No hay quien pueda con Froome y una ca¨ªda descuelga a Contador
El de Pinto se cae en el descenso de Allos y pierde 2m 17s, Van Garderen se retira y los Movistar organizan una batalla con varios frentes, pero el l¨ªder es una roca
Son los Alpes de Alta Provenza, monta?as de piedra gris, p¨¢lidas, peladas, des¨¦rticas. Es el coraz¨®n de la ruta napole¨®nica hacia el sur por Allos, Vars, Izoard, los grandes puertos. Es el decorado de momentos del ciclismo que los que los vieron de ni?os por la tele nunca olvidar¨¢n. Es el lugar exacto en el que Eddy Merckx se hundi¨® para siempre y para alegr¨ªa de un agricultor de Borgo?a llamado Th¨¦venet que a¨²n se estremece cuando regresa y se pellizca para comprobar, 40 a?os despu¨¦s, que aquel d¨ªa de julio del 75 no fue un sue?o.
Son las mismas carreteras en las que TJ van Garderen, que iba tercero y sin saber por qu¨¦, quiz¨¢s v¨ªctima de una de las habituales enfermedades que los d¨ªas de descanso traen consigo, en su caso una migra?a dolorosa y aniquilante, comprob¨® que las fuerzas le hab¨ªan abandonado intentando acelerar en un puertecillo de tercera bajo el calor que oprime y poco despu¨¦s fue ¨¦l quien abandon¨® a sus fuerzas, a su cuerpo, a su alma, y llorando se meti¨® en el coche del equipo, y abandon¨® el Tour. Tambi¨¦n por esta comarca, el valle del Ubaye, se cay¨® Alberto Contador, que hab¨ªa comenzado el d¨ªa guerrero, como siempre, atacando a Froome y a todos en un segunda a 70 kil¨®metros de la llegada, y lo acab¨® como en sus cuatro ¨²ltimos Tours, con una ca¨ªda en el descenso del Allos que si no acab¨® con ¨¦l s¨ª que lo hizo con sus esperanzas de un doblete que antes ya parec¨ªa imposible.
Y fue all¨ª, en la meta de Pra-Loup, justo minutos antes de que la tormenta inundara valle, tierras, carreteras y esp¨ªritus y sue?os, y tronando espantara a los animales, pobres ovejas, donde gan¨® la etapa un barbudo de Berl¨ªn inesperado, con nombre de eremita, Simon, a juego con su cuerpo magro, sus ojos profundos y su barba poblad¨ªsima, y apellidado Geschke; donde Froome aislado fue igual de fuerte en su defensa que el Froome acompa?ado de sus Sky lo fue en su ataque de los Pirineos; donde, con Contador ca¨ªdo, Alejandro Valverde aceler¨® para asegurarse el tercer puesto del podio.
Fue all¨ª, exactamente, donde, contemplando el tel¨®n de agua oscura que la tormenta form¨® ante sus miradas, y vi¨¦ndolo como se mira caer el tel¨®n del teatro despu¨¦s de una ¨®pera menor, los periodistas viejos del Tour, los que todo han visto, sentenciaron: este Tour se ha resuelto en un d¨ªa, en una subida, en la primera etapa de los Pirineos¡ El resto es propina. No habr¨¢ batalla en los Alpes, solo maniobras. Dan una calada a sus gauloises sin filtro, tosen, vuelven a la sala de prensa y escriben, y luchan para encontrar alguna emoci¨®n, y adjetivarla.
A por el Alpe d'Huez
¡°No es eso para nada¡±, dice Nairo Quintana, quien de blanco se convirti¨® en un alfiler que no par¨® de pinchar al flaqu¨ªsimo amarillo Froome. ¡°Es que no ha habido pendencia suficiente. Ya veremos qu¨¦ pasa en el alpe d¡¯Huez¡±. Dice pendencia el colombiano, que significa ri?a y tambi¨¦n significa pendiente. En Allos, donde lo prob¨® una vez, las leyes f¨ªsicas, las que se?alan que la ventaja de la relaci¨®n peso/potencia de un escalador se multiplica seg¨²n aumenta el porcentaje de subida, le ense?aron que no iba a ninguna parte.
En Pra-Loup, en el sitio exacto en el que Th¨¦venet adelant¨® a Merckx sin atreverse a mirarle para que el belga no viera que iba tambi¨¦n fundido, tan fundido como la brea de la carretera, volvi¨® a atacar Quintana. Lo hizo a la perico, dej¨¢ndose caer unos metros y saltando como quien grita ?sorpresa! Pudo sorprender a Nibali o a Valverde, que se quedaron clavados, pero no sorprendi¨® a Froome, quien cogi¨® su rueda y se fue con ¨¦l y solo le permiti¨® al fogoso colombiano que luciera su orgullo en el sprint, donde Quintana se desquit¨® de lo ocurrido en la llegada a Mende.
Faltos de pendiente hacia arriba, los corredores sab¨ªan que las diferencias solo se podr¨ªan hacer en el descenso extremo de Allos, y Contador, uno de los que han entendido que en el ciclismo moderno un ciclista solo s¨®lo puede ir m¨¢s r¨¢pido que el pelot¨®n bajando, para su desgracia lo comprob¨® en su cuerpo, en su piel, que se abras¨® al caerse en una curva cerrada a derechas. Como en todo el Tour, entre los grandes que la ascensi¨®n hab¨ªa seleccionado (Froome, Contador, Nibali, Quintana y Valverde), no hubo deseos de arriesgar en el descenso. Ni siquiera Nibali, quien abr¨ªa la marcha, intent¨® exhibir sus dotes.
Cuando se fue al suelo, Contador cerraba la marcha junto a sus compa?eros Sagan y Rogers, quien hab¨ªan escalado antes Allos y le esperaron en la cima. Como se le rompi¨® la bici, tom¨® prestada la de Sagan.? Bajar Allos despu¨¦s de caerse, como le ocurri¨® antes al franc¨¦s Pinot, y en una bici ajena, con diferente reglaje de frenos, fue una tortura que Contador herido super¨® como pudo, mientras delante Valverde tomaba el mando y aceleraba bajando. Antes de la ¨²ltima ascensi¨®n a Pra-Loup recuper¨® su bici. Subi¨® solo y valiente. Y logr¨® reducir la p¨¦rdida a 2m 17s con Quintana y Froome, a 2m 17s con Valverde, feliz con su podio. En la general, el chico de Pinto sigue quinto, a 6m 40s del intocable.
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