M¨¢s que un club, el Rayo
El orgullo del rayismo, ya de por s¨ª elevado tras una temporada sensacional, se ha disparado en los ¨²ltimos d¨ªas. El nombre del club ha tenido una inesperada resonancia internacional tras la decisi¨®n de sus gestores de incluir una franja arco¨ªris en la segunda equipaci¨®n del equipo. Con ella, los rectores de la entidad han querido reforzar su car¨¢cter solidario, en una apuesta por la erradicaci¨®n de la homofobia, el abuso contra los menores o la violencia de g¨¦nero y a favor del medio ambiente y la lucha contra el c¨¢ncer. El gesto va m¨¢s lejos, por cuanto parte del dinero recaudado en la venta de las camisetas, ya iniciada con enorme ¨¦xito, se destinar¨¢ a diferentes asociaciones que apoyan estas causas. Son tiempos solidarios en el Rayo, el mismo club que hace bien poco los viv¨ªa truculentos de la mano de los Ruiz Mateos, tan duchos en el bandidaje.
Mientras otros clubes andan sumidos en mara?os judiciales o en guerras intestinas son tiempos de solidaridad para los vallecanos
Mientras, otros clubes grandes, enormes, inacabables, andan sumidos en mara?os judiciales de variado pelaje o en guerras intestinas porque, dicen, a la estrella de turno se le enmoh¨ªna el gesto en cuanto pisa la moqueta presidencial. ¡°El mundo entero ve que el Bar?a tiene siete juicios y el club necesita limpiar su imagen¡±. Esta frase no la ha dicho (ni escrito) ning¨²n columnista que merodee por estas p¨¢ginas sino el mism¨ªsimo Johan Cruyff, ese se?or que es al Bar?a moderno lo que Cristo al cristianismo, y al que alguien ha preguntado ¡°?qu¨¦ tal est¨¢s?¡± y a ¨¦l le ha dado por responder para gritar a los cuatro vientos su apoyo a Joan Laporta en las pr¨®ximas elecciones a la presidencia del club. Y mientras en el Bar?a todos hablan y no callan, en el Madrid no habla nadie porque, total, ?qu¨¦ importancia tiene que todos los d¨ªas los medios de comunicaci¨®n elucubren solo el posible adi¨®s de un futbolista que solo ha estado 10 a?os en ese vestuario y cuya responsabilidad en los ¨¦xitos del equipo (una Champions, pongamos) es may¨²scula? Clubes grandes estos, enormes, inacabables, que por unas horas han cedido el protagonismo, en la BBC entre otros, a una camiseta y una franja arco¨ªris, s¨ªmbolo de la solidaridad de la que hace patria un club que se agiganta en su peque?ez, con domicilio en Vallecas.
Y Llull dijo no
Decir no a la mism¨ªsima NBA, a un equipo de aspiraciones como los Houston Rockets, a compartir vestuario y fama con James Harden y Dwight Howard, entre otros, a convertirse en el debutante m¨¢s caro en la historia de la meca del baloncesto mundial (21 millones de d¨®lares por tres temporadas), a ganar m¨¢s del triple de lo que gana en su actual club, a resolver su futuro con 27 a?os¡ Decir no a todo eso parece una marcianada.
Lo ha hecho Sergio Llull, el mejor jugador de la final de la Liga de baloncesto, de la que se adue?¨® su equipo, el Real Madrid, como antes se hab¨ªa adue?ado de la Copa de Europa, la Copa del Rey y la Supercopa. Lo ha hecho ese joven que lleg¨® al club blanco en 2007, de magn¨ªficas condiciones atl¨¦ticas pero que confund¨ªa valent¨ªa con temeridad. Lo ha hecho quien se ha convertido en el jugador m¨¢s decisivo, junto a Spanulis, de cuantos permanecen en el baloncesto europeo. Lo ha hecho uno de los l¨ªderes de una secci¨®n que funciona como un reloj, quiz¨¢ porque tiene un proyecto inventado y ejecutado por un pu?ado de profesionales. Llull no se quiere ir al para¨ªso, asunto sin duda sorprendente si se tiene en cuenta lo que ocurre en el Madrid futbol¨ªstico, ese del que, verano tras verano, a alguna estrella le da por fugarse sin que jam¨¢s se sepa por qu¨¦.
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