Las siete finales del Barcelona en la Champions como br¨²jula
Las derrotas europeas derivaron en una crisis de identidad al tiempo que los triunfos tuvieron la continuidad del ¨¦xito
Por la negaci¨®n de los postes, por la falta de juego o por la soberbia, el Bar?a perdi¨® tres finales europeas que derivaron en una crisis de juego y de identidad. Los triunfos, sin embargo, evidenciaron la salud y fertilidad futura del club.
La final de los postes.
La figura de Luis Su¨¢rez, Bal¨®n de Oro en esa temporada, explica al Bar?a de 1961, que al fin logr¨® contrarrestar la hegemon¨ªa del Madrid ¡ªcinco Copas de Europa seguidas¡ª tras apearle en octavos con cierta pol¨¦mica porque el colegiado anul¨® tres goles por fuera de juego. Sin carburar en la Liga ni en la Copa, el equipo se remiti¨® a la final de la Copa de Europa ante el Benfica y se estamp¨® cuatro veces con los postes (uno fue doble).
Jugaba el Bar?a de Orizaola ¡ªBrocic fue despedido a mitad del curso¡ª con un 3-2-5 y con la influencia h¨²nga de Kocsis, Czibor y Kubala. ¡°Jug¨¢bamos muy buen f¨²tbol, con una buena salida del bal¨®n y mucho gol¡±, relata Luis Su¨¢rez. Pero se les desvi¨® la mirilla en Berna. ¡°Ese partido naci¨® y acab¨® desgraciado¡±, cuenta. ¡°Y desde entonces las porter¨ªas dejaron de tener postes cuadrados para ser redondos...¡±, recuerda Su¨¢rez, que ya sab¨ªa entonces que ser¨ªa su ¨²ltimo duelo de azulgrana al firmar con el Inter. Su adi¨®s desangel¨® al Bar?a, que hizo caja (150.000 euros), pero palideci¨® en lo deportivo porque tard¨® 25 a?os en disputar una nueva final europea. ¡°Me vendieron por dinero¡±, desvela; ¡°y se equivocaron porque ese equipo ya no volvi¨® a ganar¡±.
La pifia de Sevilla. Con un 4-4-2 cl¨¢sico, el Bar?a de Terry Venables planteaba unos duelos f¨ªsicos basados en la presi¨®n. Una estrategia que les llev¨® a ganar la Liga de 1985 pero que les pas¨® factura al a?o siguiente. Descabalgados del torneo dom¨¦stico, perdieron la final de Copa con el Zaragoza y en Europa cayeron en los penaltis ante el an¨®nimo Steaua de Bucarest, que lo festej¨® en el S¨¢nchez Pizju¨¢n ante la sorpresa general.
El partido empez¨® torcido desde el once. ¡°Jug¨® Archibald, que no estaba en condiciones al salir de una lesi¨®n muscular. ?Y Pichi hab¨ªa marcado tres goles en las semis!¡±, dice V¨ªctor Mu?oz. ¡°A Venables le vino grande. Me tuvo calentado desde el minuto 35 y me sac¨® en el 112. Recuerdo que de vez en cuando preguntaba si alguien quer¨ªa el cambio¡ ?Pero qui¨¦n querr¨ªa dejar de jugar una final?¡±. El t¨¦cnico, sin embargo, s¨ª que quit¨® a Schuster, que se march¨® a su casa antes de acabar el choque, a la gresca como estaba con el presidente N¨²?ez. Pero lo peor fue la tanda de penaltis. ¡°A la hora de elegir los lanzadores hubo estampida¡±, dice Alonso. ¡°Los tiramos fatal. ?Ni uno metimos!¡±, agrega Mu?oz. Y el Bar?a se desgaj¨® hasta la vuelta de Cruyff. ¡°Tras el fracaso pareci¨® que se romp¨ªa algo. Cre¨® un trauma y fue un poco el germen del mot¨ªn del Hesperia¡±, aclara Mu?oz.
