Kubala y un pasillo del Espanyol al Bar?a
La derrota en la final de la Copa de Europa de 1961 marc¨® el fin de Kubala como jugador del Bar?a. Ten¨ªa 34 a?os, pero hab¨ªa abusado de su f¨ªsico y se le notaban m¨¢s los a?os
Kubala hab¨ªa sido bandera del Barcelona desde 1951. Lleg¨® como un redentor del f¨²tbol espa?ol. Rubio, bello, anticomunista, fugado del otro lado del Tel¨®n de Acero. El R¨¦gimen lo utiliz¨® como propaganda. Jug¨® sin el tr¨¢nsfer FIFA hasta el verano de 1954. Protagoniz¨® una pel¨ªcula, Los Ases buscan la Paz, de propaganda anticomunista. El Bar?a fue, en el arranque de los cincuenta, el mejor equipo de Espa?a y Kubala llenaba todos los campos. Les Corts, el viejo estadio del Bar?a, reventaba cada 15 d¨ªas. Se emprendi¨® entonces la construcci¨®n del Camp Nou, que se estrenar¨ªa en 1957. Se ha dicho siempre que la necesidad del nuevo campo la cre¨® Kubala.
Empez¨® a ser cuestionado por Helenio Herrera, a finales de la d¨¦cada. Le ve¨ªa mayor y lento, s¨®lo le pon¨ªa en casa. Parte del p¨²blico barcelon¨¦s la tom¨® con Luis Su¨¢rez. El Camp Nou se dividi¨® entre kubalistas y suaristas. Curioso, porque el que dejaba sin sitio fuera a Kubala era Eulogio Mart¨ªnez. Su¨¢rez era titular en casa y fuera. Pero los kubalistas consideraban que Su¨¢rez era el preferido de HH y la tomaron con ¨¦l.
La derrota en la final de la Copa de Europa de 1961 marc¨® el fin de Kubala como jugador del Bar?a. Ten¨ªa 34 a?os, dos menos que Di St¨¦fano y Puskas, que segu¨ªan jugando en el Madrid, pero hab¨ªa abusado de su f¨ªsico y se le notaban m¨¢s los a?os. De ah¨ª que pasara primero a director de la escuela de futbolistas del club y luego a entrenador. Lo fue durante la segunda mitad de la 61-62 y la primera de la 62-63, hasta que el presidente Llaudet le ech¨®, con dolor de su coraz¨®n.
Kubala era entonces como esos toreros retirados que piensan que les ha quedado algo por decir. Ya se hab¨ªa ofrecido a Llaudet para ser entrenador-jugador, cosa que el presidente hab¨ªa rechazado. Cuando se vio en la calle se sinti¨® mal, despechado.
Y el 3 de septiembre de 1963 acept¨® una oferta para jugar en el Espanyol. Una bomba. El Espanyol hab¨ªa manejado alg¨²n tiempo atr¨¢s la posibilidad de comprarle al Bar?a el viejo Les Corts, todav¨ªa no derruido, y hasta habl¨® de meter en esa operaci¨®n la incorporaci¨®n de Kubala. Pero se hab¨ªa considerado una fantas¨ªa en sus dos t¨¦rminos. Se sab¨ªa tambi¨¦n en los c¨ªrculos pr¨®ximos a Kubala que ¨¦ste se estaba mirando en el espejo de Di St¨¦fano y Puskas y que querr¨ªa volver. Pero ten¨ªa otras ofertas y a ning¨²n barcelonista le parec¨ªa concebible que se le ocurriera escoger al Espanyol.
Y, sin embargo, lo hizo y eso provoc¨® un revuelo en la prensa y en la calle descomunales. Entre los que le apoyaron estuvieron Federico Gallo, de Radio Nacional, y Juan Jos¨¦ Castillo, redactor jefe de La Prensa (Gallo llegar¨ªa a ser Gobernador Civil de Albacete y presentador de TVE con Esta es su vida, y Castillo, director de El Mundo Deportivo). Por el contrario, fue muy duro con ¨¦l Carlos Pardo, la gran firma entonces de El Mundo Deportivo (y corresponsal en Espa?a de L'Equipe), que lleg¨® a calificarle como "un judas que se ha vendido por un plato de lentejas". Tambi¨¦n se mostr¨® muy contrariado Ib¨¢?ez Escofet, firma importante de El Correo Catal¨¢n, que acababa de editar el libro Kubala, un catal¨¢n nacido en Budapest. En la portada aparec¨ªa Kubala, con barretina, junto a su hijo. Aunque de forma menos expl¨ªcita, ya se relacionaba Barcelona con catalanidad y Espanyol (entonces Espa?ol) con espa?ol¨ªa.
El arranque no fue malo en lo personal: marc¨® en los dos primeros partidos, un 4-4 en casa, ante el Levante, y una derrota, 2-1, en Mestalla. Los pericos estaban en principio felices con la presencia del gran Kubala en sus filas, con el sofoco que les hab¨ªan dado a los cul¨¦s y con el empaque que a su club le daba su presencia. Pero el equipo no iba bien. Con Kubala hab¨ªan llegado otros veteranos, no hab¨ªa nervio ni velocidad. Y Vila Reyes, vicepresidente (luego ser¨ªa presidente) y hombre fuerte de la casa, decide, tras una reuni¨®n en el Hotel Sol con los m¨¢s notables periodistas pericos del momento, hacer de Kubala el eje del proyecto. Caen el secretario t¨¦cnico, Scopelli y el entrenador, Areso, y se le da el mando a Kubala, aunque compartido con Argil¨¦s, el gran veterano de la plantilla. Defensa lateral, era una bandera para la afici¨®n. Se nombra entrenador a Perico Sol¨¦, t¨¦cnico ascendido desde las tripas del club. Pero la vara alta la tienen Kubala, el genio, y Argil¨¦s, la solera, que se toleran pero se miran con recelo. Una componenda.
