?Est¨¢ el aut¨¦ntico Iniesta?
Tan colgado est¨¢ el Bar?a de Messi, y a veces de Neymar, que en el equipo por excelencia de los centrocampistas, estos levitan m¨¢s que juegan. Busquets ha perdido algo de solvencia, Xavi no tiene el virus de la eternidad y Rakitic anda en proceso de adaptaci¨®n. El caso m¨¢s significativo es el de Iniesta, del que no hay las migas de antes ni cuando el equipo festeja partidos ante el Atl¨¦tico y el Deportivo. El manchego no lleva asistencia alguna en la Liga ¡ªs¨ª tres en Champions¡ª y no ha olido el gol ¡ªsalvo dos al Huesca en Copa¡ª. Anotar nunca fue su fuerte (ha marcado menos que un defensa como Sergio Ramos), pese a que dos de sus goles valieran mucho m¨¢s que un potos¨ª. Lo llamativo es que haya dejado de ser un mensajero del gol.
Iniesta, el que fuera el Messi de la Roja, ya no juega como Iniesta, ya no ventila rivales con su culebreo y h¨¢bil manejo de las dos piernas. En estos d¨ªas, tramita los partidos, sin m¨¢s. Un s¨ªntoma de este Bar?a indefinido o quiz¨¢ sea que el jugador, a sus 30 a?os, se vea m¨¢s somnoliento y regule y regule. Al fin y al cabo siempre tuvo el cari?o universal y su aire angelical tambi¨¦n condicion¨® los juicios medi¨¢ticos, por mucho que se enfatizar¨¢n m¨¢s sus detalles que el conjunto de su gran carrera.
La versi¨®n actual del manchego es otra, menos m¨¢gica, m¨¢s convencional. Hace tiempo que no es protagonista
Por la causa que fuere, Iniesta no pesa tanto en el juego como aquel Iniesta de mi vida. Falto de colmillo, nunca fue frecuente que cogiera los partidos por el pecho, pero Andresito tiraba y tiraba de chistera, con sus frenadas, pisadas y acelerones, con salidas por los dos perfiles, con ojo de cirujano para filtrar asistencias entre defensas selv¨¢ticas. A la espera de comprobar si es algo pasajero o no, esta versi¨®n m¨¢s anodina de Iniesta ha coincidido con el cambio generacional tanto en la selecci¨®n como en el mismo Bar?a, donde sin Puyol y Vald¨¦s y con Xavi cerca del ocaso, le corresponder¨ªa a ¨¦l dar un paso al frente. Ya es el segundo capit¨¢n, pero en el c¨¦sped juega de puntillas. Puede ser eficaz, s¨ª, pero con menos gracia.
Hoy, lo m¨¢s parecido al genuino Iniesta es Isco, otro Houdini con botas. El malague?o se ha curtido a marchas forzadas y ahora no hace ascos a los fogones. A sus 22 a?os tiene energ¨ªa para ello. A Iniesta, con m¨¢s plomo en las piernas, ahora se le pide (o ¨¦l as¨ª lo quiere) que guarde la posici¨®n en los cuarteles del medio campo, a la sombra de Neymar y como guardi¨¢n de Leo. Achica y toca y toca, pero no avanza, no destripa defensas. Son Messi y el brasile?o quienes regatean, se retrasan para la circulaci¨®n, asisten y golean. En la medida en la que La Pulga ha aumentado el radio de acci¨®n, Iniesta se ha hecho m¨¢s comedido que nunca. En lo que va de curso no ha dejado ni jugadas epis¨®dicas. No se recuerda la ¨²ltima vez que fue protagonista. Puede ser quien m¨¢s toque la pelota en un partido, pero hoy es un jugador m¨¢s silencioso, con menos chispa.
En el Bar?a, salvo que irrumpa Messi, el centro del campo se ha convertido en un apeadero. Lo paga el equipo, menos fino para elaborar, y lo paga Iniesta. De ¨¦l y de Luis Enrique depende rescatar algo de aquel futbolista con tanto duende. Iniesta fue una de las noticias m¨¢s saludables en la historia del f¨²tbol espa?ol. Porque este juego es magia y ¨¦l la ten¨ªa como pocos, como los elegidos. Por ello, ojal¨¢ que a¨²n escriba otro cuento de hadas, que es lo que ha sido su carrera y como deber¨ªa terminar. Por ¨¦l merece la pena esperar. Pura a?oranza. Con los genios todo sabe a poco.
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