El zapatazo de Koeman. 1992 fue la culminaci¨®n de la idea futbol¨ªstica de Cruyff, del 3-4-3 al 4-3-3 con el bal¨®n como protagonista, las triangulaciones por bandera y el ataque por decreto. Un triunfo que pas¨® por dos momentos cr¨ªticos: la victoria de la Recopa del 88, cuando N¨²?ez amenazaba a Cruyff de despido; y el gol de Bakero al Kaiserslautern. ¡°Fue una inyecci¨®n brutal que nos hizo ver que pod¨ªamos ganar a cualquiera¡±, cuenta Julio Salinas. Se gan¨® la Liga y se lleg¨® a Wembley ante la Sampdoria.
¡°Cruyff me llam¨® el viernes al despacho Cruyff y me dijo: ¡®No cuento mucho contigo y no vendr¨¢s convocado el domingo, pero cu¨ªdate el fin de semana porque jugar¨¢s la final¡¯. No entend¨ªa nada¡±, explica Salinas. Y aunque Pagliuca le detuvo un chut que se cant¨® gol, un disparo de falta indirecta de Koeman en la pr¨®rroga les dio la gloria. ¡°Ellos eran buenos, pero la idea de Johan ya estaba asentada¡±, argumenta Salinas; ¡°y se demostr¨® que nos quedaba cuerda para rato con otras dos Ligas y una nueva final europea¡±.
La bofetada del Milan. Celebr¨® el Bar?a la Liga el s¨¢bado hasta las ocho de la ma?ana ¡ªgracias al penalti fallado de Djukic¡ª y el mi¨¦rcoles se plant¨® en Atenas con la soberbia del campe¨®n, descontado el alir¨®n frente al Milan. ¡°No preparamos el partido porque cre¨ªamos que eran una banda. Y nos atropellaron¡±, suelta Salinas. Hasta Cruyff solt¨® una bravuconada antes del duelo: ¡°Futbol¨ªsticamente el Milan no es nada del otro mundo". Se equivocaron.
Tras eso, el mister se cabre¨® y se carg¨® al equipo. Zubi, Romario, Laudrup¡ Y ah¨ª se acab¨® el recorrido del equipo¡±, afirma Salinas.
¡°Nosotros lleg¨¢bamos con m¨¢s dudas que certezas porque ten¨ªamos bajas en defensa (Costacurta y Baresi), y porque los amistosos de antes de la final fueron mal¡±, recuerda Daniele Massaro, que hizo los dos primeros goles; ¡°pero Cruyff, mi ¨ªdolo, hizo esas declaraciones y nos carg¨® de energ¨ªa¡±. Y prosigue: ¡°Tan concentrados est¨¢bamos, que en el vestuario, antes del partido, nadie dijo ni una palabra. Ni Capello¡±. E hicieron un partido redondo. ¡°Tras eso, el mister se cabre¨® y se carg¨® al equipo. Zubi, Romario, Laudrup¡ Y ah¨ª se acab¨® el recorrido del equipo¡±, afirma Salinas. Massaro lo resume gr¨¢ficamente: ¡°En los a?os 80 destruimos al Madrid y despu¨¦s de ese partido, al Barcelona¡±.
La f¨¢bula de Beletti. Frank Rijkaard estuvo a punto de salir del Bar?a apenas unos meses despu¨¦s de llegar, all¨¢ en 2003. ¡°Si perd¨ªamos contra el Sevilla, pens¨¢bamos que no seguir¨ªa¡±, recuerda Gio Van Bronckhorst; ¡°pero vencimos y todo empez¨® a funcionar¡±. Tanto, que con la llegada posterior de Deco y Ronaldinho el equipo cautiv¨® hasta coronarse en Par¨ªs. ¡°Puyol ordenaba atr¨¢s, M¨¢rquez dirig¨ªa, Deco pon¨ªa el f¨²tbol, Eto¡¯o el gol¡ y Ronaldinho la magia¡±, expone Gio.
