Faas Wilkes, el holand¨¦s errante
Muy ni?o a¨²n, cuando apenas sab¨ªa lo que era el f¨²tbol, presenci¨¦ una conversaci¨®n entre dos de mis t¨ªos. Uno defend¨ªa el regate de Ben Barek, el otro el de Molowny. En eso medi¨® un tercer t¨ªo, el hermano mayor de los contendientes. Y zanj¨®: ¡°Ni Ben Barek ni Molowny. El mejor regate que se ha visto en Espa?a es el de Faas Wilkes¡±. Fue la primera vez que escuch¨¦ ese nombre. Despert¨® mi curiosidad para siempre.
Fue el primer futbolista cuyas grandes jugadas hicieron flamear pa?uelos.
Servaas Wilkes naci¨® en Rotterdam el 13 de octubre de 1923. El f¨²tbol holand¨¦s, entonces menor, se le qued¨® pronto peque?o. En 1947 form¨® parte del equipo FIFA creado para jugar contra Gran Breta?a en festejo del retorno de los brit¨¢nicos a su seno. En la temporada 48-49 obtuvo un supercontrato con el Inter. En la 52-53 pas¨® al Torino, que luchaba por rehacer el equipo que se estrell¨® en Superga en 1949. En junio de 1953, el Valencia contrat¨® al Torino para un amistoso a fin de recaudar dinero para el f¨²tbol modesto. All¨ª estaba Wilkes. Al partido asisti¨®, a¨²n chiquillo, Luis Casanova Iranzo, hijo del m¨ªtico presidente del Valencia, Luis Casanova Giner.
¡ªApenas hizo nada. Pero Eduardo Cubells, que era un gran secretario t¨¦cnico, vio que era el hombre a fichar y se lo dijo a mi padre. En la misma cena oficial se arregl¨®.
Cuentan que el presidente de la Federaci¨®n Valenciana, Guzm¨¢n Zamorano, pregunt¨®: ¡°Ch¨¦, ?y cu¨¢ntos camiones de naranjas costar¨¢?¡±. Para ¨¦l, la unidad de moneda para grandes magnitudes era esa: el cami¨®n de naranjas.
El hijo de Luis Casanova, m¨ªtico presidente del Valencia, aseguraba que era mejor que Di St¨¦fano y Kubala
Wilkes lleg¨® al mismo tiempo que Di St¨¦fano. Tres a?os despu¨¦s que Kubala. Formaron una trilog¨ªa sagrada. Para Luis Casanova Iranzo, Wilkes fue el mejor de los tres:
¡ªLo que le he visto hacer a ¨¦l no se lo he visto hacer a nadie. Med¨ªa 1,90, ten¨ªa una zancada enorme. Bale me lo recuerda en algo, pero era mucho m¨¢s habilidoso. Imagine la zancada y el poder de Bale y el regate de Robben. Pero m¨¢s imaginativo. Cuando arrancaba era incontenible, pod¨ªa encadenar seis o siete regates y sentar al portero.
Era, eso s¨ª, muy discontinuo. ¡°Cuatro o seis jugadas por partido. Y eso en Mestalla y en los campos de Madrid, Barcelona o Bilbao¡±, confiesa Luis Casanova Iranzo. ¡°?Pero qu¨¦ jugadas!¡±. En una de ellas, ante el Sevilla, ocurri¨® de forma espont¨¢nea aquello del flamear de pa?uelos, que pas¨® a ser costumbre, tra¨ªda del toro. Luis Casanova padre acababa de ampliar Mestalla. Muchos aseguran que Wilkes contribuy¨® a pagarlo, porque cada partido fue un llenazo.
Lo de Faas era ap¨®cope de su nombre, Servaas. Su mujer le llamaba as¨ª, Vaas, pero la pronunciaci¨®n germ¨¢nica de la V tira tanto a F que se tradujo en Faas. Y ven¨ªa bien, porque a veces hac¨ªa cosas tan inveros¨ªmiles que ni sus compa?eros las captaban y le preguntaban ?qu¨¦ haces? en valenciano: ¡°?Qu¨¦ fas, Faas?¡±. Se extendi¨® entre el p¨²blico, que lo dec¨ªa jocoso. Y cuando se lo encontraban por la calle, o en una tienda, o un restaurante, siempre la misma broma. ¡°?Qu¨¦ fas, Faas?¡±.
Se aloj¨® en la Pepica, hostal-restaurante sobre la playa, de ambiente futbol¨ªstico y tambi¨¦n parada fija de Hemingway en sus giras taurinas. Se hizo adicto a la paella. El raro espa?ol que habl¨® desde muy pronto, reconstruido desde el italiano que tra¨ªa, resultaba muy gracioso. Su mujer era de raza indonesia, muy guapa, simp¨¢tica y lista (discut¨ªa ella los contratos) y el exotismo de la pareja les provoc¨® mayor cari?o a¨²n. Eran los favoritos de la ciudad.
