La precariedad de las ¡®cheerleaders¡¯
Las animadoras de la millonaria liga de f¨²tbol americano luchan por sus derechos laborales
Forman parte de la extensa tradici¨®n del f¨²tbol americano y 26 de las 32 franquicias de la NFL (la liga profesional de EE?UU) cuentan con su propia tropa. Son animadoras, en ingl¨¦s cheerleaders, y constituyen parte de los m¨¢s de 15.000 trabajadores a tiempo parcial que emplea la liga a lo largo de sus cinco meses de duraci¨®n. Ninguna de ellas gana lo suficiente y se buscan la vida paralelamente en otros oficios, pero ahora piden ser tratadas con la misma dignidad que el resto de trabajadores del campeonato m¨¢s lucrativo del mundo.
En 2014, la NFL ingres¨® 11.200 millones de d¨®lares y cada a?o supera al anterior. Roger Goodell, su comisionado, declar¨® recientemente que la meta para 2027 es alcanzar los 25.000 millones. Pero la obsesi¨®n por sus ingresos ha hecho que la asociaci¨®n se olvide de regular (o no quiera) cosas tan b¨¢sicas como asegurar que la retribuci¨®n de sus empleados cumpla con los requisitos del Departamento de Trabajo de EE?UU.
Pagas inferiores al salario m¨ªnimo, horas no registradas y la ausencia de protecciones b¨¢sicas para cualquier empleado estadounidense est¨¢n entre los principales problemas a los que se enfrentan. Aunque poco a poco, las cheerleaders se hacen escuchar y suman ya cinco demandas (tres vigentes) contra franquicias de la NFL. Los Raiders de Oakland y los Buccaneers de Tampa Bay se han avenido a indemnizarlas con m¨¢s de dos millones de d¨®lares por deuda salarial.
Las primeras animadoras aparecieron en la liga profesional de f¨²tbol americano en la d¨¦cada de 1950. En concreto, en los Baltimore Colts (ahora ubicados en Indian¨¢polis, Indiana). Lo que al principio fue un experimento, contagi¨® a todo el pa¨ªs hasta extenderse por todos los clubes. Actualmente, las ¨²nicas ciudades sin tropa de animaci¨®n son Nueva York (los Giants), Chicago, Green Bay, Cleveland, Detroit y Pittsburgh. El m¨¢ximo reconocimiento para una cheerleader es ser elegida para animar en la Pro Bowl, el partido anual de las estrellas.
¡°Trabajar en la NFL siempre hab¨ªa sido uno de mis sue?os¡±, relata Tiffany, cheerleader de 2010 a 2014 en una de las franquicias m¨¢s c¨¦lebres de la costa este. ¡°Ahora no dir¨ªa que me arrepiento de la experiencia, pero s¨ª que hubo tantos momentos bonitos como crueles¡±.
Tiffany hab¨ªa sido animadora tanto en el instituto como a nivel universitario, pero serlo en la NFL es un mundo aparte: ¡°Nadie se da cuenta del tiempo y esfuerzo que requiere. Juro que le ech¨¢bamos m¨¢s horas que los propios jugadores¡±. Entre lo positivo, se?ala viajes ex¨®ticos, amistades y prestigio: ¡°Me ced¨ªan entradas para que mi novio pudiera acudir a todos los partidos. Los viajes al Caribe eran incre¨ªbles, pero al fin y al cabo todo era por una sesi¨®n de fotos para un calendario del que se lucraba el propio equipo. Tambi¨¦n form¨¦ grandes amistades, y era bonito vivir el ambiente del estadio en los d¨ªas de partido¡±.
La antigua animadora tambi¨¦n comparte el aspecto negativo del oficio: ¡°No te sientes valorada y te imponen normas absurdas. Entiendo, por ejemplo, que quieran que mantengas una figura atractiva, pero te obligan a pesarte en los d¨ªas de partido y si te pasas por un gramo, no te dejan salir del vestuario¡ No hay nadie que logre evitarlo siempre y es algo que te acaba marcando. Por eso apodamos el vestuario como ¡®la sala de lloros¡¯. Porque ah¨ª nos qued¨¢bamos castigadas, llorando y viendo el encuentro por la televisi¨®n¡¡±.
La NFL sigue calificando a las cheerleaders como ¡°trabajadoras independientes¡± y se ha aprovechado de ese tecnicismo para ahorrar gastos a la hora de contratar sus servicios. Ahora, tras m¨¢s de sesenta a?os en el campeonato, las animadoras alzan su voz para ser tratadas como el resto de sus diversos compa?eros en la National Football League. Y, poco a poco, van cayendo las piezas para que lo consigan.
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