Luis Enrique paga su osad¨ªa en Anoeta
Un gol en propia meta de Alba concede la victoria ante el Bar?a a una Real ultradefensiva
Luis Enrique dijo antes del partido algo muy sensato y muy peligroso, al mismo tiempo. Dijo que al Bar?a le quedaba margen de error porque sus rivales directos perder¨ªan puntos en lo que queda de Liga. Sensatez a pie de p¨¢gina, porque casi nadie gana todos los partidos y porque las derrotas forman parte de las victorias finales. El asunto sin embargo se convirti¨® en un cami¨®n de gasolina averiado en la autopista cuando tras perder el Madrid en Valencia, o sea cumplir la primera de las premisas, decidi¨® sentar en el banquillo a Messi, Neymar, Piqu¨¦ o Alves cuando ten¨ªa la oportunidad de sacar la recortada en la clasificaci¨®n. Sobre todo en un territorio, el de Anoeta, tan hostil que no hab¨ªa ganado en los ¨²ltimos cinco partidos disputados (uno de Copa del Rey, intrascendente). Al minuto y medio, las palabras de Luis Enrique se le llenaron de arena en la boca. Se le atragantaron cuando Jordi Alba convirti¨® un despeje en un inapelable cabezazo contra su portero Claudio Bravo.
Real Sociedad, 1-Barcelona, 0
Real Sociedad: Rulli; Carlos Mart¨ªnez, Ansotegi, ??igo Mart¨ªnez, De la Bella; Bergara, Granero; Xabi Prieto, Canales (Yuri, m. 93), Chory Castro (Finnbogason, m. 66); y Carlos Vela (Rub¨¦n Pardo, m. 90). No utilizados: Zubikarai, Aritz Elustondo, Gazta?aga y Herv¨ªas.
Barcelona: Bravo; Montoya, Mascherano, Mathieu (Alves, m. 70), Jordi Alba; Xavi, Busquets, Iniesta; Munir (Messi, m. 45), Luis Su¨¢rez y Pedro (Neymar, m. 57). No utilizados: Ter Stegen, Piqu¨¦, Rakitic y Rafinha.
Goles: 1-0. M. 2. Jordi Alba (propia puerta).
?rbitro: Del Cerro Grande. Amonest¨® a Mathieu, Carlos Vela, ??igo Mart¨ªnez, Granero, Alves, Finnbogason, Jordi Alba, Bergara y Neymar.
28.748 espectadores en Anoeta.
Lo imposible, lo imprevisible, se adue?¨® del partido. Ni la Real esperaba una circunstancia similar ni el Bar?a estaba preparado para un partido tan urgente. La Real se hab¨ªa organizado para protegerse frente al rival paro intentar desnudarlo al contragolpe con un centro del campo m¨¢s exquisito que fuerte. Y de pronto se encontr¨® con que, sin haber arrancado a sudar, necesitaba un club de gladiadores dispuesto a defender el gol que no hab¨ªa marcado pero s¨ª conseguido. Al minuto y medio, a la Real le molestaba el bal¨®n, lo espantaba como un repelente de mosquitos y al Bar?a le sobraba en cuanto abandonaba los pies de Iniesta. Por la banda derecha, la de Munir y Montoya no hab¨ªa nada que rascar. Ninguno de los dos tiene el pico adecuado. Por la izquierda, Pedro era tan pizpireto como inocuo. Entre todos ellos, Luis Su¨¢rez resultaba un delantero anecd¨®tico.
El t¨¦cnico sabr¨¢ por qu¨¦ eligi¨® ese camino ante el rival y el estadio m¨¢s inoportunos
Era un mon¨®logo azulgrana, sin faltas de ortograf¨¬a, pero sin acento propio, por m¨¢s que el medio campo fuera el de toda la vida, pero los muros en el f¨²tbol es mejor saltarlos que derribarlos. Quienes pod¨ªan saltar la enorme verja de la Real descansaban en el banquillo. El monopolio del f¨²tbol era del Bar?a, pero no rentaba beneficios. Un tiro de Pedro, que dio en un defensa, fue su ¨²nico ejercicio de rentabilidad en la primera mitad.
No se sabe si el equipo titular de Luis Enrique era suficiente para ganar. Lo que descubri¨® el autogol de Jordi Alba es que era el m¨¢s inapropiado para convertir su mon¨®logo en una oratoria convincente. Tras el descanso, Luis Enrique dio marcha atr¨¢s. A veces, las derrotas son m¨¢s convincentes que las victorias. Sali¨® Messi, luego Neymar, m¨¢s tarde Dani Alves, rayos l¨¢ser para derribar el muro tras el que se fortificaba una Real a la que el sufrimiento le reconfortaba: los ataques del Bar?a se multiplicaban, pero la Real crec¨ªa con el minutero.
El Bar?a ajust¨® la ofensiva, rebusc¨® por todos los costados. Messi, a¨²n displicente, Neymar hiperactivo, rebuscaron entre el bosque de piernas de la Real opciones para ganar, luego para empatar, pero los asuntos del gol o mor¨ªan en el ¨²ltimo pase, o en los reflejos de Rulli, un portero argentino de 22 a?os, que comenz¨® un poco miniaturizado por su debut en Anoeta, pero acab¨® gigantesco, especialmente frente a Luis Su¨¢rez, quien m¨¢s le exigi¨®.
La Real, que ya hab¨ªa ganado al Madrid y al Atl¨¦tico, a ambos remont¨¢ndoles en el marcador, hizo lo propio con el Bar?a sin necesidad de que sus hombres hicieran un gol. Luis Enrique les allan¨® el camino y la osad¨ªa del t¨¦cnico asturiano tuvo un elevado precio. Como si quisiera dar verosimilitud a sus pron¨®sticos, del Bar?a consumi¨® un poco m¨¢s de margen de error. Luis Enrique sabr¨¢ porque eligi¨® ese camino ante el rival y el estadio m¨¢s inoportunos. Y en el d¨ªa m¨¢s inoportuno y con muchos de los jugadores m¨¢s inadecuados. Y es que la osad¨ªa, como el veneno, conviene saber administrarla.
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