El maestro y su laberinto
No parece el mejor Uruguay ni con elementos para amargar el banquete a los chilenos, y ese es el problema: que no se lo cree
¡°En alg¨²n lugar tiene que estar ese hilo hacia el pasado¡±, me explicaba ?scar Washington Tab¨¢rez en Sud¨¢frica, a unos meses del Mundial 2010.
Con semblante relajado, con discurso humilde, con acento que invita a querer escuchar m¨¢s, con vocaci¨®n pedag¨®gica, con la gesticulaci¨®n apoyada en un constante movimiento de rostro (casi como Beatle cantando), resum¨ªa lo que buscaba en esa, su segunda etapa al frente de la selecci¨®n uruguaya: ¡°Y yo me repito, que debo ser capaz de encontrar algo que nos una a lo que hicimos. Y son muchos, much¨ªsimos a?os¡, pero algo tiene que haber que nos conecte a ese pasado. Y yo busco ese hilo. Tiene que haber alg¨²n hilo. En alg¨²n lado¡±.
Poco despu¨¦s, en canchas sudafricanas, el hilo hab¨ªa aparecido. Por primera vez desde M¨¦xico 1970, Uruguay consum¨® una brillante Copa del Mundo, accediendo a la ronda semifinal. En el camino hubo padecimiento m¨¢ximo para superar a Corea del Sur y, sobre todo, a Ghana (la ag¨®nica mano de Su¨¢rez, el travesa?o de Asamoah Gyan, el panenka de Abreu), aunque nadie dudaba del renacimiento charr¨²a, con sus figuras otra vez mandando en las principales ligas de Europa.
Curiosa paradoja: el m¨¢ximo ganador en la historia de la Copa Am¨¦rica, es el pa¨ªs menos poblado de Sudam¨¦rica
Un a?o m¨¢s tarde, en la Copa Am¨¦rica de Argentina, este representativo volvi¨® a ser experto, como dicta la a?eja y ¨¦pica tradici¨®n del Maracanazo, en echar a perder la fiesta a sus vecinos. Elimin¨® a los albicelestes en su casa y levant¨® el trofeo. El hilo, o algo parecido, ah¨ª estaba. El maestro Tab¨¢rez ve¨ªa salir del laberinto a su aguerrido Teseo, aferrado a un list¨®n que acaso conduce hacia Leandro Andrade y ¡°el Vasco¡± Cea en los a?os treinta, hacia Obdulio Varela y ¡°Pepe¡± Schiaffino en los cincuenta.
Curiosa paradoja: el m¨¢ximo ganador en la historia de la Copa Am¨¦rica, es el pa¨ªs menos poblado de Sudam¨¦rica (arriba de tres millones de habitantes) y el de menor extensi¨®n (cabe casi cincuenta veces en Brasil). Nadie en el mundo tiene m¨¢s futbolistas y estrellas per c¨¢pita que ellos. Pocos, como los uruguayos, encontraron en el futbol una manera de anunciar su existencia, expresar su identidad nacional, diferenciarse de los dos gigantes entre los que viven geogr¨¢fica y culturalmente apretados.
Este mi¨¦rcoles vuelven a ejercer su predilecto rol de antagonista, a buscar incordiar a los de casa, a intentar romper los pron¨®sticos. No parece el mejor Uruguay ni con elementos para amargar el banquete a los chilenos, y ese es el problema: que entre menos se le crea, m¨¢s peligroso resulta. M¨¢xime, si el maestro hall¨® el hilo. M¨¢xime, si el maestro los sac¨® del laberinto tras tantas d¨¦cadas de malentendida garra.
Twitter/albertolati
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