Ni Luis Enrique ni Messi
Hay partidos que no son f¨¢ciles de jugar, m¨¢s que nada porque se dan por ganados y, por extensi¨®n, se cuenta con alcanzar el liderato provisional, se especula con la posibilidad de que Messi atrape a Cristiano en el trofeo Pichichi y se dedican m¨¢s p¨¢ginas a la Champions y al Manchester City, el rival del martes, que al M¨¢laga, el visitante de este s¨¢bado en la Liga, la mejor manera que tiene la prensa deportiva de masturbar al lector, frase de Enric Gonz¨¢lez. Hay una l¨®gica en los pron¨®sticos cuando el equipo lleva 11 victorias seguidas y va como un tiro desde Anoeta. Incluso se relativiza el papel del entrenador, que simplemente tiene que dar con la alineaci¨®n, gestionar los egos y asumir que el equipo funciona con el piloto autom¨¢tico desde que se enchuf¨® Messi.
El envoltorio resulta tan empalagoso que ya no se habla de f¨²tbol, sino que se discute sobre la paternidad del ¨¦xito y las opciones de ganar la Liga y la Champions. Hay tanta excitaci¨®n que nadie atiende al marcador del partido en juego en el Camp Nou. No se repara en que las mejores rachas de los grandes equipos siempre est¨¢n amenazadas por un mal partido, d¨ªas de cuesta arriba propiciados por un error como el de Alves en que se impone ganar como sea, jornadas en que se precisa tanto del esp¨ªritu y de la puesta a punto propiciada por Luis Enrique como del talento de Messi.
La suerte del Bar?a pasaba precisamente por superar tardes negadas como la de ayer con el M¨¢laga, el mismo equipo que no concedi¨® al Bar?a ni un tiro en La Rosaleda: 0-0.
A ambos les corresponde cargar con la derrota despu¨¦s de discutir sobre la victoria
El M¨¢laga volvi¨® a denunciar los vicios que parec¨ªan olvidados en el Barcelona desde el triunfo en San Sebasti¨¢n: la dificultad para gestionar el ataque posicional, la falta de pausa y finura para acabar las jugadas, la imposibilidad de crear ocasiones y un exceso de previsibilidad ante Kameni. Al Bar?a le cuesta combatir las transiciones defensivas y corregirse cuando no aparece el desequilibrio de Messi y Neymar. No pudo resolver el 10 ni tampoco sirvieron los cambios de Luis Enrique. A ambos les corresponde cargar con la derrota despu¨¦s de discutir sobre la victoria, se?al de que el Bar?a no est¨¢ para celebrar nada sino para jugar los partidos aparentemente m¨¢s sencillos como el del M¨¢laga, excelente en el planteamiento de Gracia.
Los entrenadores son imprescindibles para ganar un partido y las figuras resultan indispensables para ganar t¨ªtulos, y de momento el Bar?a no gana aquellos partidos ¨¢speros que llegan de vez en cuando y de improviso, como el del M¨¢laga ayer. La prioridad ahora es volver a vencer y dejar de contar y de so?ar con la Liga, la Champions y el Pichichi. El chasco de la hinchada fue tan monumental como la angustia del equipo y la impotencia del entrenador.
Para ganar cualquier partido, antes hay que jugarlo. Solo lo equipos campeones resuelven esas jornadas. Y de momento el Barcelona no es m¨¢s que un aspirante.
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