Chile conquista Am¨¦rica
La rueda de los penaltis proporciona a la Roja el primer t¨ªtulo de su historia despu¨¦s de un partido de un desgaste f¨ªsico tremendo, bien manejado por el equipo de Sampaoli
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A Chile le vali¨® la pena aguardar toda la vida para ganar una Copa. La Roja sali¨® campeona por vez primera en su historia a costa de Argentina. La rueda de los penaltis conden¨® a la selecci¨®n albiceleste, abatida en la final del Mundial y de la Copa Am¨¦rica, y coron¨® al sufrido Chile. Aunque no hay suerte m¨¢s cruel que los tiros desde los once metros, los anfitriones se ganaron merecidamente el trofeo por haber negado a Messi, ganador en el Bar?a, perdedor en Argentina. No ha sido un torneo para delanteros con talento sino para atacantes derrochadores como Alexis; jugadores f¨ªsicos de la talla de Medel; t¨¢cticos categ¨®ricos, pocos como Sampaoli; e hinchadas entregadas, ninguna como la de Chile.
Chile, 0 - Argentina, 0 (4-1)
Chile: Bravo; Silva, Medel, Marcelo D¨ªaz; Isla, Vidal, Ar¨¢nguiz, Beausejour; Valdivia (Mati Fern¨¢ndez, m. 74); Alexis S¨¢nchez y Vargas (Henr¨ªquez, m. 94).
Argentina: Romero; Zabaleta, Demichelis, Otamendi, Rojo; Biglia, Mascherano; Pastore (Banega, m. 80); Messi, Kun Ag¨¹ero (Higua¨ªn, m. 73) y Di Maria (Lavezzi, m. 28).
Penaltis: Mati Fern¨¢ndez, gol. Messi, gol. Vidal, gol. Higua¨ªn, fuera. Ar¨¢nguiz, gol. Banega, para Bravo. Alexis S¨¢nchez, gol.
?rbitro: Wilmar Rold¨¢n. Colombia. Amonest¨® a Silva, Medel, Marcelo D¨ªaz, Rojo, Mascherano, Ar¨¢nguiz y Banega.
Nacional de Santiago. 48.665 espectadores.
Hubo un momento en que parec¨ªa anunciarse el fin del mundo en el Nacional. No hab¨ªa m¨¢s color que el rojo, el rojo del fuego; la hinchada rug¨ªa, todos a una, como si todo Chile estuviera metido del estadio; y equipo atacaba cada pelota como si fuera la ¨²ltima, la decisiva, la que por fin le daba una victoria como Dios manda a la sufrida Chile. No era una ofensiva salvaje, nada de b¨¢rbaros, porque los equipos de Sampaoli procuran desplegarse de manera sincronizada, exigente, entrenada. No es casual que el seleccionador chileno participe de la ideolog¨ªa de Bielsa y Guardiola. Nada m¨¢s sacar de centro, Chile consigui¨® meter a Argentina en una lavadora y el centrifugado fue tremendo durante casi media hora.
A partir de una l¨ªnea de tres centrales, los laterales chilenos tiraban largo y r¨¢pido, una tortura sobre todo para Rojo. No daban abasto los medios de Martino ante el acoso de Chile. Jugaba La Roja de manera agresiva, sincronizada, colectiva, como si fuera un solo jugador, llegando con hasta cinco futbolistas, una vez y otra, sin parar, sin concesiones, sin desmayo; no conced¨ªa un respiro salvo cuando la pelota llegaba al Valdivia. Al Mago, sin embargo, le lleg¨® pocas veces el bal¨®n en un partido muy comprimido, sin ning¨²n respiro, salvo cuando en el otro bando aparec¨ªa Messi.
Ning¨²n futbolista expres¨® mejor la declaraci¨®n de intenciones que Alexis. No hay jugador m¨¢s voluntarioso, incontenible, generoso y sobre todo atropellado, porque el cuero con la misma facilidad que lo recupera y se le vuelve a escapar, que el Ni?o Maravilla, tocopillano, del desierto de Atacama. Al Ardilla le cuesta acabar las jugadas, encontrar los tres palos, finalizar el trabajo de La Roja. Apenas tuvo que intervenir Romero, salvo en un tiro de Vidal, y en cambio Bravo sac¨® dos remates de gol, uno a remate del Kun y el otro a tiro de Lavezzi, habilitado deliciosamente por Pastore.
