La melancol¨ªa azulgrana de Riquelme
El drama del mediocampista fue que no le quer¨ªa Van Gaal, ni despu¨¦s Antic, orillado en la banda izquierda durante un a?o
Riquelme estuvo de paso por el Bar?a. No es un reproche ni una justificaci¨®n sino un hecho. A veces parece que hasta Maradona jug¨® fugazmente en el Camp Nou. Y tampoco quedan muchos recuerdos de Ronaldo en Barcelona si no fuera por el gol de Compostela. As¨ª funciona la m¨¢quina del FC Barcelona. Hay incluso alg¨²n hincha mezquino que recuerda que el mejor partido de Riquelme en el Bar?a fue contra la Real Sociedad, el 27 de abril de 2003, el d¨ªa de la festividad de la Virgen de Montserrat, la patrona de Catalu?a, precisamente cuando no tocaba que ganaran los azulgrana porque los donostiarras se jugaban el t¨ªtulo de Liga con el Deportivo y sobre todo el Madrid. Jug¨® muy bien Riquelme, especialmente durante media hora, tiempo suficiente para recordar que dignific¨® la camiseta azulgrana del Barcelona.
Hay jugadores cuya huella queda grabada en pasajes o momentos m¨¢s que de t¨ªtulos, partidos o goles, como pas¨® con Maradona, triunfador en Chamart¨ªn y en el peque?o Maracan¨¢ de Belgrado. Ning¨²n jugador en la historia del Bar?a ha convocado a tantos aficionados y futbolistas en el calentamiento como Diego. Los ni?os de La Masia iban a verle media hora antes de los partidos, cuando sal¨ªa a la cancha para pelotear, con los cordones de las botas desatados, dolorido por su gran empeine, mientras sonaba Live is Life. Jam¨¢s hubo un ritual tan m¨¢gico por m¨¢s que nunca se ganara un partido en el calentamiento, y menos en el Barcelona. A la que se puso a disputar encuentros le vinieron todos los males, incluso una hepatitis, y le dieron patadas escalofriantes como la de Goikoetxea.
Hay jugadores cuya huella queda grabada en pasajes m¨¢s que de t¨ªtulos o goles, como pas¨® con Maradona
Maradona dej¨® Barcelona de madrugada, de manera casi furtiva, en el avi¨®n particular de Corrado Ferlaino camino de N¨¢poles mientras que a Riquelme le fueron a esperar unos 200 aficionados en el aeropuerto de El Prat. La gent blaugrana le admiraba desde que el Boca se comi¨® a bocados al Madrid en la Intercontinental del 2000. As¨ª que el presidente Gaspart le fich¨® dos a?os despu¨¦s pese a que Van Gaal le hab¨ªa pedido a dos jugadores de banda y a un goleador y no a un 10. El desencuentro fue eterno, la reconciliaci¨®n result¨® imposible y reapareci¨® la fractura que siempre parti¨® al barcelonismo como su zamarra azul y grana: 42 partidos, solo 21 como titular, y seis goles. Hubo incluso quien de forma metaf¨®rica simplific¨® su estancia en el club con una imagen en que aparec¨ªa sentado en la taza del w¨¢ter.
¡°Mire¡±, le salud¨® Van Gaal, ¡°usted es el mejor con la pelota, pero sin ella jugamos con 10. En el Barcelona tenemos a muchos jugadores con su calidad, de manera que deber¨¢ adaptarse¡±. ¡°El t¨¦cnico tuvo al menos la valent¨ªa de decirme que ¨¦l no me hab¨ªa pedido¡±, se despidi¨® Riquelme, ¡°sino que fue un fichaje del presidente. Mi problema es que no ca¨ª bien a algunas personas¡±. A Juan Rom¨¢n solo le ve¨ªan los defectos en el club ¡ªfalta de compromiso, lesiones indetectables, una lentitud descorazonadora¡ª y muy pocas de sus virtudes, ninguna como su capacidad para ver cinco opciones de pase cuando sus compa?eros no ve¨ªan ni una, ¨²nico en la visualizaci¨®n del partido. Acostumbrado a que el juego y el equipo giraran a su alrededor, a Riquelme se le consider¨® un actor de reparto en el Barcelona.
Nadie le trat¨® siquiera como el 10 que era en Boca y fue despu¨¦s en Villarreal, por entonces el equipo m¨¢s argentino de Espa?a, semifinalista de la Champions que gan¨® precisamente el Bar?a en Par¨ªs (2006) despu¨¦s de que Riquelme fallara un penalti decisivo en las semifinales contra el Arsenal. Hipotenso, caminaba por el campo como por la vida, nunca sin dar un paso de m¨¢s, siempre clarividente, futbolista que pensaba bien y r¨¢pido y seleccionaba mejor la jugada, igual de controvertido entre el barcelonismo que Iv¨¢n de la Pe?a, Lo Pelat. Ambos han sido ¨²nicos porque algunos hinchas muy selectos aplaud¨ªan no la ejecuci¨®n sino la intenci¨®n de sus pases y se arrimaban desde la grada a la cancha para que les firmaran una camiseta, como pas¨® con Riquelme un d¨ªa en que tiraba un c¨®rner en el Camp Nou.
El drama de Riquelme fue que no le quer¨ªa Van Gaal, ni despu¨¦s Antic, orillado a pan y agua en la banda izquierda como tuvieron al jugador durante un a?o, igual que ocurri¨® con tantas otras figuras, por ejemplo Rivaldo. A Riquelme le toc¨® adem¨¢s competir por un puesto con el entonces capit¨¢n y hoy entrenador Luis Enrique. La mayor¨ªa se decant¨® por el asturiano y el argentino abandon¨® el Bar?a con el reconocimiento an¨®nimo de un compa?ero suyo que afirm¨®: ¡°Riquelme siempre te hace quedar bien a pesar de saber que ¨¦l puede quedar mal; es un alivio tenerle en el campo, nunca se esconde, ni hace ver que no est¨¢. Ofrece l¨ªnea de pase, te pide la bola, no te la devuelve como otros para escurrir el bulto. No tiene miedo al bal¨®n, al penalti, al partido, al entrenador ni al estadio, y eso se agradece mucho¡±. Riquelme se fue y para su desdicha su zamarra con el 10 se la puso el mismo d¨ªa un tal Ronaldinho.
La alegr¨ªa del brasile?o acab¨® con la melancol¨ªa del argentino y el Barcelona gan¨® la Liga y la Champions. Muy pocos echaron de menos a Riquelme. Algunos, sin embargo, jam¨¢s olvidar¨¢n su paso por el Camp Nou, sus detalles de jugador genial, su futbol po¨¦tico, ni su partido contra la Real y despu¨¦s su sinton¨ªa con Messi en los Juegos de Pek¨ªn, un retrato de lo que pudo haber sido y no fue por las circunstancias de la vida, del f¨²tbol y especialmente del Bar?a. A veces estar de paso alcanza para que los amantes del f¨²tbol no te olviden en la vida, como pas¨® con Riquelme y hasta con Maradona.
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