La muerte de Big Jock
Se cumplen 30 a?os de la muerte en un Gales-Escocia de Jock Stein, maestro de sir Alex Ferguson y primer t¨¦cnico en ganar la Copa de Europa con un equipo brit¨¢nico
M¨ªstica, gloria y tragedia se unieron para escribir el ep¨ªlogo de la vida de Jock Stein (1922-1985), t¨¦cnico escoc¨¦s muerto en acto de servicio nada m¨¢s finalizar en Cardiff un partido en el que Gales y Escocia se jugaban sus opciones de disputar el Mundial de 1986. Hoy se cumplen treinta a?os de la odisea de Ninian Park, el escenario donde se dej¨® la vida uno de los manager referenciales del f¨²tbol de las Islas, el primero en conseguir para un equipo brit¨¢nico la Copa de Europa y gestor de la mejor generaci¨®n de futbolistas escoceses. Muri¨® Stein y Escocia pas¨® de protagonista a secundaria. Ah¨ª sigue.
La tarde hab¨ªa comenzado con electricidad en el ambiente. 14.000 escoceses se desplazaron a Cardiff. Casi todos luc¨ªan sus faldas de tart¨¢n, las caracter¨ªsticas telas de cuadros que representan a los diferentes clanes del pa¨ªs. Era la Tartan Army, una invasi¨®n pac¨ªfica en tiempos de contricci¨®n para el f¨²tbol brit¨¢nico, conmocion¨® con las tragedias de Heysel y Bradford sucedidas apenas cuatro meses antes.
Los 30.000 aficionados restantes que atestaron el estadio eran galeses que acariciaban por vez primera desde 1958 la posibilidad de jugar un Mundial. Al fondo esperaba Espa?a: la victoria de alguno de los dos contendientes obligaba a golear a Islandia en Sevilla; un empate dejaba a expensas del equipo de Miguel Mu?oz la clasificaci¨®n directa para Mexico con una m¨ªnima victoria en Sevilla ante los n¨®rdicos, enviaba a Escocia a una asequible repesca contra Australia y eliminaba a Gales.
Hubo contenci¨®n, pero tambi¨¦n fiereza. No se respetaron los himnos, una peque?a banda de m¨²sica se afan¨® sobre el c¨¦sped en la interpretaci¨®n, pero les acall¨® el griter¨ªo de la multitud. Marc¨® Gales de inicio por mediaci¨®n de Mark Hughes. Ya entonces Stein estaba alterado. Dicen quienes le trataron aquellos d¨ªas que Big Jock ya hab¨ªa pasado la previa preocupado. No pod¨ªa contar con Dalglish, Archibald y Hansen, tres pilares lesionados, y su extensi¨®n en el campo, el mediocentro Graeme Souness, estaba sancionado.
En el descanso, en la escueta caseta de Ninian Park, se encontr¨® con un nuevo problema: en una de las ¨²ltimas acciones de la primera parte el meta Jim Leighton hab¨ªa perdido una lentilla y hab¨ªa cometido la torpeza de viajar sin repuesto. Stein ni siquiera sab¨ªa que Leighton era miope y se puso a dar golpes con el pu?o contra el bajo techo del vestuario. Auxiliado por su ayudante, un joven Alex Ferguson, que dirig¨ªa al Aberdeen y apenas llevaba un a?o a su vera, encontr¨® resuello para ordenar al veterano Alan Rough que se pusiera bajo palos. S¨®lo le quedaba una opci¨®n m¨¢s de cambio para toda la segunda parte.
Escocia se volc¨® en busca de la igualada, pero dej¨® espacios en la retaguardia ante la amenaza de Hughes e Ian Rush, que estaban en la cumbre de su carrera. En pleno descontrol Stein tom¨® su ¨²ltima decisi¨®n, retir¨® del campo a su futbolista m¨¢s talentoso, Gordon Strachan, para llamar al frenes¨ª con el veloz David Cooper. En medio de la excitaci¨®n popular, de un ida y vuelta sin pausa, Escocia encontr¨® el empate en un penalti que transform¨® el propio Cooper. Quedaban diez minutos para acabar y se inici¨® entonces un carrusel en el que el central Miller sac¨® bajo palos un remate de Rush y de inmediato, en la otra porter¨ªa, otro zaguero, Van den Hauwe, evit¨® la sentencia de Speedie.