No era f¨¢cil dar con la pelota ante tanto choque, empuj¨®n y avasallamiento, sobre todo cuando los chilenos encontraban el punto exacto para tirar la presi¨®n. Las transiciones argentinas fueron pocas, pero selectivas, incluso despu¨¦s de romperse Di Maria, desbordado por el ritmo de Chile. Las faltas se suced¨ªan, el juego apenas ten¨ªa continuidad y las tarjetas se suced¨ªan en Chile. A los futbolistas les sent¨® mal el descanso porque el partido sigui¨® siendo poco lucido y por el contrario perdi¨® intensidad, entusiasmo, energ¨ªa.
El paisaje, sin embargo, continuaba sin despertar el inter¨¦s de Messi. El 10 estaba tan fuera del partido que incluso sacaba de banda, ni que fuera para tocar la pelota, aburrido porque los suyos no sab¨ªan c¨®mo encontrarle y los contrarios sab¨ªan esconderle, ya fuera con la presi¨®n, con la marca por aburrimiento. Argentina se fue empeque?eciendo, cada vez m¨¢s sometida, entregada a los pelotazos, ya con Higua¨ªn en la cancha como sustituto del Kun.
Los cambios
Martino acab¨® por cambiar tambi¨¦n a Pastore y dio entrada a Banega, se?al de que ve¨ªa al equipo desordenado y desorientado, sin br¨²jula, superado por el alto voltaje de Chile. Ya se sabe que al entrenador argentino siempre se le acus¨® de no saber intervenir cuando sus equipos se van deshaciendo; le pas¨® con Argentina; antes con el Bar?a.
El palmar¨¦s de la Copa Am¨¦rica
Se juega desde 1916 y es el torneo de selecciones m¨¢s antiguo del mundo.
Con esta victoria, Chile logra la primera Copa Am¨¦rica de su historia. Y lo hace en su pa¨ªs, como anfitriona.
La ¨²ltima ganadora, Uruguay, es tambi¨¦n la selecci¨®n que m¨¢s veces ha ganado el torneo, con 15 t¨ªtulos. Argentina, finalista, tiene 14. Brasil lo ha ganado en ocho ocasiones; Paraguay y Per¨², en dos; Bolivia y Colombia, una vez.
La Roja cerr¨® su cancha y se arrim¨® muy bien en la contraria. El problema es que continuaba sin atinar en el ¨²ltimo pase y menos en el tiro a gol. La falta de precisi¨®n emborron¨® su f¨²tbol entusiasta, y de nuevo en el foco estuvo Alexis. Al delantero se le escap¨® por un palmo una dif¨ªcil volea que enganch¨® a la media vuelta y el partido camin¨® irremediablemente hacia la pr¨®rroga porque el ¨¢rbitro no pit¨® un penalti de Silva a Rojo y despu¨¦s, en la ¨²ltima acci¨®n, Higua¨ªn no emboc¨® una asistencia de Lavezzi, habilitado por Leo.
Una jugada del 10, in¨¦dito desde que regres¨® de los vestuarios, reducido por las coberturas chilenas, algunas al filo del reglamento, le pod¨ªa haber dado la Copa a Argentina. El desgaste hab¨ªa sido tan tremendo que la prolongaci¨®n fue un tormento para los dos equipos, reiterativos en el cuerpo a cuerpo, en las faltas, en los errores, en las lesiones; a todos, agotados, derrengados, acalambrados, se les sub¨ªa el gemelo. Hasta Mascherano, una fiera en un partido de gladiadores, se comi¨® la pelota y habilit¨® la carrera de Alexis, fall¨®n ante Romero. No hubo manera de meter un gol y hubo que recurrir a los penaltis, como demandaba una noche m¨¢s emocionante que futbolera, y all¨ª la pasi¨®n fue chilena, de Bravo y de Alexis.
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