El primer a?o marc¨® 18 goles en 28 partidos. En el segundo llegaron algunas lesiones (le pegaron mucho) y en el tercero una mala enfermedad. Un s¨¢bado se present¨® en casa de los Casanova. Le abri¨® el hijo. Eran las nueve de la ma?ana. Insisti¨® en ver al padre-presidente, que estaba en la cama, con gripe. Este se levant¨®. Wilkes le dijo que le hab¨ªan diagnosticado bocio, que quer¨ªa operarse en Holanda. Le pidi¨® rescindir el contrato. Casanova, claro, accedi¨®.
Se fue, dejando una atm¨®sfera de nostalgia. Se oper¨®, sali¨® bien, volvi¨® a jugar en Holanda, en el VV Venlo. Pero echaba de menos Valencia. Todo: el aire, el mar, la gente, las Fallas, las paellas. En el verano del 58 volvi¨®, tras un viaje a Barcelona en misiones un poco ya de intermediario de una promesa holandesa. Su aparici¨®n en Valencia agit¨® el ambiente. Hubo una especie de presi¨®n de los medios y la afici¨®n para que fichara de nuevo, pero no se pod¨ªa: el l¨ªmite era de dos extranjeros por club y ya los hab¨ªa: Joel y Walter, brasile?os.
El Levante estaba en Segunda. Su presidente, Antonio Rom¨¢n, era un hombre h¨¢bil y atrevido. En Segunda no pod¨ªan jugar extranjeros mayores de 26 a?os y ¨¦l ten¨ªa casi diez m¨¢s, pero el Levante tuvo mano en las altas esferas y pudo saltar la prohibici¨®n. Le fich¨® por un mill¨®n de pesetas el primer a?o (del que ¨¦l ten¨ªa que pagar su liberaci¨®n al VV Venlo) y 650.000 el segundo, condicionado al ascenso. Antes de hacerse oficial, Wilkes envi¨® una carta a Casanova, para que no se enterara por fuera.
?Al Levante! A los valencianistas no les sent¨® bien, pero muchos de ellos fueron, m¨¢s o menos de tapadillo, al viejo Vallejo, a ver sus diabluras. Ya no jugaba en punta, sino como segundo delantero, pero a¨²n era especial. All¨ª encontr¨® un buen socio, Montejano, apodo futbol¨ªstico de G¨®mez Pintado, aquel aspirante a la presidencia del Madrid del eslogan Bueno para el Madrid. Montejano estaba cedido por el Madrid. Compartieron habitaci¨®n. Montejano canalizaba el juego y se la echaba a Wilkes cuando le ve¨ªa desmarcado y descansado, las dos cosas a la vez. Wilkes se lo agradec¨ªa.
Pero viv¨ªa entre dos amores. En marzo, el Valencia le invit¨® a participar en el partido de inauguraci¨®n de la luz en Mestalla, contra el Stade Reims, y acept¨®. Los levantinistas torcieron el gesto.
No se consigui¨® el ascenso directo. El Levante acab¨® segundo, tras el Elche. ?l aport¨® 12 goles. Cay¨® el entrenador, ?lvaro, con la plantilla en contra. Antonio Rom¨¢n propuso a Wilkes ser el entrenador en lo que quedaba, Copa y promoci¨®n. (El Elche hab¨ªa subido con la f¨®rmula del gran veterano C¨¦sar como entrenador-jugador). En la Copa, contra el Zaragoza, la cosa no fue bien: el Levante perdi¨® 3-0 en la ida, y aunque gan¨® 3-1 la vuelta no bast¨®. No jug¨® Wilkes. Los extranjeros no jugaban la Copa.
Lo importante era la promoci¨®n¡ y sali¨® mal. En casa, con Wilkes de entrenador-jugador, el Levante pierde 1-2. Wilkes, muy marcado por Felo (que m¨¢s adelante fichar¨ªa por el Madrid) no da una. El mismo Montejano me cuenta con dolor: ¡°?Hasta yo le grit¨¦! Hubo mucha le?a y se inhibi¨®¡±. La gente se fue enfadad¨ªsima. Encima, entre la ida y la vuelta de la promoci¨®n, jug¨® otro amistoso con el Valencia, contra el Inter. Fue el acab¨®se. A Las Palmas ni viaj¨®. El entrenador ese d¨ªa fue Agust¨ªn Dolz, un hombre de la casa. El partido acab¨® 1-1. Subi¨® Las Palmas.
Ah¨ª termin¨® su aventura en el Levante. A¨²n jugar¨ªa un ¨²ltimo partido con el Valencia, contra el Nottingham Forest, homenaje compartido para ¨¦l e Ignacio Eizaguirre. Jug¨® un a?o en el Levante, s¨ª, pero segu¨ªa siendo del Valencia.
?l crey¨® que eso era compatible, pero no lo era.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.