Brav¨ªsima, Garbi?e
Pese a inclinarse ante Serena en la final de Wimbledon, el tenis asiste a la eclosi¨®n del 'fen¨®meno Muguruza'. ¡°Hay muchas estrellas estrelladas, hay que seguir¡±, dice la tenista
La historia, la hermos¨ªsima historia que ha escrito Garbi?e Muguruza este a?o en Wimbledon, termin¨® con un fotograma a simple vista contradictorio. Hubo llanto, s¨ª, pero tambi¨¦n una enorme sonrisa, porque detr¨¢s de la derrota (doble 6-4 en una hora y 24 minutos de partido) de la hispanovenezolana, de 21 a?os, se hab¨ªa producido el alumbramiento de una tenista llamada a hacer grandes cosas en el tenis. La Catedral, las 15.000 personas que abarrotaban la fastuosa pista central en la que se han forjado tantas leyendas de la raqueta, se puso en pie ante ella y aplaudi¨® a rabiar. Serena Williams, coronada ya seis veces en el All England Tennis Club, se sum¨® al homenaje con palmas y un abrazo traducido en el mejor de los reconocimientos.
?Acaso existe un lugar mejor para la eclosi¨®n? ?Qu¨¦ mejor tributo que el de la reina entre las reinas, del imperio Williams, de la jugadora que con este ¨²ltimo ya suma 21 grandes? ¡°Tranquila, porque pronto recibir¨¢s este trofeo¡±, le dijo la n¨²mero uno en el parlamento a ras de hierba, despu¨¦s de una final preciosa en la que hubo curvas emocionales de much¨ªsima intensidad. Y la respuesta es l¨®gica. Los all¨ª reunidos sab¨ªan que lo que ha hecho Garbi?e estos d¨ªas londinenses no responde a una circunstancia casual, que no han contemplado el paso de una estrella fugaz o un destello pasajero. De eso nada.
Garbi?e, jugadora dise?ada para el presente y proyectada a largo plazo, se ha ganado un espacio entre las m¨¢s fuertes. El tenis respeta los tiempos, la pauta, pero pese a su juventud le reclama. Desde hace tiempo consigui¨® colarse entre las 20 mejores, pero se le resist¨ªa el gran salto. Ahora, en Londres, lo ha dado. No tanto por su ascenso en la lista mundial de la WTA ¡ªpasar¨¢ de ser la n¨²mero 20 a la nueve¡ª, como por la sensaci¨®n de que ha aterrizado una jugadora con unas condiciones tremendas, capaz de tutear a la mism¨ªsima Serena.
Es lo que ocurri¨® durante buena parte de la final, enmarcada en un d¨ªa veraniego (25 grados) en la capital brit¨¢nica. Antes de que ambas saltasen al verde, una an¨¦cdota en la Royal Box. All¨ª, en el palco, un soldado ingl¨¦s llamaba la atenci¨®n al presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, y a la ministra de Agricultura, Alimentaci¨®n y Medio Ambiente, Isabel Garc¨ªa Tejerina, por romper el protocolo y hacerse fotos a destiempo. Despu¨¦s, una ovaci¨®n atronadora cuando las protagonistas salieron y un silencio estremecedor en cuanto comenzaron a golpear a la pelota. Muguruza atendi¨® al gui¨®n que le dice que sus opciones pasan por dar un paso adelante y explotar su agresividad y su poderoso juego de derechas y reveses a dos manos.
Me he sentido libre. Esto me ha demostrado que valgo para el tenis"
As¨ª le hizo dudar a Serena, a la que por momentos le tembl¨® el pulso, noticia, y que tuvo que sudar al m¨¢ximo para hacerse con el primer parcial y encarrilar el partido. Por instantes, la n¨²mero uno padeci¨®. Para sacar el duelo adelante tuvo que apretar los dientes y armar el brazo. Solo de esta forma pudo frenar el impetuoso despliegue de Muguruza. La estadounidense fue a remolque al principio, pero activ¨® su plan y redujo a su adversaria, sometida a una lluvia de servicios (12 aces y 78% de puntos retenidos con primeros, por tres saques directos y el 53% de Garbi?e), winners (29/10) y rupturas (63% contra un 30%).
¡°Cuando alguien saca como ella¡¡±, dec¨ªa Muguruza despu¨¦s de que la bajasen las pulsaciones, en una peque?a habitaci¨®n de la pista central. Enfundada en un ch¨¢ndal blanco, con unas deportivas rosas y una pulsera en su mu?eca izquierda en la que est¨¢ grabado su nombre, hablaba con la misma serenidad de siempre. ?Est¨¢s de acuerdo con lo que ha dicho Serena? ?Te ves pronto con el t¨ªtulo en tus manos? ¡°Ojal¨¢ sea cierto¡±, dec¨ªa Garbi?e. ¡°Es genial cuando viene de alguien como ella, una leyenda, pero al principio dec¨ªa: ¡®?s¨ª, pero te lo has llevado t¨²!¡±.
¡°Cuando era peque?a, yo quer¨ªa ser como las de la tele, as¨ª que si transmito algo as¨ª, ?qu¨¦ m¨¢s puedo hacer?¡±. Ahora los focos tambi¨¦n apuntar¨¢n hacia ella, que agita un cubilete que alguien le ha regalado. ¡°Hoy me he sentido libre en la pista. Me voy a ir de aqu¨ª m¨¢s motivada que nunca. Todo esto me ha demostrado que valgo para esto¡±, explica Garbi?e, que en su discurso, cargado de onomatopeyas y movimientos con las manos y los brazos, siempre es muy expresiva; ¡°no es f¨¢cil de llevar todo esto, pero poco a poco he ido aprendiendo. No s¨¦ c¨®mo voy a reaccionar, pero intentar¨¦ gestionarlo de la mejor manera posible¡±.
Estoy halagada, pero luego hay muchas estrellas estrelladas"
Desde ahora, Garbi?e es menos Garbi?e; no para su c¨ªrculo personal, que no asisti¨® a la final por su deseo de no romper las rutinas, pese a que dice que no es supersticiosa, pero s¨ª para la opini¨®n p¨²blica. Muguruza, con may¨²sculas. ¡°?Qu¨¦ va!¡±, exclama. ¡°Nadie me reconoce por la calle a¨²n. ?Sabes qu¨¦ pasa? Que me cambio, me arreglo el pelo, me quito la visera¡¡±.
¡°Me siento halagada por todo lo que se dice, pero hay muchas estrellas [hace un gesto de entrecomillado con las manos] estrelladas luego. Es bonito, gracias, pero ahora hay que continuar¡±, remata antes de levantar su 1,82 de la silla, dar un apret¨®n de manos y dos besos sofisticados. ¡°Muchas gracias por todo¡±. ?Gracias? Gracias a ti, por hacernos vibrar.
Bravo Garbi?e. Brav¨ªsimo.
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