Dos mazazos de Cristiano sobre el tabique roto del Sevilla
Ronaldo golpea cuadro andaluz con dos goles aprovechando la lesi¨®n de nariz de Krychowiak

La Liga est¨¢ tan ajustada que cualquier huesecillo roto puede inclinar la suerte del campeonato. Pudo ser un incidente irrelevante, cualquier pugna, un bal¨®n que sobrevuela por la zona m¨¢s caliente en el momento menos previsto de un partido ba?ado en sudor. Pudo ser un duelo de jugadores, un salto, un choque como tantos otros. Algo ef¨ªmero. Pero el tabique nasal de Krychowiak se parti¨® contra el cr¨¢neo de Ramos. Corr¨ªa el minuto 30 del partido en el S¨¢nchjez Pizju¨¢n cuando se precipit¨® la hemorragia. El polaco fue retirado a la banda y all¨ª los m¨¦dicos del Sevilla dudaron. Le movieron la nariz. Lo sometieron a un interrogatorio. Le pusieron tapones para frenar el goteo de sangre mientras Emery se mov¨ªa al l¨ªmite del paroxismo. El t¨¦cnico envi¨® a calentar a Iborra. Pero no se decidi¨® a cambiar al herido. Esper¨®. Pasaron los minutos. Contra uno menos, por primera y ¨²nica vez en el partido, el Madrid se mostr¨® superior. Avanz¨® 10, 20, 30 metros. Se plant¨® en campo rival. En el minuto 35 Cristiano se anticip¨® al centro de Isco desde la izquierda y marc¨® el 0-1 de cabeza. En el 36, despu¨¦s de otro centro, esta vez desde la derecha, meti¨® el 0-2. Cuando Krychowiak regres¨® al campo, casi diez minutos despu¨¦s, la Liga hab¨ªa recobrado la vida.
La ausencia del poderoso mediocentro sevillista provoc¨® un vac¨ªo que sus compa?eros no consiguieron llenar. Del desorden se aprovech¨® Cristiano, cada d¨ªa m¨¢s experto en la interpretaci¨®n de los tiempos del ¨¢rea. El portugu¨¦s remat¨® a un toque las jugadas de los dos goles. R¨¢pido, implacable, resuelto. Los celebr¨® golpe¨¢ndose el pecho de cara a la grada, reivindic¨¢ndose, homenaje¨¢ndose a s¨ª mismo, y, por fin, reuni¨¦ndose en la banda con su amigo Coentr?o para fundirse en un abrazo. Se acababa de colar por la v¨ªa abierta en el tabique roto de Krychowiak para volver a adelantarse a Messi en el fren¨¦tico mano a mano goleador que los mantiene ocupados.
El hat-trick de Cristiano arrebat¨® a Messi el liderato del Pichichi afianz¨¢ndole con 42 goles
La calurosa tarde de Andaluc¨ªa inflam¨® los ca?ones. Messi hab¨ªa sumado en C¨®rdoba su gol 51 en la temporada (40 de ellos en Liga, seis de penalti), y Cristiano (50 en todas las competiciones, 39 en Liga, 11 de penalti) deb¨ªa marcar si quer¨ªa recuperar la cabeza de la clasificaci¨®n del Pichichi.
El Madrid control¨® el partido con dificultad durante la primera media hora. Por m¨¢s que Ramos se ocupaba de hacerle la cobertura, Kroos nunca llegaba a tiempo. A la espalda del mediocentro alem¨¢n se abr¨ªa una pradera por la que circulaban a placer Reyes, Bacca y Vidal. El Madrid atravesaba por serias dificultades cuando Ramos y Krychowiak saltaron peleando por la conquista de un bal¨®n volador. El accidente tuvo mucho de circunstancial. Ramos no habr¨ªa estado ah¨ª de no ser porque Modric se ha lesionado y Ancelotti ha encontrado en el sevillano una soluci¨®n inusual. El entrenador prefiere ubicar al central en un puesto antinatural para ¨¦l antes que contar con Lucas Silva, el centrocampista cuyo fichaje cost¨® unos 15 millones de euros en el ¨²ltimo mercado invernal.
Emery prefiri¨® esperar diez minutos con un jugador menos a meter a Iborra por el polaco
El detalle no dice nada bueno de Silva y habla mucho de lo azaroso que es el f¨²tbol. Sin esa cadena de causalidades Ramos y Krychowiak no habr¨ªan percutido. Sin esa fricci¨®n el partido habr¨ªa sido completamente distinto. Pero ya no volvi¨® a ser el mismo partido. Ni la Liga volvi¨® a ser la misma Liga.
Cristiano se ocup¨® de blandir el mazo. Dos veces, contra diez, en un par de acciones magistrales por su econom¨ªa de gestos. Dos intervenciones quir¨²rgicas, r¨¢pidas, que arrojaron al Sevilla a los matorrales mientras Unai Emery esperaba que su mediocentro favorito dejara de sangrar. Las dos acciones recolocaron al portugu¨¦s en la cabeza de los goleadores con 41 tantos ¡ªluego meti¨® el 42 para asegurar la victoria¡ª.
Las tribunas no dejaron de cantar, de animar, de encender a sus jugadores en desventaja. Result¨® in¨²til. La fractura que origin¨® el hueso roto de Krychowiak fue irreparable.
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