Aunque en la final el guion fue distinto porque el Arsenal se adelant¨® r¨¢pido y se qued¨® con 10 por la expulsi¨®n de Lehman. ¡°?ramos mejores, pero Henry pudo decidir y s¨®lo nos recuperamos con la entrada de Larsson e Iniesta¡±, explica Van Bronckhorst; ¡°y con ellos llegaron los goles de Eto¡¯o y Belleti, que eso fue la euforia m¨¢xima¡±. Rijkaard fue expresivo: ¡°Es el triunfo del sentido com¨²n¡±. Pero tambi¨¦n lo fue de un modelo, de una ideolog¨ªa que se arraig¨® con Cruyff y que perdura hasta hoy. ¡°Desde entonces el Bar?a disfruta con el f¨²tbol y es un equipo ganador¡±, conviene Gio.
Los gladiadores de Roma. Piqu¨¦ se gan¨® un hueco en el vestuario del Manchester United ¡ªen los desplazamientos compraba las revistas de cotilleo para todos y les daba palizas a p¨®ker en el garaje de Brown, entre otras cosas¡ª, pero no en el c¨¦sped porque Vidic y Ferdinand le frenaron el paso. Por eso la final de Roma fue especial. ¡°Llegamos tras el gol de Iniesta en Stamford Bridge, lo que me hizo pensar que ese equipo estaba hecho para ganar¡±. Y gan¨®, por m¨¢s que Alves, M¨¢rquez y Abidal estuvieran lesionados, improvisado Puyol como lateral y Tour¨¦ de central.
Invicto en los ¨²ltimos 25 partidos europeos, el United asustaba con Ronaldo y Rooney en cabeza. Pero fue un equipo vulgar en manos (o pies) de los azulgrana. ¡°Los goles de Messi y Eto¡¯o lograron que fuera una final redonda¡±, recuerda Piqu¨¦. Resulta que Leo ya hab¨ªa recogido el testigo de Ronaldinho y los canteranos (Xavi, Iniesta y Busquets) bailaban el bal¨®n a su alrededor. ¡°Esa es la fuerza del Bar?a, que tiene paciencia con sus jugadores¡±, cuenta Piqu¨¦; ¡°y pensamos que si segu¨ªamos en esa l¨ªnea, pod¨ªamos dar m¨¢s alegr¨ªas al club¡±.
El triunfo del pase. Intervencionista como es, Guardiola molde¨® el equipo sobre Messi, hasta el punto de que prescindi¨® de Ibrahimovic. ¡°El t¨¦cnico pensaba en el futuro y lo ve¨ªa como un puzle. Era dif¨ªcil separarse de piezas importantes, pero los resultados juzgan¡±, reivindica Abidal. No le fue mal al Bar?a ni a Guardiola porque ganaron la Liga, la Copa y la Champions, de nuevo frente a un Manchester y en Wembley. ¡°La filosof¨ªa Pep funcionaba porque ten¨ªa jugadores para ello¡±, resuelve Abidal.
La filosof¨ªa Pep funcionaba porque ten¨ªa jugadores para ello¡±, resuelve Abidal
Advertido de que el campe¨®n ingl¨¦s era un experto en la estrategia, el Bar?a no concedi¨® ni un solo c¨®rner y apenas cont¨® cinco faltas. ¡°No ten¨ªamos jugadores altos, pero sab¨ªamos que si ten¨ªamos el bal¨®n, ellos no crear¨ªan peligro¡±, apunta Abidal. Respondi¨® Ferguson: ¡°Nunca nadie nos hab¨ªa dado una paliza as¨ª¡±. Y Puyol, atento con Abidal porque hab¨ªa superado su lucha contra el c¨¢ncer, le dej¨® alzar la Orejona. Desde entonces, el Bar?a sigui¨® con su idilio de t¨ªtulos menos en el curso pasado, pero ahora vuelve a la final europea. ¡°Estos jugadores han dejado una manera de vivir el f¨²tbol y el club¡±, zanja Abidal.
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