Serena, una campeona irresistible
La estadounidense logra su 19? grande al ganar 6-3 y 7-6 a Sharapova, derrotada 16 veces seguidas
Hay cosas que son inevitables: la gravedad es tozuda, el agua moja y Serena Williams siempre gana a Maria Sharapova. Con la contundencia de lo que va a ocurrir ocurra lo que ocurra, la estadounidense celebr¨® por 6-3 y 7-6 su 19? t¨ªtulo del Grand Slam ante la rusa, que lleva 16 partidos seguidos perdiendo frente a su N¨¦mesis, a la que no vence desde hace m¨¢s de un decenio (final de la Copa de Maestras de 2004). Para la n¨²mero uno mundial, de 33 a?os, el t¨ªtulo fue mucho m¨¢s que el trofeo que le permite colocarse como la segunda jugadora con m¨¢s grandes en la Era Abierta (manda la alemana Graf, con 22). Fue la confirmaci¨®n de que su temible servicio (18 aces), sus golpes atronadores y su movilidad felina pueden obrar lo imposible. La estadounidense, que vomit¨® durante el encuentro, levant¨® la Copa pese a los problemas respiratorios que le han acompa?ado toda la quincena, y a¨²n as¨ª hizo de la final un desfile.
Sharapova, que es la n¨²mero dos mundial, perdi¨® el saque de entrada. Tuvo la oportunidad de volver al encuentro cuando recuper¨® uno de los dos breaks concedidos en el momento en el que Serena serv¨ªa por el primer set. De nuevo cedi¨® el saque, y adem¨¢s en blanco, para que la estadounidense sellara la primera manga. El partido solo dej¨® malas noticias para la rusa, que intent¨® cambiar la din¨¢mica con un pu?ado de dejadas. Como si el guion hubiera sido escrito por su peor enemigo, a cada ocasi¨®n para la esperanza le sucedi¨® un doloroso golpe de realidad. Un ejemplo. Con 3-2 y 30-30 para Serena, el partido se interrumpi¨® por la lluvia, que oblig¨® a cerrar el techo. La n¨²mero uno volvi¨® a la pista 15 minutos despu¨¦s, sin calentar, fr¨ªa como un t¨¦mpano y con la responsabilidad de negociar ese marcador tan apretado frente a una restadora de fama. Era el momento de Sharapova. Serena se lo rob¨® con un ace y un ganador. Chao. Adi¨®s al t¨ªtulo.
La n¨²mero uno mundial, que lleg¨® a perder un punto por gritar antes de que su contraria golpeara la pelota, abre as¨ª la posibilidad de convertirse en la mejor tenista de la historia. Ha reinado en los Juegos. Tiene en la diana el r¨¦cord de grandes. Nadie parece en condiciones de frenarla mientras ella vea que tiene los grandes t¨ªtulos a tiro. Ni las veteranas (Sharapova, Kvitova, Halep¡), ni las j¨®venes (Bouchard, Keys, Muguruza¡) est¨¢n preparadas todav¨ªa para superar el arma de su saque con la regularidad y la consistencia exigidas para relegar a la estadounidense a un papel secundario. Ninguna de sus rivales parece tener la fortaleza de car¨¢cter necesaria como para no sentirse intimidada por una jugadora que es capaz de competir en las buenas y en las malas, con calor y frio, inspirada o desnortada, al aire libre o bajo techo. Hay muchas Serenas. La que manda desde el saque. La que gobierna desde la l¨ªnea de fondo. La que se atreve a atacar la red cuando no desborda por fuerza. La que se defiende de una esquina a la otra para luego lanzar un zarpazo sorprendente.
El estereotipo de que su tenis es solo m¨²sculo es tan injusto como reducir a Sharapova a ser una tenista anuncio. La rusa es una competidora espectacular, sufridora incansable, siempre a la b¨²squeda de una rendija por la que volver a los duelos que no domina, como demuestra que superara dos puntos de partido en contra. Sin embargo, Serena tiene tantas armas y tantos recursos, es tan variado su arsenal y tanta su capacidad competitiva, que la rusa lleva un decenio intentando encontrar ese camino. En Melbourne, de nuevo, se encontr¨® con todas las puertas cerradas. Serena, con 33 a?os la campeona m¨¢s veterana de la Era Abierta, ech¨® el cerrojo, escondi¨® la llave y se fue directa a levantar el t¨ªtulo mientras lanzaba gritos en direcci¨®n a su contraria (¡°?Vamos!¡±).
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