La sospecha derrotada
Bolt confirma su reinado en unos Mundiales donde el dopaje sigue siendo tema de debate
Cada campeonato del mundo de atletismo tiene su rey o su reina: son aquellos que consiguen batir un r¨¦cord del mundo o que suman varias medallas. Invariablemente tambi¨¦n, ese puesto de honor lo comparten con otro rey, el atleta m¨¢s r¨¢pido de los campeonatos, el que gana los 100 metros lisos. En los Mundiales que se est¨¢n celebrando en Pek¨ªn, en el reinado de la velocidad la disyuntiva estaba clara: o ganaba Bolt, sumaba otro oro m¨¢s a su abultada colecci¨®n y disipaba los rumores sobre su prematura decadencia, o ganaba otro, un nuevo rey coronado tanto por su victoria como por haber derrotado a Bolt, aut¨¦ntico rey de reyes. Tras las semifinales qued¨® claro que ese otro ser¨ªa Gatlin.
Bolt llegaba a la carrera en el s¨¦ptimo lugar del ranking del a?o. Era evidente que no est¨¢bamos ante el superhombre absolutamente invencible, y su accidentada semifinal no hizo m¨¢s que confirmar que iba a tenerlo muy dif¨ªcil. Al final ha ganado, sin la superioridad abrumadora con que lo hac¨ªa antes, pero ha ganado; gracias, sobre todo, a una salida especialmente buena trat¨¢ndose de Bolt. Con ello se ha demostrado que, a¨²n hoy, en los 50 ¨²ltimos metros el atleta jamaicano es invencible, y que para ganarle hay que sacarle mucha ventaja en los 50 primeros. Algo de lo que no ha sido capaz Gatlin, el sospechoso perfecto.
Estos campeonatos han estado marcados por la sombra de la sospecha que ha introducido los nuevos m¨¦todos de control, especialmente el conocido como pasaporte biol¨®gico. En los ¨²ltimos tiempos, cientos de medallas ol¨ªmpicas o de campeonatos Mundiales pasados aparecen manchadas. Con pavorosa frecuencia nos enteramos de que un atleta que en su d¨ªa nos emocion¨® con su gesta es despose¨ªdo del t¨ªtulo por hacer trampa, por competir dopado. Quien en su d¨ªa fue un h¨¦roe aparece ahora como un villano.
En la final disputada ayer han corrido un buen n¨²mero de velocistas reinsertados ¡ªGatlin, Powel y Gay entre ellos¡ª, apartados de la competici¨®n en alg¨²n momento de su vida por doping y recuperados para el atletismo cumplida su sanci¨®n. Soy un defensor convencido de la reinserci¨®n social; creo que a quien ha infringido una norma hay que darle una nueva oportunidad. Pero en el caso del deporte mi confianza se debilita cuando quien fue castigado por doping corre m¨¢s r¨¢pido, lanza m¨¢s lejos o salta m¨¢s alto ahora que cuando compet¨ªa dopado. La sospecha se ha instalado en el deporte, y eso es letal para la epopeya. Es como si a?os despu¨¦s de haber escrito La Il¨ªada, de Homero se hubiera visto obligado a rectificar su relato ante las evidencias de que Aquiles hab¨ªa derrotado a H¨¦ctor gracias a un bebedizo. Si tras la final de Pek¨ªn todav¨ªa podemos mantener la ilusi¨®n es gracias a Bolt, a un Bolt que ya no aparece como un semidios, sino como un hombre con unas capacidades extraordinarias.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba corri¨® los 100 metros lisos en 10,9 segundos.
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