F¨²tbol, samba, playa y sexo
Lucescu, t¨¦cnico del Shakhtar, se enamor¨® de Brasil en una gira con Ruman¨ªa en 1968 y ahora cuenta con 13 brasile?os en su equipo
En enero el Shakhtar Donetsk se alej¨® por 20 d¨ªas de las tensiones b¨¦licas y del g¨¦lido invierno de Ucrania para recalar en un enclave mucho m¨¢s placentero: el verano brasile?o. El club se promocionaba en su acogedor destino como "el m¨¢s brasile?o de Europa" y sorteaba un viaje desde Brasil a Munich para presenciar el encuentro de la Champions ante el Bayern de Guardiola en marzo. Completaba as¨ª la mercadotecnia de una gira de 20 d¨ªas, con cinco partidos en R¨ªo de Janeiro, Bah¨ªa, Belo Horizonte y Porto Alegre ante algunos de los clubes m¨¢s relevantes del pa¨ªs en el que nacieron 13 jugadores, casi la mitad, de los que conforman la plantilla del cuadro ucraniano.
Mircea Lucescu, el t¨¦cnico rumano que dirige al Shakhtar desde 2004, celebraba el viaje casi tanto o m¨¢s que ellos. La pasi¨®n del entrenador por Brasil ha empapado saludablemente la pol¨ªtica de fichajes de su club. Un sentimiento cuyas derivaciones futuras no imaginaba Lucescu en la Navidad de 1967. Por aquel entonces ten¨ªa 22 a?os y era un prometedor delantero que militaba en el Dinamo de Bucarest y daba sus primeros pasos en la selecci¨®n rumana. Tras jugar un amistoso en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo con la selecci¨®n B, a punto de regresar a Bucarest, recibi¨® un aviso urgente: deb¨ªa emprender un fatigoso viaje a Brasil, donde se unir¨ªa a la selecci¨®n absoluta para realizar una gira de partidos amistosos.
En 2013 Lucescu confesaba en la revista France Football el impacto que aquel viaje tuvo en un joven criado bajo la r¨ªgida disciplina y los inflexibles c¨®digos de la Ruman¨ªa del dictador Ceacescu: "Cruc¨¦ Brasil de sur a norte, de Porto Alegre a Fortaleza. Una experiencia incre¨ªble. Se pueden imaginar la admiraci¨®n y el embrujo que sent¨ª, siendo un joven de un pa¨ªs socialista reci¨¦n aterrizado en un mundo cuya existencia apenas conoc¨ªa por el mapa. Descubr¨ª la esencia del brasile?o: el f¨²tbol, la samba, la playa y el sexo. Entend¨ª por qu¨¦ eso era suficiente para que ellos vivieran felices. Todo giraba alrededor de esas cosas. Y no me olvido de la Brahma Chopp, la mejor cerveza del pa¨ªs. Recuerdo que mucho despu¨¦s la beb¨ªa en Milan, en compa?¨ªa de Ronaldo, cuando lo entren¨¦ en el Inter a finales de los 90".
El mayor tesoro del t¨¦cnico es la camiseta que intercambi¨® con Pel¨¦ en el Mundial de 1970
Quiz¨¢s Lucescu apelaba a t¨®picos m¨¢s propios de un turista primerizo, pero era su manera de expresar la admiraci¨®n por la vitalidad brasile?a que tanto contrastaba con la l¨²gubre atm¨®sfera que se respiraba en Bucarest. Aquella gira de 1968, auspiciada por un empresario liban¨¦s amigo de Joao Havelange (por entonces presidente de la Confederaci¨®n Brasile?a de Deportes) dej¨® huella en la expedici¨®n rumana. Tanto que a comienzos de 1970 la selecci¨®n volvi¨® a Brasil.
"El ambiente de los estadios, con la torcida a ritmo de samba animando cada vez que un equipo atacaba, creaba una atm¨®sfera ¨²nica en el campo. A los jugadores nos impresionaba mucho. En esa gira jugamos en Belo Horizonte, en Coritiba¡ y en R¨ªo de Janeiro, ante el Vasco y el Flamengo, en Maracana y en pleno carnaval, cuando todo se paraba y parec¨ªa que no importaba nada m¨¢s. Me dieron el trofeo al mejor jugador del torneo", recuerda Lucescu.
Pero ese no es el mayor tesoro brasile?o que el exjugador rumano guarda en su hogar: En el mundial de M¨¦xico 70 tuvo el privilegio de enfrentarse a la maquinaria de creatividad y virtuosismo m¨¢s inspiradora jam¨¢s vista. El Brasil de Pel¨¦ derrot¨® por 3 a 2 a Ruman¨ªa en el estadio Jalisco. O Rei marc¨® dos goles y despu¨¦s intercambi¨® su camiseta con Lucescu. Este jura que nunca la ha lavado. Hubo otra gira de la selecci¨®n rumana por Brasil en el 74. Dicen que muchos de sus jugadores lloraban apesadumbrados cuando el viaje terminaba.
Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, el Shakhtar de Lucescu y su legi¨®n brasile?a desembarcaron en R¨ªo de Janeiro. En la enorme playa de Barra de Tijuca, el pasado enero, trotaban a 40 grados, jugaban al v¨®ley playa, se daban un ba?o y recib¨ªan la visita de ilustres moradores locales como Zico, que hab¨ªa cedido al equipo europeo el centro de entrenamiento de su club, el CFZ, como base de operaciones. La gira se sald¨® con una victoria ante el Internacional, dos empates ante el Flamengo y el Cruzeiro y dos derrotas: una en Bah¨ªa y otra en Belo Horizonte ante el Atl¨¦tico Mineiro. En ese encuentro Lucescu protagoniz¨® una escena pintoresca: protest¨® un m¨¢s que dudoso penalti no se?alado sobre su delantero Nem, entrando airadamente hasta el centro del campo en pleno contragolpe del cuadro mineiro. Tras ser expulsado por la invasi¨®n, y ante la chufla del p¨²blico, continu¨® casi dos minutos discutiendo con el ¨¢rbitro.
Lucescu sembr¨® en el hielo semillas tropicales que han germinado en un equipo competitivo
Lucescu es un padre paciente y did¨¢ctico fomentando la compleja adaptaci¨®n de los j¨®venes brasile?os que ha reclutado desde 2004, a los que habla en fluido portugu¨¦s. Pero tambi¨¦n impone disciplina. Ha castigado con la p¨¦rdida de la titularidad al habilidoso internacional Bernard por sus repetidos retrasos a la hora de incorporarse a las concentraciones, ya que el jugador, que firm¨® contrato hasta 2018, no se encuentra bien en Ucrania. Otros se han adaptado de maravilla: Luiz Adriano lleg¨® al Shakhtar con 20 a?os. Siete temporadas despu¨¦s es el ¨ªdolo del equipo y el m¨¢ximo goleador de la Champions con 9 tantos.
Lucescu sembr¨® en el hielo semillas tropicales que han germinado en un equipo competitivo. El ¨¢spero choque de ida ante el Bayern termin¨® sin goles. El t¨¦cnico del Shakhtar, como si fuera un brasile?o m¨¢s, apelaba antes del partido al orgullo nacional lastimado cuando Alemania masacr¨® a Brasil con el hist¨®rico 7-1 del pasado mundial: "En el Bayern juegan seis campeones del mundo. Nosotros tenemos 13 brasile?os que sue?an con la venganza".
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