El latido del rugby m¨¢s remoto
Fiyi, Samoa y Tonga ponen en valor sus danzas de guerra y la pureza de su juego
Fiyi, Samoa y Tonga apenas suman poco m¨¢s de un mill¨®n de habitantes, pero su existencia en el Pac¨ªfico sur, en la Ocean¨ªa m¨¢s remota, es una reserva natural de rugby. Sus danzas de guerra, motivadas por la Haka neozelandesa, recuerdan cada cuatro a?os al mundo el valor de un deporte imprescindible en sus islas. "El rugby significa mucho para nuestro pa¨ªs, es algo que une a 850.000 personas de or¨ªgenes muy distintos", explica el segundo capit¨¢n de Fiyi, Sunia Koto, que se mide este viernes (21.00 Canal+ Deportes) a Inglaterra en el choque inaugural. Su juego, un verso libre frente al orden t¨¢ctico de las grandes potencias, presume de autenticidad, aunque se traduzca en desorganizaci¨®n, mientras lidia con la nacionalizaci¨®n de sus jugadores en Europa.
Koto se muestra orgulloso de representar la Bole antes de cada encuentro: "Es una danza de guerra, as¨ª se un¨ªan nuestros ancestros en el pasado. Nos da agresividad, con cada palabra nos preparamos para ir a la guerra, ese es el aut¨¦ntico significado". La Bole sustituy¨® en 2012 a la Cibi, representada por primera vez en 1939 frente a Nueva Zelanda para estar a la altura de la Haka All Black. Aunque el otro equipo presencia con respeto la escenificaci¨®n, Koto elimina cualquier mensaje intimidatorio: "Es solo para nosotros, nunca para el rival. Nos preparamos para enfrentarnos a ellos en cuerpo y mente".
Este talonador fiyiano, de 35 a?os, estuvo cerca de ser un d¨ªscolo. Boxeador en la adolescencia, su madre le baj¨® del cuadril¨¢tero y le apunt¨® al equipo de rugby. Fue un alumno precoz, hecho al que resta m¨¦rito. "No hay mucho m¨¢s deporte que hacer en Fiyi, as¨ª que todo el mundo debe saber bien c¨®mo se juega". Jugador del Narbonne franc¨¦s desde 2009, Koto recuerda la dureza de los inicios. "Estuve viviendo cuatro a?os alejado de mi familia, el contrato era duro y ten¨ªa que hacerlo todo solo".
De vuelta a sus islas, los jugadores se liberan del cors¨¦ t¨¢ctico de sus clubes en Europa, Australia o Nueva Zelanda. El estereotipo habla de un estilo desorganizado, potencia sin rigor, pero Koto describe el alma que lo alimenta." Muchos equipos de Polinesia y Melanesia tenemos talento y nos gusta expresarnos a nosotros mismos. Estamos orgullosos de jugar sin esa estructura. Con los a?os cada vez es m¨¢s importante tener esa organizaci¨®n, pero encontramos la manera de esquivarlo". Ese libre albedr¨ªo exige un trabajo de muchas semanas. "Venimos de muchos equipos distintos y necesitamos tiempo para jugar a la manera fijiana".
El Mundial es un escaparate ¨²nico en busca de una salida profesional, un sino individual que dificulta la meta colectiva. "El rugby es importante en Fiyi, nos puede hacer felices o tristes por mucho tiempo, as¨ª que debemos dejar a un lado al individuo", replica Koto. Su rugby tambi¨¦n debe lidiar con las crecientes nacionalizaciones en Francia o Inglaterra: bastan 36 meses de salario con los clubes del pa¨ªs para ser elegible con la selecci¨®n. De los 91 convocados para el Mundial que suman Fiyi, Samoa y Tonga, solo seis juegan en su pa¨ªs. Mientras, 35 pertenecen a clubes franceses y 28 militan en Inglaterra. Koto se muestra optimista: "Que nacionalicen a jugadores tan buenos es un impulso, una gran promoci¨®n para el rugby de nuestras islas".
Fiji, que derrot¨® en agosto a Samoa en la final de la Pacific Nations Cup, es toda una trampa para el grupo de la muerte, que comparte con Inglaterra, Australia, Uruguay y Gales, su presa en 2007 en la gran haza?a de las islas. "Fue el gran momento de mi carrera [r¨ªe]. Hicimos sesiones f¨ªsicas muy exigentes y fuimos capaces de luchar hasta el minuto 80". Ese triunfo no fue su ¨²ltima pugna contra el orden establecido de un equipo que obliga al rival a correr todo el encuentro. Las ?guilas llegaron empatadas al cuarto de hora final del choque de cuartos con Sud¨¢frica, el paso m¨¢s cercano al precipicio para los Springboks, a la postre campeones. "Ya est¨¢bamos contentos con jugar el partido, pero les dimos un buen dolor de cabeza". Fue un canto de orgullo para un territorio min¨²sculo donde el oval lo es todo.
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