?Est¨¢ acabado Rafa Nadal?
Nadie quiere hacer frente al instante en que teme haber perdido sus cualidades, o su fuerza, o su instinto
?Qu¨¦ le pasa a Nadal? ?Est¨¢ acabado? ?Volver¨¢ a arrollar a sus rivales y ganar Wimbledon o Ronald Garros? Rafa, h¨¢blanos. M¨¢ndanos una se?al. Di algo. Despu¨¦s de una temporada funesta, con derrotas que han encharcado su a?o de frustraciones, una pregunta nos atosiga: ?es el fin? ?Esto fue todo? ?O se trata de un espantoso, pero provisional hundimiento? Nadie est¨¢ libre de pasar una temporada en el infierno. Es bueno conocerlo de cerca y, al regreso, contarlo.
Las grandes hegemon¨ªas causan aburrimiento. En ellas, la victoria se vuelve algo que ya se sab¨ªa. Es tan arrolladora que deja la sensaci¨®n de que es f¨¢cil, mec¨¢nica, igual que encender o apagar un interruptor. En cambio, la supremac¨ªa de Nadal era rotunda y a la vez suave, nunca jug¨® f¨¢cilmente, como consecuencia de poseer una f¨®rmula. Cada victoria acarreaba un sufrimiento bell¨ªsimo, impar, que suger¨ªa que en sus partidos inventaba todo el tiempo su propio tenis. Experimentaba, buscaba, encontraba, renovaba. Nada parec¨ªa seguro. Sus cualidades lo obligaban a cambiar de teor¨ªa continuamente, mientras tend¨ªa a la extenuaci¨®n.
Pero llega un d¨ªa en la carrera de cualquier gran deportista, tal vez al caminar atribulado por la calle, y asomarse al escaparte de una pasteler¨ªa o una boutique y ver su reflejo, que se pregunta: "?Estar¨¦ acabado?". El declive es una de las amenazas m¨¢s fascinantes y turbadoras de la humanidad. Siempre acecha. En unas ocasiones lentamente; otras de manera inesperada, casi fatal, al estilo de los dibujos de la Pantera Rosa, cuando la protagonista, que no fuma, ni bebe, ni se acuesta tarde, aunque tampoco temprano, y que por tanto debe vivir muchos a?os, camina cualquier ma?ana por la calle y entonces la aplasta un piano de cola. Nadie quiere hacer frente al instante en que teme haber perdido sus cualidades, o su belleza, o su juventud, o su fuerza, o su instinto.
A veces todo es producto de una racha horrible. No entiendes qu¨¦ ocurre; simplemente, todo te sale mal y tienes miedo a que tu hegemon¨ªa conozca su ocaso. Nunca fallaste con estr¨¦pito; fracasabas alguna tarde, porque nadie es el mejor todo el tiempo, y en la siguiente ocasi¨®n volv¨ªas a reinar; te lesionabas de gravedad y tras una convalecencia aburrida eras el mismo de siempre. Pero otras veces, sin embargo, la esperanza se va disipando y todo se tambalea, cometes errores nuevos, pierdes la confianza, caes derrotado ante piltrafas, entrenas mal, la prensa te critica, pasa algo en tu familia, te ofuscas y, lo peor, ignoras qu¨¦ hacer para que las cosas cambien. No sabes qu¨¦ te pasa y eso es justo lo que te pasa. En cierto sentido, el problema remite a la mente, donde sin motivo dudas de ti mismo, como en aquella carta en la que Tolstoi, entonces un autor de 31 a?os, le escribi¨® a Vasili Petr¨®vich: "?Estoy acabado como escritor y como hombre! Es definitivo". Y ni siquiera hab¨ªa escrito Guerra y paz o Anna Karenina, lo cual me hace confiar en que tambi¨¦n Nadal regresar¨¢ de su infierno.
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