A minuto y medio del final una nube de fot¨®grafos rodeaba el banquillo escoc¨¦s, el ¨¢rbitro holand¨¦s Keizer se?al¨® una falta y Stein crey¨® escuchar tres pitidos. Se levant¨® para dar la mano a England, el preparador gal¨¦s, y esboz¨® un reproche a un fot¨®grafo. No acab¨® el gesto, la mano se le fue al pecho y con el otro brazo se abraz¨® como pudo a un auxiliar ante los ojos de Ferguson. Mientras el partido fenec¨ªa, entre cuatro hombres se llevaron a Big Jock al cuarto del masajista local. All¨ª trat¨® de reanimarlo Stewart Hillis, el m¨¦dico de su equipo, el mismo que le hab¨ªa recetado unas pastillas para atender un problema en un m¨²sculo del coraz¨®n. Stein hab¨ªa dejado de tomarlas. ¡°Ya me siento mejor, doc¡±, fueron sus ¨²ltimas palabras antes de morir.
Nada m¨¢s acabar el partido, con los jugadores a¨²n sobre el terreno, Ferguson entr¨® al campo y previno a sus jugadores de que el jefe pasaba por un trance complicado. No hubo festejos. Souness, el capit¨¢n que no hab¨ªa podido jugar, el futbolista que Stein hab¨ªa so?ado ser, se apost¨® a la espera de noticias. Fue el primero en saber la mala noticia de boca de Ferguson, que lleg¨® a tiempo para ver la agon¨ªa de su maestro. Stein estaba a punto de cumplir 63 a?os.
Su indisimulable estampa de scottish man entroncaba con una adolescencia en la mina, donde pudo seguir el oficio de su padre. El f¨²tbol le sac¨® a la superficie. Fue un probo centrocampista defensivo en el Albion Rovers y tras vivir una fugaz aventura en el Llanelli gal¨¦s firm¨® con 29 a?os un contrato con el Celtic ante la indiferencia de la afici¨®n y el reproche de su familia, protestante y ac¨¦rrima del Rangers. Cinco a?os despu¨¦s, con 34, inici¨® una prometedora carrera en los banquillos con Dumferline e Hibernian.
En 1965 se convirti¨® en el primer manager no cat¨®lico del Celtic, un equipo que en los treinta ¨²ltimos a?os apenas hab¨ªa alzado tres Ligas y que llevaba siete a?os en blanco. Tard¨® uno en dominar el campeonato local y dos en levantar la Copa de Europa, tras derrotar en Lisboa al Inter, dirigido por Helenio Herrera. Luego perdi¨® otra final en la pr¨®rroga ante el Feyenoord.
Educado en un estilo que privilegiaba el bal¨®n en largo y la segunda jugada, Stein hizo alguna aportaci¨®n. Abri¨® el campo y reparti¨® juego a los extremos, le dio una marcha m¨¢s al juego. ¡°Me gusta el f¨²tbol puro, bonito e imaginativo. Quiero que los aficionados neutrales deseen nuestra victoria¡±, dijo en una ocasi¨®n que le preguntaron por su libreto. Atento a los detalles, introdujo la costumbre de viajar por Europa con un cocinero propio.
Valoraba el compromiso y el orgullo, siempre presumi¨® de haberse coronado rey de Europa con futbolistas nacidos en un radio de 40 kil¨®metros de Glasgow, combati¨® el divismo y pregon¨® el respeto a las ra¨ªces. Por eso cuando una noche, en una cena con la selecci¨®n, el delantero Andy Gray pidi¨® un c¨®ctel de gambas Stein le espet¨®: ¡°T¨² eres de Drumchapel (un desfavorecido suburbio de Glasgow), no sabes lo que es una gamba¡±.
Gray, ahora respetado comentarista de televisi¨®n, cen¨® sopa.
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