El arte de la metabolizaci¨®n
Ni siquiera cuando se convirti¨® en la diana favorita y causante de todos los males de los Lakers, Pau Gasol perdi¨® el foco
La clave de los grandes deportistas est¨¢ en su metabolismo. No s¨®lo en el f¨ªsico, que tiene su importancia, sino en el mental, en c¨®mo procesan la monta?a rusa en la que viven, traducida en lo que se dice, escribe, comenta y opina casi diariamente sobre su juego o su persona. Cuando tienes 34 a?os y llevas desde los 20 compitiendo en el m¨¢ximo nivel, lo m¨¢s probable es que las hayas visto de todos los colores. Desde el blanco m¨¢s inmaculado hasta el negro m¨¢s oscuro y tenebroso. En el ¨¦xito, los halagos llegan por cientos. En el fracaso, los palos caen del cielo como una ruidosa tormenta. Y no s¨®lo tienes que asimilar adecuadamente esas voces cambiantes de cr¨ªticos y aficionados, sino tambi¨¦n las de tu propio entorno, el que forman familiares, preparadores, agentes o representantes, que no siempre resultan las m¨¢s ecu¨¢nimes y realistas y pueden dificultar, por ejemplo, el sano ejercicio de la autocr¨ªtica. Convivir con estas dos realidades tan extremas, comprender que a veces est¨¢n s¨®lo separadas por un bal¨®n que entra u otro que se sale, que ni eres dios en los buenos momentos ni tampoco el diablo en los malos, resulta fundamental para mantener la salud mental necesaria que te permita enfocarte en lo que realmente importa, que no es otra cosa que tu rendimiento en la pista.
Desde que irrumpi¨® ruidosamente en el panorama del deporte espa?ol hace ya 15 a?os, Pau Gasol ha contado con un reconocimiento un¨¢nime de su talento. Su f¨ªsico y sus habilidades resultaban ideales para jugar al baloncesto y pronto supimos que nos encontr¨¢bamos ante un fuera de serie. Pero, de la misma manera, le han acompa?ado otros sonidos no tan agradables en forma de etiquetas que pon¨ªan en duda aspectos de su personalidad. Algunos fueron acall¨¢ndose poco a poco, otros se han mantenido inamovibles. Poco importaba que, de su mano, Memphis se transformase de equipo perdedor a jugar playoffs, que los Lakers pasasen de comparsas a jugar la final de la NBA su primer a?o y ganar dos anillos consecutivos los dos siguientes. O que llevase a Espa?a a lo m¨¢s alto y fuese el MVP en Mundiales, Europeos y Juegos Ol¨ªmpicos. A la menor ocasi¨®n, se sacaba a pasear el t¨®pico sobre su dureza, sus ganas de machacarse en el gimnasio o en la pista, sus supuestos lloriqueos ante los ¨¢rbitros. Con otro sistema digestivo, Pau hubiese terminado cabre¨¢ndose, meti¨¦ndose en l¨ªos reivindicativos, perdiendo el hilo de lo sustancial. No ha sido el caso. Ni siquiera cuando se convirti¨® en la diana favorita y causante de todos los males de los Lakers, Pau perdi¨® el foco. Aguant¨®, esper¨® y, afortunadamente, decidi¨® largarse hacia otros parajes.
Su fichaje por Chicago suscit¨® diferentes reacciones. Desde las m¨¢s favorables hasta las dudas sobre si ya no estaba para esos trotes y hubiesen sido mejor un par de a?os en un equipo sin aspiraciones donde aumentar su cuenta corriente y sus estad¨ªsticas. Una vez m¨¢s, Pau ten¨ªa que metabolizar adecuadamente expectativas ajenas, ilusiones propias y cr¨ªticas de diferente calado. Por lo visto, en estos primeros meses de competici¨®n, que no han sido f¨¢ciles (recordemos aquellos partidos donde no estaba en pista en los momentos decisivos), la digesti¨®n ha sido una vez m¨¢s la correcta. Est¨¢ y se siente fuerte, cuenta con el apoyo incondicional del equipo y la afici¨®n y es reconocido nuevamente con los votos para el All Star. En el estado de felicidad en el que entiendo que se encuentra, fresco f¨ªsica y mentalmente, las posibilidades de que un buen d¨ªa se alineasen los astros y completase una actuaci¨®n para los anales se tornaba una posibilidad real. Como as¨ª ha sido, traduci¨¦ndose en 46 puntos y 18 rebotes en un partido para la historia que ejemplifica a un personaje que ha convertido en todo un arte la metabolizaci¨®n adecuada del marem¨¢gnum que le acompa?a.
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