El partido con el Bar?a en la primera vuelta es en Sarri¨¤ y termina 2-2. No se rompe nada. Ese d¨ªa debuta otro veterano, Maguregui. La cantidad de titulares que pasan de los 30 a?os en el Espanyol ya es alarmante. El domingo siguiente termina la primera vuelta. El Espanyol pierde en Sevilla, es pen¨²ltimo y Kubala s¨®lo lleva tres goles.
Vagar¨¢ toda la segunda vuelta en posiciones inc¨®modas. Y as¨ª llega a la jornada 29, el 19 de abril de 1964, cuando toca visitar el Camp Nou. El Bar?a es segundo, el Espanyol, cuarto por la cola, puesto de promoci¨®n. El p¨²blico cul¨¦ est¨¢ ¨¢vido por ver una paliza al traidor Kubala.
La v¨ªspera ocurre algo extraordinario. Cuando los jugadores del Espanyol pasean por la carretera en Caldas de Montbuy, su lugar de concentraci¨®n, una moto que esquiva a una bicicleta se precipita sobre ellos. Al que pega de lleno es a Kubala, que se lleva un golpe en la rodilla. Hay otros magullados, pero Kubala es el peor parado. La prensa del domingo le presenta sentado en la cama, con el m¨¦dico observ¨¢ndole y hielo en la rodilla. Hay rumores, claro. Muchos no lo creen. Piensan que se trata de un truco propagand¨ªstico para escaparse del partido.
Pero no. El golpe era verdad. Y finalmente no impidi¨® jugar a Kubala, para felicidad de los barcelonistas, que vieron con jolgorio un demoledor 5-0. Pericos han ido pocos, porque se lo tem¨ªan. Marca tres goles el paraguayo Re, tan peque?o como h¨¢bil y peligroso, y los otros dos, Kocsis y Gracia.
Era el 19 de abril de 1964 y, al final del partido, Kubala pide a sus compa?eros pericos que homenajeen a los azulgrana
Al final del partido, Kubala toma una decisi¨®n que se discutir¨¢ durante semanas y de la que se hablar¨¢ durante a?os: pide a sus compa?eros que hagan pasillo al Bar?a y le aplaudan al retirarse. Muy posiblemente, el gesto le fue inspirado por el aplauso espont¨¢neo que cinco a?os antes le hab¨ªa dedicado el Wolverhampton al Bar?a en la Copa de Europa, tras un fenomenal 2-5. Kubala busc¨® un acercamiento entre los clubes, entre las aficiones, entre la prensa. Un beau geste que borrara el conflicto.
Pero nadie lo entendi¨® as¨ª. Para empezar, Argil¨¦s se neg¨®, se march¨® sin hacer el pasillo y visiblemente molesto. Y las aficiones tampoco lo agradecieron. Los cul¨¦s lo vieron como un arrepentimiento tard¨ªo e interesado. Los pericos, como una humillaci¨®n innecesaria y una prueba de que Kubala arrastraba un sentido de culpa sin tener por qu¨¦.
El Espanyol acab¨® salvando la categor¨ªa tras pasar el dif¨ªcil tr¨¢mite de una promoci¨®n contra el Sporting. Kubala dej¨® de jugar. En su ¨²ltima Liga marc¨® siete goles, uno de penalti. Pero sigui¨® en el club como entrenador. Ese verano sali¨® fuera Argil¨¦s y al tiempo llegaron m¨¢s veteranos, singularmente Di St¨¦fano, que ya ten¨ªa 38 a?os. Y Carmelo. El Espanyol no pas¨® angustias, pero vivi¨® en la segunda mitad de la tabla. En la antepen¨²ltima jornada, Kubala sac¨® a su hijo Branko, de 16 a?os, en San Mam¨¦s. Fracas¨®. Pese a ello, repiti¨® el domingo siguiente, en Sarri¨¤, ante el Sevilla. Gan¨® el Sevilla 0-2 y Branko fue el objeto de todas las iras. Carg¨® con todas las culpas de una segunda temporada consecutiva de expectativas defraudadas. Tambi¨¦n es cierto que luego no hizo carrera en el f¨²tbol. Pas¨® por el Sabadell, el Cartagena, el San Andr¨¦s y el Atl¨¦tico Malague?o sin cuajar. Renunci¨® a los 24 a?os. No dio el nivel.
Poco despu¨¦s, y ya en la Copa, el Espanyol se enfrent¨® al Sporting. Hubo necesidad de dos partidos de desempate. Antes del segundo, varios directivos aprovecharon un viaje de Vila Reyes a Am¨¦rica para enviar un telegrama a Kubala prohibi¨¦ndole alinear a Branko. ?l respondi¨® neg¨¢ndose a sentarse en el banquillo. Tras nuevo empate, el Sporting elimin¨® al Espanyol con un gol de oro.
As¨ª acab¨® la aventura espa?olista de Kubala, que dej¨® m¨¢s ruido que nueces.
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