Valverde gana a placer en Lieja
El l¨ªder del Movistar consigue su tercera Decana con un control absoluto en el ¨²ltimo kil¨®metro
La primavera de las grandes cl¨¢sicas, de los monumentos, anunciaba las primicias de los tiempos nuevos. De los podios desaparec¨ªan los nombres de siempre, qu¨¦ se hizo de Cancellara o de Boonen, heridos y en segundo plano, y brillaban j¨®venes como Kristoff o Degenkolb. Es la glaciaci¨®n del ciclismo, exclamaban las voces ansiosas de novedades. As¨ª pas¨® Flandes. As¨ª comenzaron las Ardenas, con Kwiatkowski, joven polaco, ense?ando el arco¨ªris de su pecho, y Alaphilippe, jovenc¨ªsimo franc¨¦s, mostrando agresividad, fuerza y ambici¨®n. Se acabaron los viejos, continuaban diciendo los publicistas, ya no quedan dinosaurios en la tierra, y los que quedan se han hecho modernos y llevan barba. La historia, sin embargo, los cambios de eras, no son un corte n¨ªtido y claro, porque siempre hay un Valverde por ah¨ª para romper los esquemas.
Alejandro Valverde tiene 35 a?os y corre, por fin, como lo hac¨ªa cuando juvenil o amateur, cuando era el Imbatido y sab¨ªa manejar desde la superioridad de sus piernas y la claridad de ideas todas las situaciones. Como si la bruma que entorpec¨ªa sus movimientos o le generaba un miedo insondable llegados los grandes momentos (finales de Mundiales, etapas clave del Tour, finales de cl¨¢sicas) los ¨²ltimos a?os hubiera desaparecido con los vientos belgas, el murciano gan¨® el mi¨¦rcoles con frialdad la Flecha Valona, el aperitivo del ¨²ltimo Monumento de primavera, la Lieja-Bastogne-Lieja, que, con una lucidez t¨¢ctica inesperada en el ¨²ltimo kil¨®metro, tambi¨¦n gan¨® el domingo. Lanz¨® el sprint pasada la ¨²ltima curva, a 200 metros, y nadie pudo remontarle. Segundo, como el mi¨¦rcoles, fue Julian Alaphilippe; tercero, su tercer podio al final de la cuesta de Ans, fue Purito Rodr¨ªguez, quien a los 35 a?os est¨¢ sacando los ¨²ltimos brillos a su carrera.
Fue su tercera victoria en la Decana (fundada en 1892, la Lieja ha celebrado su 102? edici¨®n en 2015), despu¨¦s de las conseguidas en 2006 y 2008. Ya es una m¨¢s que Bernard Hinault, quien se qued¨® en dos, y est¨¢ a un largo de Moreno Argentin y a dos victorias del recordman de casi todas las carreras, el can¨ªbal Eddy Merckx. ¡°S¨ª, segundo en la Amstel, primero en la Flecha, primero en la Lieja, estoy muy contento¡±, dijo Valverde, el ¨²nico espa?ol capaz de ganar alguna vez en Lieja, casi mon¨®tono en el recuento, pues la capacidad de expresi¨®n que le sobra sobre la bicicleta le falta ante los micr¨®fonos.
Valverde es imbatible al sprint en una cl¨¢sica", dijo Purito, tercer clasificado"
¡°Lluvia, lluvia, queremos lluvia¡±, dec¨ªa la v¨ªspera el Tibur¨®n Nibali, como los ni?os pidiendo flan de postre. Llovi¨®, pero solo al final, cuando ya los destacados entraban midi¨¦ndose en los gestos y en las miradas por los arrabales proletarios de Lieja, los barrios de los emigrantes mineros y los metal¨²rgicos. Y cuando empez¨® a llover, lluvia que configur¨® luego en los rostros de los corredores, la marca de barro del sufrimiento y el ciclismo, Nibali se descolg¨®, y a su rueda, o junto a ¨¦l, tambi¨¦n Kwiatkowski. Eran las v¨ªctimas de la estrategia atacante y agresiva de sus equipos, el Astana y el Etixx, y del Katusha de Purito; eran los comienzos de la ¨²ltima subida, la subida de los espa?oles.
Llovi¨® ya cuando Valverde estaba lanzado y cuando todos sus rivales de toda la vida, los hist¨®ricos, estaban derrotados. De Philippe Gilbert, el belga que naci¨® al pie de La Redoute, y gan¨® en Lieja en 2011 la cuesta m¨¢gica del bosque de las Ardenas, se hab¨ªa encargado la ca¨ªda que sufri¨® el mi¨¦rcoles en la Flecha. De Daniel Martin (ganador en 2013, tercero Valverde) y de Simon Gerrans (primero en 2014, segundo Valverde) se encarg¨® una gran ca¨ªda cuando los corredores tomaban posiciones al pie de la estrecha Redoute en la que tambi¨¦n resultaron tocados Nairo Quintana, Nicholas Roche (primo de Dan Martin) y, ligeramente, Nibali. De las fuerzas y de la capacidad de discernimiento de la docena de corredores que recorrieron juntos los ¨²ltimos kil¨®metros, se encarg¨® la dureza de un recorrido, 10 cuestas m¨¢s la subida final, 253 kil¨®metros, que les robaron seis horas y cuarto de su vida. Todos ellos contribuyeron a uno de los grandes momentos de Valverde sobre la bicicleta.
Bajo el tri¨¢ngulo rojo del ¨²ltimo kil¨®metro atac¨® Dani Moreno, el lanzador de Purito. Fue un momento cr¨ªtico. ¡°Todos me controlaban a m¨ª porque yo era el gran favorito¡±, dijo Valverde, a cuya rueda, Purito, ansioso, esperaba. ¡°Pero sab¨ªa lo que ten¨ªa que hacer. Nadie cerraba el hueco a Moreno, y yo arranqu¨¦ a 600 metros, graduando mis fuerzas para no quedarme sin golpe final. Ese era el momento que esperaba Purito, quien deber¨ªa remacharle para culminar la jugada. Lo que no consigui¨®. ¡°Es casi imposible ganarle a Valverde al sprint¡±, dijo el ciclista catal¨¢n, quien solo pudo asistir, un d¨ªa m¨¢s, al placer de Valverde. ¡°Ha corrido, adem¨¢s, de una manera muy inteligente: nos ha llevado exactamente al lugar al que quer¨ªa y donde sab¨ªa que ¨ªbamos a atacar. Para m¨ª, este tercer puesto es una decepci¨®n. Veo la botella no medio vac¨ªa, sino totalmente vac¨ªa: ?Cre¨ªa que pod¨ªa ganar! Es la carrera que m¨¢s amo, y una vez m¨¢s he dejado pasar la ocasi¨®n¡±.
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