Sud¨¢frica y el infinito debate racial
Los ¡®Springboks¡¯ estudian una cuota m¨ªnima de jugadores no blancos en una selecci¨®n que es fuente de sentimientos extremos


Siya Kolisi se defin¨ªa hace dos a?os como uno de los ¡°payasos¡± de su equipo, los Stormers sudafricanos, por llevar siempre una sonrisa consigo, por disfrutar de cada chiste. Sonr¨ªe, dice, porque no olvida sus or¨ªgenes, porque cuando todo va sobre ruedas siempre recuerda Zwide, la barriada de Port Elisabeth donde super¨® una infancia terrible. La tenacidad de j¨®venes como ¨¦l para labrar un futuro improbable representa la propia naturaleza de los Springboks, que viven en un permanente debate sobre si la composici¨®n de su equipo nacional del rugby, fuente de sentimientos extremos, debe responder de forma m¨¢s proporcional a la diversidad racial del pa¨ªs. Sin embargo, la idea del rugby como el elemento de integraci¨®n de un pa¨ªs dividido ha perdido fuerza desde los hist¨®ricos acontecimientos de 1995.
Kolisi, de 24 a?os, no vino al mundo con un pan bajo el brazo. La familia de su madre no quiso hacerse cargo de ¨¦l y su padre se march¨® a Ciudad del Cabo poco despu¨¦s de su nacimiento, as¨ª que fue criado por su abuela paterna. Hubo muchos d¨ªas en los que no hab¨ªa comida en la mesa y su esforzada tutora limpiaba cocinas para pagar la matr¨ªcula del nieto; ped¨ªa comida a los vecinos para llenar la mesa y pasaba d¨ªas sin llevarse alimento a la boca. A Kolisi nunca le han faltado palabras de agradecimiento para ella: ¡°Hizo todo lo que pudo para darme una vida¡±.
Hay que trabajar duro para que haya una mejor educaci¨®n en general, porque es en la escuela primaria donde puedes construir o romper a un ni?o" Siya Kolisi
Cuando su abuela enferm¨®, Kolisi dej¨® la escuela para cuidar de ella. Tras su muerte, se mud¨® con su t¨ªa, que fallecer¨ªa poco despu¨¦s. Entonces viv¨ªa en el hostal de la escuela, hasta que finalmente se march¨® con su madre, que tambi¨¦n perecer¨ªa durante su temprana adolescencia. Unas heridas que no parecen enturbiar su car¨¢cter: ¡°Despu¨¦s de todo esto, es m¨¢s f¨¢cil valorar lo que tengo. Estoy muy feliz por mi vida y quiero lograr mucho m¨¢s. Quiero marcar la diferencia en las vidas de otra gente, dar esperanzas a los ni?os de los suburbios¡±.
Kolisi es uno de los ocho jugadores no blancos elegidos por el seleccionador Heyneke Meyer en la lista de convocados para el Mundial, un gesto con el que trat¨® de apagar a los cr¨ªticos que le acusaban de racismo. The Congress of South African Trade Unions [Cosatu], la principal organizaci¨®n sindical del pa¨ªs, con 21 organizaciones afiliadas y 1,8 millones de trabajadores, valor¨® el gesto como un paso positivo, despu¨¦s de haber amenazado con quemar camisetas de los Springboks si no hab¨ªa suficientes diversidad.

¡°La mafia de los Boer insiste en poner a sus viejos cuando hay mejores jugadores negros y blancos fuera. Necesitamos medidas objetivas para definir qui¨¦n juga en el equipo nacional, no los favoritos del entrenador¡±, valor¨® Cosatu tras la convocatoria. Una clara referencia a los Afrikaners, los descendientes de los colonizadores holandeses y alemanes, a los que critican por dominar las estructuras del rugby nacional dos d¨¦cadas despu¨¦s del fin de la discriminaci¨®n racial legalizada en que consisti¨® el Apartheid.
La poblaci¨®n blanca, que no llega a un d¨¦cimo del pa¨ªs, representa el 70 por ciento del primer equipo nacional. Como respuesta, el Gobierno se ha comprometido a que los jugadores no blancos representen la mitad de todos los equipos locales y nacionales para 2019. Con esa promesa, Sud¨¢frica asume necesario cambiar una estructura que sus propios dirigentes consideran inadecuada, pues el establecimiento de cualquier cuota supone corregir una falla del sistema y su fin existencial: que jueguen los mejores. Kolisi prefiere dejar que sea la Uni¨®n Sudafricana de Rugby la que valore el tema.

Mientras otros ni?os languidecen en silencio, a Kolisi le salv¨® el rugby. ¡°Me ha dado una oportunidad de tener una buena educaci¨®n y muy buenos amigos, pero sobre todo me dio esperanza. Cuando me dieron mi primera beca y viaj¨¦ por primera vez es cuando empec¨¦ a so?ar a lo grande¡±. Que en el futuro haya historias de superaci¨®n tan encomiables como la suya depender¨¢ de que alguien les tienda la mano. ¡°Hay que trabajar duro para que haya una mejor educaci¨®n en general, porque es en la escuela primaria donde puedes construir o romper a un ni?o¡±, explica el flanker, que ayuda a su viejo club, African Bombers, a buscar patrocinios.
En su primer Mundial sin Nelson Mandela, fallecido en diciembre de 2013, el mito sigue presente. En su lucha por engalanar su historia, la Uni¨®n Internacional de Rugby introdujo p¨®stumamente al dirigente en su Sal¨®n de la Fama horas antes de que Sud¨¢frica derrotara a Escocia en Newcastle el 3 de octubre. ¡°Todos sabemos lo que pas¨® en el Mundial de 1995 con Madiba. El hecho es que la vida sigue siendo muy dura para muchos en Sud¨¢frica y, cuando las cosas no van bien, los Springboks pueden poner una sonrisa en la cara de nuestra gente¡±.
La fuerza social que adquiri¨® entonces el rugby eleva al extremo las pulsiones de una ¡°naci¨®n rota¡± tras su derrota ante Jap¨®n, en palabras de su capit¨¢n Jean de Villiers, y que se mide el s¨¢bado a Gales en cuartos. Kolisi apenas ten¨ªa cuatro a?os cuando Sud¨¢frica venci¨® a Nueva Zelanda en la final de 1995 pero s¨ª vivi¨® el sentimiento de uni¨®n cuando levantaron su segundo t¨ªtulo, ante Inglaterra en 2007. ¡°Recuerdo a todos viendo juntos el partido, desde los g¨¢nsteres a los polic¨ªa. No creo que hubiera un solo crimen en la ciudad aquel d¨ªa¡±.
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