Los penaltis hacen justicia a Argentina

Una ag¨®nica tanda de 14 penaltis enfil¨® a Argentina a la semifinal frente a una Colombia deste?ida, que resisti¨® colgada de Ospina, su portero, sin nada m¨¢s que ofrecer. Messi y los suyos no merecieron tanta angustia tras su abrumadora superioridad, especialmente en el primer tiempo. La intriga la resolvi¨® T¨¦vez, autor del penalti ganador unas horas despu¨¦s de que Boca oficializara su fichaje. La victoria, no obstante, no resuelve el enigma de la albiceleste, que con una lista deslumbrante de delanteros parece que el gol se le haya convertido en un difuso espejismo. Peor a¨²n ha sido lo de la ¡°cafetera¡±, que deja Chile con un solo tanto en su cuenta, y obra de un defensa, no de James, Falcao, Jackson, Bacca¡­ En verdad, Colombia en nada fue la Colombia chispeante que se esperaba. La albiceleste, pese al gatillo gripado, tiene repertorio y ha exhibido mucho m¨¢s muestrario. Brasil o Paraguay la medir¨¢n en semifinales.

Argentina atrofi¨® por completo a Colombia, que no dej¨® m¨¢s migas que las botas de sierra. Mucha cera, mucho cuerpo a cuerpo y nada m¨¢s. Sobre todo en el primer episodio, el conjunto del Tata coloniz¨® a los cafeteros en su propio campo, con una presi¨®n alta, un dique insalvable para los de P¨¦kerman, incapaces de dar una puntada al juego, de dar salida al f¨²tbol. Su seleccionador envid¨® con dos arietes y James en la ¨®rbita de Mej¨ªa, el ¨²nico medio centro, para tener alg¨²n dictado. Un fracaso absoluto. Ni rastro de James, lastrado, adem¨¢s, por una tarjeta a los once minutos por protestar. Lo cierto es que nadie mereci¨® mayor recusaci¨®n que el ¨¢rbitro, el mexicano Roberto Garc¨ªa, aturdido como una momia, superado en lo fino y en lo grueso.

Colombia era un gui?apo a pies de Argentina y a P¨¦kerman no le qued¨® m¨¢s remedio que rectificar antes de la media hora. El medio campo argentino ten¨ªa por la pechera el partido. Mascherano y Biglia, con los descuelgues de Pastore y Messi ¨Cal que Arias dict¨® orden de arresto por casi todo el campo durante m¨¢s de una hora- encapsulaban a James y Mej¨ªa era un descamisado ante tanto adversario. Abrumado por el tajo, Mej¨ªa atropell¨® a Messi y se carg¨® con una amarilla madrugadora. P¨¦kerman intervino de inmediato, dio marcha atr¨¢s y ech¨® el lazo a Cardona en detrimento de Teo Guti¨¦rrez. Un medio tap¨®n por un delantero. No hubo remedio. Todo colombiano iba a rebufo de todo argentino. De Romero, el meta albiceleste, ni un m¨ªsero plano hasta el minuto 67, cuando debi¨® atajar un cabezazo. Hasta su parada a Muriel, su compa?ero en la Sampdoria, en la rueda de los penaltis, la ¨²nica vez en toda la jornada que necesit¨® las manos. Colombia fue una selecci¨®n de cart¨®n piedra, marchitada, decepcionante por su manera de asumir un papel secundario. Ni rastro del equipo que hace un a?o refresc¨® el Mundial de Brasil.

El encuentro solo ten¨ªa un guion. Hasta el descanso, el de Messi y Pastore, y, por encima de ambos, el de Di Mar¨ªa, un tormento para Z¨²?iga y Cuadrado, una mala copia del proyecto de jugador que parec¨ªa ser. Argentina fue una selecci¨®n expansiva en casi todo. Tuvo quite y arquitectura, pero le falt¨® contundencia, defecto ya exhibido en esta Copa. Un arcano del f¨²tbol, imposible de sospechar cuando en un equipo se alistan Messi, Ag¨¹ero, Di Mar¨ªa, Higua¨ªn, T¨¦vez¡­ Ante Colombia, Ospina, el portero, puso de su parte. Comenz¨® con una doble parada para los archivos. Primero evit¨® con los pies un disparo cercano del p¨ªcaro Ag¨¹ero, y luego, en el rechace, con Messi a punto del brindis con un cabezazo a bocajarro. Ospina estaba a¨²n en el suelo, pero tir¨® de muelles en los talones y obr¨® un milagro. No fue el ¨²nico. Su estirada ante un remate de Otamendi en el segundo acto fue prodigiosa. Con las u?as de la mano izquierda desvi¨® la pelota a su poste izquierdo.

Colombia era un gui?apo a pies de Argentina y a P¨¦kerman no le qued¨® m¨¢s remedio que rectificar antes de la media hora. Hizo un cambio

Por entonces, ya en el segundo cap¨ªtulo, Argentina ya hab¨ªa bajado el pist¨®n, como ha sido su costumbre en el campeonato. Di Mar¨ªa ya no fue el primer Di Mar¨ªa, y Pastore se perdi¨® en la nada. Solo Messi, ya con la posici¨®n muy centrada, mantuvo el m¨¢stil. Colombia en nada cambi¨®, pero ante un rival m¨¢s fundido respir¨® mejor. Nunca irrumpi¨® James, y nada dijo Falcao tras relevar a Jackson. La Copa no ha resucitado a Falcao, que sigue entre tinieblas, irreconocible, extraviado. La selecci¨®n cafetera, pese a la n¨®mina, solo tuvo fogueo. En realidad, ni eso.

Pese a rebajar el juego y el ¨ªmpetu, el grupo de Martino a¨²n tuvo arrestos para desvelar a Ospina. No solo en su parada marciana a Otamendi. Tambi¨¦n fue espectador de un disparo al larguero de Banega. Argentina no pudo, se qued¨® sin gas y, de forma inopinada por sus m¨¦ritos, se vio ante el abismo de los penaltis en un torneo que ha borrado las pr¨®rrogas. La ruleta le sonri¨® tras 14 lanzamientos. Lo que tard¨® T¨¦vez en dar la puntilla a Colombia. Demasiada angustia para lo sucedido.