El choque de manos de Augusta
Despu¨¦s de dos a?os de desamor y pol¨¦mica, Tiger Woods y Sergio Garc¨ªa salen emparejados en una ronda de golf
Se produjo solo unas horas m¨¢s tarde y no tuvo el car¨¢cter hist¨®rico del choque de manos entre Barak Obama y Ra¨²l Castro en Panam¨¢, pero cuando Sergio Garc¨ªa y Tiger Woods se saludaron educada si no calurosamente en el tee del uno de Augusta antes de comenzar su ronda del s¨¢bado en el Masters emitieron la misma sensaci¨®n de necesidad pol¨ªtica: se saludaban porque era lo que se esperaba de ellos, porque las circunstancias lo requer¨ªan, pero seguramente uno y otro habr¨ªan preferido estar en compa?¨ªa de otra persona.
¡°Ten¨ªa que pasar un d¨ªa u otro. Emparejado con Tiger Woods, pero no tem¨¢is, amigos, estoy seguro de que ambos estaremos bien¡±, hab¨ªa tuiteado horas antes el jugador de Castell¨®n, un mensaje que dejaba translucir que entre ambos la historia no es nueva. Antes, a la prensa le hab¨ªa respondido con un "ojal¨¢" a la pregunta de si cre¨ªa que Jordan Spieth podr¨ªa batir los r¨¦cords de Woods en Augusta.
El desamor entre uno de los mejores jugadores de la historia y uno de los mayores talentos del golf mundial naci¨® cuando Sergio Garc¨ªa era a¨²n conocido como el Ni?o y, a los 19 a?os, tuvo el atrevimiento de desafiar a Woods en el Campeonato de la PGA en Medinah, cuando el golpe que rompi¨® el ¨¢rbol. Muchos a?os despu¨¦s, en 2013, ambos ya se?ores mayores, sus relaciones, siempre fr¨ªas, alcanzaron su punto de ruptura. En mayo, durante el TPC, en la tercera ronda, en la que salieron emparejados en lo alto del marcador Garc¨ªa se quej¨® de Woods hab¨ªa montado adrede un tumulto cuando ¨¦l se dispon¨ªa a dar un golpe. Al d¨ªa siguiente, la organizaci¨®n sabiamente decidi¨® no emparejarlos de nuevo, lo que celebr¨® el espa?ol, quien declar¨®: ¡°No voy a mentir. Woods no es mi compa?ero de partido favorito. Tampoco es el tipo m¨¢s simp¨¢tico del circuito. Es bueno para los dos no jugar juntos. No nos gusta y no hay que ser ingeniero at¨®mico para darse cuenta¡±. Un mes m¨¢s tarde, en una fiesta del circuito europeo, el espa?ol dijo aquello de que a Woods le gusta el pollo frito (una manida referencia racista en Estados Unidos) y, despu¨¦s de la que se organiz¨®, de Woods diciendo que no solo hab¨ªa sido un error, sino que le hab¨ªa dolido y era totalmente inapropiado, Garc¨ªa tuvo que disculparse, pedirle perd¨®n en una nota p¨²blica y en otra privada antes de que Woods aceptara darle la mano de nuevo y decir aquello de lo pasado, pasado.
Dos a?os despu¨¦s han vuelto a compartir partido, pero no conversaci¨®n ni contacto. Se dieron la mano en el tee del uno. Dispar¨® Woods, dispar¨®, 20 metros m¨¢s lejos, Garc¨ªa, y 20 metros delante acompa?ado de su caddie el espa?ol recorri¨® la calle hasta la bola. Y as¨ª todo el partido. Cuatro horas de paseo por un jard¨ªn hermoso al sol abanicados por una cari?osa brisa de mediod¨ªa. Una cumbre. Sin hablarse, sin mirarse.
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