Neymar contra Neymar
Que Neymar se haya tenido que ir por la peor gatera de la Copa Am¨¦rica es, sobre todo, culpa de Neymar. Su berrinche con el colegiado chileno Enrique Osses, al que al parecer anud¨® por el cuello mientras le llamaba ¡°hijo de puta¡± hasta en cinco ocasiones, merece la condena que le destierra del torneo. Otra cosa son los atenuantes, caso de la permisividad arbitral con muchos carceleros del brasile?o. Pero es hora de preguntarse por qu¨¦ recibe m¨¢s estacazos que otros genios como Messi o Cristiano Ronaldo, por ejemplo. Quiz¨¢ porque Neymar, con alg¨²n exceso de samba futbolera interpretada a destiempo y peor entendida, frecuentes muecas burlonas y m¨¢s sobreactuaci¨®n de lo normal, no ayuda a un mayor concilio. Desquicia y termina por desquiciarse. Nada peor para el crack, al que rivales y ¨¢rbitros de todo pelo han tomado la matr¨ªcula. Est¨¢ en una diana de la que solo ¨¦l, con otra actitud, podr¨¢ descolgarse. Sea justo o injusto, el azulgrana debe aceptar la realidad: siendo como es a¨²n le esperan muchos fregados desagradables, lo que no le interesa.
En un a?o, es la segunda vez que Ney debe despedirse antes de tiempo, aunque por causas diferentes. El colombiano Z¨²?iga le astill¨® una v¨¦rtebra en Brasil 2014 y ahora, ante el mismo adversario y sus colegas, acab¨® con las neuronas fundidas, a la gresca con unos y otros, los de amarillo y los de negro, en el c¨¦sped y en el t¨²nel de los camerinos. Sin llegar a tanto, por suerte, tambi¨¦n estuvo a un paso de cerrar de mala manera la final de Copa con el Athletic por un arabesco sobrante, seg¨²n ciertos c¨®digos futboleros una irreverencia imperdonable. Un punto de madurez fortalecer¨ªa su defensa, que la tiene, y mucha, cuando alg¨²n Gim¨¦nez, como el del Atl¨¦tico, le ensangrienta un tobillo en el Camp Nou. O cuando un M¨¦del, el chileno, le pisotea en un amistoso en Londres. Son solo dos apuntes de las arteras sangr¨ªas que sufre. De las de verdad, no esas otras en las que simula una muerte transitoria.
Con la llegada de Dunga al banquillo de Brasil, Neymar recibi¨® los galones de capit¨¢n, por delante de pretorianos como Thiago Silva o David Luiz. Un gui?o al que se espera sea el l¨ªder de esta canarinha tan deste?ida. El brazalete requiere mejor juicio, mayor aplomo en la duras y en las maduras. A las primeras de cambio, el chico ha perdido el gobierno, por m¨¢s que exhiba como eximentes los moratones de sus despellejadas piernas. Es flagrante la falta de protecci¨®n arbitral, pero el primero que debe preservarse es el propio Neymar. A nadie conviene que la especie se extinga. Por irritante que le parezca, por mucho que vaya en contra del sentido com¨²n y el juego limpio, en un f¨²tbol tantas veces selv¨¢tico, no encontrar¨¢ resguardo si no cuida el temple, si no selecciona de otra manera su repertorio fabuloso de gambetas y otras deslumbrantes filigranas cuando son efectivas. Al estilo del buen torero: cu¨¢ndo faenar y cu¨¢ndo lucirse.
Neymar representa el ¨²nico eslab¨®n entre el f¨²tbol actual y el aut¨¦ntico Brasil de ¨¦poca, no el desnaturalizado desde hace a?os, este de tan ulcerosa digesti¨®n. Es la ¨²nica gozada que queda del mejor vivero en la historia de este deporte, del pa¨ªs con mejor chistera. Neymar, como tantos de sus incunables antepasados, simboliza la parte m¨¢s fascinante del juego, la del arte de lo imprevisto, la magia en estado puro, las piernas en vuelo por un lado y el cuerpo en direcci¨®n opuesta. Un futbolista imaginativo, con recursos para boquiabiertos, con el regate y sus m¨²ltiples variantes como hechizo. Un trapecista contra el f¨²tbol robotizado, un embrujo para la hinchada. Ocurre que su sonrisa barrial a la cara del contrario no es la playera del dicharachero Ronaldinho. Ante el primero, los alguaciles ven a un chulapo y apuntan a las tibias; frente al segundo daban ganas de hacerse un selfie, como el del jamaicano Deshorn Brown con Messi el pasado s¨¢bado, aunque La Pulga no sonr¨ªa ni en las postales.
Por todo ello, a Neymar no le bastar¨¢ con apelar a la justicia, la po¨¦tica y la real. Lo mismo da que se vea cargado de razones. Ante tanto piquete, de nada le servir¨¢ el ¡°yo soy as¨ª¡±. El f¨²tbol, sus viejos modos, sus antiguos mandamientos, no se lo consentir¨¢. A la vista est¨¢. El mejor Neymar ser¨¢ otro Neymar, el de los mismos pies, s¨ª, pero con otra cabeza.
Es el regate a s¨ª mismo que le queda por hacer. Si lo consigue, los otros culpables quedar¨¢n al desnudo. Y los hay, claro que los hay. Del j¨²nior brasile?o depende que salgan a la luz. Mientras tanto, es Neymar quien juega contra Neymar.
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