Tres tenores inesperados
Nocioni, Ay¨®n y Rivers, los fichajes de este a?o, decantaron la noche con su ardor guerrero
Si hay un tema sobre el que se ha debatido hasta la saciedad en esta temporada, ha sido el de las comparaciones entre el Madrid del a?o pasado y el de este curso. Despu¨¦s de quedarse en blanco en cuanto a t¨ªtulos de enjundia se refiere, no solo se cambiaron un buen numero de jugadores sino que durante los primeros meses no hab¨ªa rastro del estilo de juego luminoso que hab¨ªa enamorado a los aficionados. Como al final todos estos asuntos acaban personaliz¨¢ndose, las nuevas incorporaciones fueron puestas bajo la lupa, y no salieron muy bien paradas por unas razones o por otras. En teor¨ªa las contrataciones de gente como Nocioni, Ay¨®n, Rivers o incluso Campazzo buscaban elevar la competitividad del grupo. Se perd¨ªa brillo, pero se pretend¨ªa ganar ardor guerrero en los partidos donde se juegan los t¨ªtulos. A la espera de lo que ocurra el domingo, la semifinal les ha dado la raz¨®n. Porque los grandes triunfadores de la noche fueron precisamente tres de los nuevos, un mexicano con pinta de haber salido de un cap¨ªtulo de Breaking bad, un argentino al que el paso del tiempo le ha quitado piernas pero no coraz¨®n y un norteamericano discreto hasta que se pone a enchufarlas como un loco. Tres tenores inesperados que dieron presencia, acierto, ¨¢nimo y colmillo.
El partido hab¨ªa comenzado con malas noticias, pues Felipe Reyes se cargaba r¨¢pidamente de faltas. Luego no fue tan malo, ya que la salida de Slaughter elev¨® el tono defensivo interior, maltratado hasta ese momento por el talento de gente como Vesely. Ay¨®n empezaba a dar se?ales de andar enchufado pero no fue hasta que sali¨® Nocioni cuando el Madrid toc¨® a rebato. Si alguien se cuestiona de qu¨¦ hablamos cuando se remarca la capacidad competitiva casi cong¨¦nita de los deportistas argentinos, el partido del Chapu lo explica perfectamente. Estuvo en todas partes, sac¨® de quicio a Bjelica, rebote¨®, meti¨® triples y hasta puso un tap¨®n estratosf¨¦rico al final del tercer cuarto, cuando el partido se hab¨ªa puesto algo feo por la dureza de los de Obradovic, que comprendieron que, por el camino que llevaban, se iban a llevar una tunda de cuidado. Con Nocioni omnipresente, el partido se abri¨® y a la carrera, al Madrid le lleg¨® la inspiraci¨®n, por dentro y por fuera. De los triples se encarg¨® Rivers, en uno de esos d¨ªas de tirador endiablado. El trabajo interior fue cosa de un Ay¨®n superlativo. Le ha costado un mundo entrar en buena din¨¢mica, pero hace un par de meses comenz¨® a crecer. En el d¨ªa m¨¢s importante, domin¨® las dos zonas con una autoridad que por momentos parec¨ªa m¨¢s Shaquille O¡¯Neal que el dubitativo jugador de principios de temporada.
Empujado por un tr¨ªo estelar inesperado, el Madrid se fue hasta un +27 que parec¨ªa definitivo. Lo fue, pero hubo que remar un poco m¨¢s pues el Fenerbah?e ensuci¨® el partido todo lo que pudo, con alguna acci¨®n no muy digna pero que logr¨® su objetivo. El Madrid perdi¨® lucidez y sus rivales, sobre todo Goudelock, recuperaron el acierto. Pero el bot¨ªn era demasiado grande como para perderlo. El Madrid jugar¨¢ su tercer final consecutiva. Toca ya ganarla.
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