Islandia: peque?a pero matona
El secreto del ¨¦xito de este peque?o pa¨ªs es que han invertido en su f¨²tbol base en los ¨²ltimos diez a?os con eficiencia y pasi¨®n
Islandia tiene toda la suerte. Para los seres que habitan latitudes al sur de los 66 grados norte el f¨²tbol sirve de consuelo para los males de la vida. Es el medio que les permite escaparse, aunque sea solo por un rato, del agobio de un matrimonio cansado, de las indignidades del desempleo, del miedo a caer v¨ªctima del terrorismo, de tener que soportar pol¨ªticos vacuos o, en el caso de los megarricos que se compran clubes como el Chelsea o el Paris St Germain, de inyectar emoci¨®n a sus almas ¨¢ridas.
Pero los islandeses, que acaban de conquistar la gloria al clasificarse por primera vez en su historia para la Eurocopa, no necesitan la terapia colectiva que ofrece el f¨²tbol porque no sufren estas mundanas penurias. En las encuestas globales siempre salen bien posicionados en los ¨ªndices de felicidad. Fueron los primeros, eso s¨ª, en tocar fondo tras la crisis econ¨®mica del 2008 pero han sido los primeros en salir. Hoy no solo no existe el desempleo, sino que la actividad econ¨®mica de esta g¨¦lida isla de 300.000 habitantes ya supera lo que fue antes de la crisis. No hay ni terrorismo isl¨¢mico ni de ning¨²n otro tipo en un pa¨ªs donde la media de homicidios es menos de uno al a?o. Los m¨¢s ricos mandan a sus hijos a los mismos colegios estatales que los m¨¢s pobres (o, mejor dicho, los menos ricos); el sistema de salud es igual para todos. Y tienen un ¨ªndice saludablemente alto de divorcios. Como me explic¨® una vez una amiga islandesa, ¡°Nosotros los islandeses no nos quedamos en matrimonios de mierda.¡±
Hasta hace poco tiempo la selecci¨®n islandesa de f¨²tbol s¨ª era, en cambio, una mierda. Era carne de ca?¨®n para los afortunados equipos de los pa¨ªses grandes europeos que les tocaba Islandia en la fase de clasificaci¨®n para una Eurocopa o un Mundial. La historia demuestra que nunca Islandia le ha ganado un partido a B¨¦lgica o a Bulgaria o a Polonia o a Ruman¨ªa o a Dinamarca, muchos menos a Francia, Alemania o Inglaterra. Tampoco hab¨ªan vencido a Holanda en doce partidos consecutivos hasta que en octubre del a?o se produjo el milagro y en la fase de grupos de la Eurocopa ganaron 2-0 a la legendaria selecci¨®n conocida en todo el planeta como la Naranja Mec¨¢nica, finalista contra Espa?a en el Mundial de 2010.
Hubo mucha gente que eligi¨® ver ese resultado como un accidente. Argentina pierde, con cierta frecuencia, contra Bolivia en La Paz en un estadio a m¨¢s de 3.000 metros sobre el nivel del mar; Holanda perdi¨® en un estadio a tres metros sobre el nivel del mal pero con un fr¨ªo y unos vientos tan feroces que solo lo pueden soportar los zorros ¨¢rcticos, los renos, los frailecillos (una especie de p¨¢jaro primo hermano del ping¨¹ino) y seres humanos como Eidur Gudjohnsen, que jug¨® para el Barcelona y el Chelsea, o el goleador Gylfi Sigurdsson que juega en la Premier para el Swansea City.
La poblaci¨®n se ech¨® a la calle para celebrar el logro como vikingos, lo que son
Pero un accidente no fue ese encuentro el a?o pasado entre Islandia y un pa¨ªs que tiene 50 veces m¨¢s poblaci¨®n y cien veces m¨¢s tradici¨®n de triunfos en el f¨²tbol internacional. Se demostr¨® la semana pasada cuando Islandia gan¨® 0-1 a Holanda en Amsterdam con gol de Sigurdsson, el h¨¦roe nacional que hab¨ªa marcado los dos en octubre, un resultado que los puso a un paso de las finales de la competici¨®n el a?o que viene, haza?a que completaron el domingo tras empatar 0-0 con Kazajist¨¢n.
La totalidad de los habitantes de Reykyavik salieron a la calle a festejar el triunfo como vikingos, que es lo que son, y podemos tener la seguridad de que invadir¨¢n Francia como sus ilustres antecesores hace mil a?os pero con m¨¢s buen humor y menos intenci¨®n de pillaje, salvo en el campo donde ser¨¢n capaces de aterrar a cualquiera.
?Cu¨¢l ha sido el secreto? En primer lugar que Islandia es un pa¨ªs tan fan¨¢tico del f¨²tbol como cualquiera y, siendo una gente extremadamente pr¨¢ctica (no hay m¨¢s remedio si uno pretende sobrevivir en un clima tan despiadado), han invertido en su f¨²tbol base en los ¨²ltimos diez a?os con eficiencia y pasi¨®n. Como consecuencia, han exportado jugadores a las primeras divisiones de Inglaterra, Italia, Alemania, Francia y Holanda. Si una vez tuvieron complejos frente a las grandes selecciones, ya no. Y encima les anima en el campo el amor que sienten por su remota isla y la feroz determimaci¨®n de demostrar al mundo que ser¨¢n peque?os pero eso no quiere decir que no sean matones. Y cuando su selecci¨®n gana, y encima logra un ¨¦xito sin precedentes como el de hoy, los isle?os lo celebran no como una victoria contra las penurias de la vida, ni como el rabioso desahogo de un resentimiento existencial, sino como la guinda, la feliz guinda, de un rico pastel de helado.
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