Griezmann parte al Rayo
El franc¨¦s se exhibe con dos goles y desmonta a un buen Rayo, que se meti¨® en el partido con un tanto de Trashorras
El Rayo Vallecano muere siempre con las botas puestas. Las suyas. Intransferibles. Su interpretaci¨®n del f¨²tbol combinativo en cualquier parte del campo le convierte en un rara avis. Nunca se ha visto en un equipo modesto esa radicalizaci¨®n de la tenencia de la pelota. Ni la negocia, ni la rifa. La quiere y punto. Sus partidos se descifran desde el v¨¦rtigo de su propuesta y desde los errores por querer jugar en ese filo de la navaja que es pretender elaborar desde atr¨¢s s¨ª o s¨ª. El de anoche mezcl¨® ambas vertientes y le depar¨® una derrota capitalizada por la velocidad de Griezmann, que vive en plena crecida.
Al nivel que ense?a ya el franc¨¦s, deben ser Torres y Mandzukic los que discutan qui¨¦n juega a su lado. No tiene ahora mismo el Atl¨¦tico un futbolista m¨¢s determinante en el ¨¢rea y sus alrededores. Para alegr¨ªa de Simeone, adem¨¢s recupera balones. Su rapidez parti¨® esa inocencia atrevida del Rayo, su defensa de tres incluida.
ATL?TIC, 3-RAYO, 1
Atl¨¦tico: Moy¨¢; Juanfran, Gim¨¦nez, Miranda, Siqueira; Tiago, Mario, Gabi, Arda (Ra¨²l Garc¨ªa, m. 80), Griezmann; y Mandzukic (Torres, m.70). No utilizados: Oblak; G¨¢mez, Lucas, Sa¨²l y Cani.
Rayo Vallecano: To?o; Fatau (Bueno, m. 72), Z¨¦ Castro, Abdoulaye, Morcillo; Baena, Trashorras, Jozabed (Pozuelo, m. 57), Aquino, Kakuta (?lex Moreno, m. 83); y Manucho. No utilizados: C. ?lvarez; Nacho, Amaya y Li?a.
Goles: 1-0. M. 12. Griezmann. 2-0. M. 22. Griezmann. 2-1. M. 35. Trashorras. 3-1. M. 56. Manucho, en propia puerta.
?rbitro: Vicandi Garrido. Amonest¨® a Gabi (m. 82) por parte del Atl¨¦tico de Madrid y a Baena (m. 58), por parte del Rayo.
Unos 48.0000 espectadores en el estadio Vicente Calder¨®n.
Para los resultadistas m¨¢s puros, esos errores en las entregas al borde de su propia ¨¢rea son temerarios. Algunos incluso hablan de que eso no es saber jugar al f¨²tbol. Para Paco J¨¦mez, que no es que premie esas concesiones, forman parte de una idea innegociable. Suele argumentar que nada le garantiza que lo siguiente a un patad¨®n no le vaya a originar a su equipo un gol en contra.
El problema para el Rayo es que enfrente tuvo al Atl¨¦tico. Otro que suele morir en su ley, tambi¨¦n intransferible. De alguna manera se med¨ªan el equipo que m¨¢s concesiones hace y el que m¨¢s las penaliza. As¨ª que antes de los cinco minutos, el Atl¨¦tico ya parec¨ªa tener claro que iba a tener regalo. Antes de que Ze Castro quisiera tirar una pared hacia el medio a pocos metros de su ¨¢rea, Morcillo ya hab¨ªa abierto la veda de los errores con una dejada a Arda, que no vio bien a Mandzukic o este no se dej¨® ver bien con su desmarque. Ese problema de sincron¨ªa no acaban de solucionarlo ni Mandzukic, ni sus compa?eros ni Simeone. Remata muy pocos balones el croata para la cantidad de centros al ¨¢rea que practica el Atl¨¦tico. Caza m¨¢s remates Griezmann, que no perdon¨® la ofrenda floral de Ze Castro. Le entreg¨® la pelota el central luso y puso la directa el franc¨¦s para medirse a To?o. Le super¨® con tranquilidad con un toque sutil.
No le hab¨ªa dado tiempo al Rayo a encajar ese primer tanto ni un cabezazo de Manucho errado cuando Griezmann volvi¨® a imponer su velocidad. Esta vez, en una jugada que s¨ª saca una parte del potencial de Mandzukic. Un recurso muy propio de los equipos que juegan con delanteros altos. Una jugada muy inglesa exportada a Italia y a Espa?a esa de peinar y prolongar una patada larga para la velocidad del segundo punta. Griezmann rompi¨® el fuera de juego y a la carrera, de nuevo, volvi¨® a ejecutar a To?o sin pesta?ear.
Con 2-0, el Rayo sigui¨® a lo suyo. Se meti¨® en el partido con un gol que honra lo que supone Trashorras, el coraz¨®n del toque del Rayo. Una pifia de Juanfran acab¨® con una jugada elaborada en la frontal que Trashorras termin¨® con uno de esos toques sutiles que son un pase a la red. Ah¨ª estaba de nuevo el Rayo, amenazando la porter¨ªa de Moy¨¢ y la suya propia. Otra concesi¨®n, esta vez en un saque de esquina que Gim¨¦nez remat¨® tan libre que lo hubiera marcado igual de cabeza que con la espalda.
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