zafarrancho no hab¨ªa seguridad. Seg¨²n distintas fuentes, los Riazor Blues, de extrema izquierda, y el Frente Atl¨¦tico, de extrema derecha, se retaron por las redes sociales, aspecto crucial que pas¨® desapercibido para la polic¨ªa, pese a contar con especialistas en estos grupos. No es la primera vez, ni mucho menos, que en funci¨®n del credo pol¨ªtico se unen los regimientos de unos contra otros y estalla la atrocidad.
Los extremistas, incluidos los de otros equipos, se retaron por las redes sociales
Los hechos evidenciaron una cadena de fallos en el protocolo de seguridad, as¨ª que todos los responsables despejaron las culpas. De entrada, la Comisi¨®n Antiviolencia se escud¨® en que la polic¨ªa no le inform¨® del traslado a Madrid de los Riazor Blues, por lo que no concedi¨® al partido la etiqueta de alto riesgo, que suele movilizar a m¨¢s de un millar de agentes. La propia delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, puntualiz¨®: ¡°Seg¨²n la jefatura superior de polic¨ªa de Galicia no estaba prevista la llegada a Madrid de estos ultras¡±. Nadie fue capaz de aclarar d¨®nde compraron las entradas y c¨®mo pudo pasar desapercibida una caravana con un centenar de radicales deportivistas rumbo a Madrid, partieran de A Coru?a o de Lugo.
La intervenci¨®n policial se demor¨® unos 20 minutos y a duras penas se lograron sofocar los grav¨ªsimos altercados, cerrados con una docena de heridos y una veintena de arrestos. La situaci¨®n de Francisco Javier Romero Taboada ya era cr¨ªtica, pero nada impidi¨® que el partido se jugara a la hora prevista. Algunos expertos policiales consultados defendieron que es lo m¨¢s conveniente en estos casos, porque permite mayor control en los aleda?os y organizar con tiempo la evacuaci¨®n.
Seg¨²n el reglamento, la potestad de suspender un partido corresponde al ¨¢rbitro, salvo que haya graves incidentes dentro del estadio, en cuyo caso pueden decretarlo los cuerpos de seguridad. El ¨¢rbitro requiere el visto bueno de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol (RFEF). En un sainete m¨¢s, la Liga (LFP) y la RFEF, que no congenian desde hace tiempo, se pasaron la pelota. La LFP se apresur¨® a difundir que su intenci¨®n era suspender, pero que no se localiz¨® a nadie de la RFEF. El ente federativo aclar¨® despu¨¦s, a trav¨¦s de su secretario general, Jorge P¨¦rez, que el presidente del Comit¨¦ de ?rbitros, Victoriano S¨¢nchez Arminio, recibi¨® una llamada ¡°once minutos antes de comenzar el encuentro¡±. ¡°Ya era tarde para suspender y pod¨ªa provocarse un problema de orden p¨²blico¡±, subray¨® Jorge P¨¦rez.
Nada impidi¨® que el partido del Calder¨®n se disputara a la hora prevista
Iniciado el encuentro, un sector de la hinchada colchonera abuche¨® a los radicales del Frente Atl¨¦tico. En diciembre de 1998, Ricardo Guerra, miembro del grupo, fue condenado a 17 a?os de c¨¢rcel por el asesinato de Aitor Zabaleta, seguidor de la Real. Es habitual que durante los partidos estos ultras proclamen su apolog¨ªa de la violencia con gritos contra el propio Zabaleta, Juanito, el fallecido exjugador del Madrid, o muchos otros. ¡°Yo no soy qui¨¦n para disolver el Frente¡±, sostuvo ayer el consejero delegado del Atl¨¦tico, Miguel ?ngel Gil Mar¨ªn. ¡°Ni dinero, ni entradas. No les facilitamos nada y este a?o quitamos el abono a otros 46¡±, enfatiz¨®.
El presidente, Enrique Cerezo, conden¨® ¡°los hechos ocurridos a 500 metros del estadio, un suceso que nada tiene que ver con el Atl¨¦tico y el D¨¦por¡±. El f¨²tbol va tan a la suya que ayer ni siquiera fue un¨¢nime el minuto de silencio, respetado en algunos encuentros, ignorado en otros.
Consumada la tragedia urge que todas las partes implicadas asuman sin ambig¨¹edades su responsabilidad para saber qu¨¦ ha fallado y reforzar los protocolos. Conviene que se expliquen sin demora las distintas polic¨ªas responsables, la Delegaci¨®n de Gobierno, los representantes de la Comisi¨®n Antiviolencia, los clubes, su patronal y la federaci¨®n. Hace mucho que el f¨²tbol quiso mirar para otro lado ante la met¨¢stasis de los ultras. Lo frecuente, salvo en los casos de Joan Laporta y, recientemente, Florentino P¨¦rez, ha sido la connivencia y la transigencia. Basta con ver el idilio sin pudor entre algunos ultras, t¨¦cnicos y jugadores. A nadie se escuch¨® ayer su firme voluntad de decir: ¡°Ni un ultra m¨¢s en mi estadio¡±. Su violenta semilla no tiene un germen futbol¨ªstico. Pero es en el f¨²tbol donde han encontrado amparo y consentimiento. Simeone apunt¨® que es un ¡°problema social¡±. Lo que no puede ocultar es que es el f¨²tbol quien no puede darles cobijo nunca jam¨¢s. No hay causa que merezca su apoyo.
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