Espa?a golea a Luxemburgo, pero pierde a Morata y a Silva

Gan¨® Espa?a y casi se redime Piqu¨¦. Dos partidos, uno en el campo y otro en la grada. En la pradera, la selecci¨®n certific¨® su duod¨¦cimo gran campeonato consecutivo, tr¨¢nsito solo superado por Alemania, lo que revaloriza al f¨²tbol espa?ol, un fijo en Mundiales y Eurocopas desde 1994 y con tres cumbres exitosas bien recientes.

La pr¨®xima parada, en Francia 2016. All¨ª acudir¨¢ un equipo que parece haber cerrado la traum¨¢tica transici¨®n tras el ¨²ltimo espanto mundialista y que ante Luxemburgo dej¨® huellas interesantes. Por ejemplo, el desparpajo de Bartra en una posici¨®n de barbecho en esta corriente favorable al mimo estilista a la pelota, el enganche de Morata, que pese a esa carrocer¨ªa de grandote congenia de maravilla en la Roja de bajo centro de gravedad y el instinto depredador de Alc¨¢cer. Diego Costa tiene quien juegue y golee por ¨¦l.

Activo y punzante, el ariete del Juventus tuvo que ser socorrido por los camilleros a la media hora y acab¨® en el hospital con el choque en juego. Contratiempo similar al de Silva a los cinco minutos, cuando se llev¨® un estacazo de Gerson. No fue el ¨²nico que rasc¨® tobillos. La ¨²nica se?a de Luxemburgo fueron los tacos afilados.

La cornada a Silva retras¨® la entrada de Espa?a en el partido, destemplada por el suceso. A la espera de coger ritmo, los focos se giraron a las tribunas de Las Gaunas, donde no falt¨® la charanga y pandereta que ya por costumbre se dedica a Piqu¨¦. En La Rioja, la feria fue taurina: divisi¨®n de opiniones, pitos por aqu¨ª, aplausos y v¨ªtores por all¨¢. Por el camino, el defensa casi se deja una costilla en un cruce decisivo ante un delantero adversario. Sea o no pasajera la moda, ah¨ª estar¨¢ Piqu¨¦, un valor seguro e incondicional de esta Espa?a divisoria. En el campo no hay fisuras, con mayor o menor acierto prevalece el esp¨ªritu gremial y el grupo busca c¨®mo resetearse rumbo a Francia.

Ante Luxemburgo, Espa?a fue un equipo racheado. En un duelo sin mucho pedigr¨ª y fastidioso por las tarascadas rivales, lo mejor lleg¨® cuando se sobrepuso al atropello a Silva. Con el infalible peritaje de Busquets, la productividad de Cesc y Cazorla por las zonas interiores y el despliegue maratoniano de Juanfran y Alba por las orillas, la Roja poco a poco atornill¨® al r¨²stico conjunto luxemburgu¨¦s.

En el punto final, Morata, que no es un ariete diana, sino delantero-jugador, capaz para los rondos y con astucia para los desmarques. No es un blanco fijo para los centrales, juega, se asocia. Como evidencia, la mejor trenza de la noche, una sinfon¨ªa a un toque entre Cesc, Pedro y el propio Morata. El madrile?o no se ceg¨® con la porter¨ªa como tantos delanteros subsidiarios del gol, sino que enfil¨® a Cazorla, cuyo remate hizo latir al larguero. Un tiro cruzado del propio Morata se fue por un pulgar poco despu¨¦s. En su ¨²ltimo intento goleador se derrumb¨® sin remedio, retorcido de dolor.

A las bajas de Silva y Morata, Espa?a encontr¨® alivio en el gol de Cazorla, cerca del descanso, tras una buena intervenci¨®n de Juanfran, ventilador incesante por la banda derecha. Francia ya estaba a la vista, quedaba tramitar el segundo acto, en el que Alc¨¢cer, sustituto de Morata, cop¨® la escena con dos tantos. Este chico es un lazarillo del gol, un pillo. Ya lleva seis dianas en tan solo nueve partidos internacionales. Los caza de cualquier modo, ya sea tras un excelente pase de Cesc o de rebote, como tras una aventura de Jordi Alba por la izquierda. Para Alc¨¢cer, el gol es una forma de vida. Nunca lo fue para Cazorla, que repiti¨® y evoc¨® por cuarta vez en la jornada aquel memorable eco del pasado: "Gol en Las Gaunas". Solo falt¨® otro cante goleador por Piqu¨¦ y menos dolor en Silva y Morata.