Tablas entre el Eibar y el Sevilla

Recuerda el uniforme del Sevilla al equipo de los viejos tiempos. El de ahora, el de este s¨¢bado en Ipurua, hace o¨ªdos sordos al de la pasada temporada. Ni en la presi¨®n ni en la organizaci¨®n ni en la definici¨®n este Sevilla de Emery se parece al Sevilla de Emery, como si de una temporada a otra se hubiera interpuesto un desierto desconocido. En el Eibar, han cambiado los n¨®madas, pero el esp¨ªritu es el mismo: trabaja y se sorprende de lo que gana por igual. Al Sevilla le faltan ideas y al Eibar, gasolina. El empate premiaba por eso la igualdad de condiciones.

Porque el Eibar se plant¨® en el campo con el desparpajo del equipo feliz, del equipo con la autoestima por las nubes: organizado en defensa, impulsado por la energ¨ªa de Escalante, templado por Adri¨¢n y resuelto por Borja Bast¨®n, un buscagoles y un cazagoles al mismo tiempo. Con el Sevilla desubicado, despistado, todo ca¨ªa a los pies o la cabeza de Bast¨®n. Y a los ocho minutos, un libre indirecto efectuado por Sa¨²l Berj¨®n lo enganch¨® Bast¨®n aprovechando la entrada de Escalante que desorient¨® a la defensa.

Era un Eibar voluptuoso frente a un Sevilla que se miraba hacia adentro y no encontraba respuestas. El centro del campo padec¨ªa la lentitud de Krychowiak y el juego plano de N'Zonzi. Por eso, todo era del Eibar provocando la sensaci¨®n de que hay m¨¢s jugadores de un equipo que del otro. Una vez dispar¨® a puerta en toda la primera mitad, por medio de Reyes. La jugada anunci¨® lo que estaba por venir a cargo de Riesgo.

Porque la segunda mitad se disput¨® con dos equipos con la misma indumentaria que en la primera. Pero eran otros. La voluntad del Eibar se convirti¨® en supervivencia mal entendida. Y la endeblez del Sevilla se trastoc¨® en la furia del condenado. Se jug¨® el partido en el terreno del Eibar. No es que el equipo de Emery acorralase al de Mendilibar, es que el Eibar sali¨® voluntariamente acorralado, quiz¨¢s escaldado de tantas veces que se qued¨® sin gasolina en mitad de la autopista.

El tercer grado sevillista lo impulsaron entre todos, pero especialmente la entrada de Konoplyanka, en lugar de un Reyes intrascendente, que activ¨® el juego sevillista y permiti¨® que Coke buscara la l¨ªnea de fondo, algo que le hab¨ªa taponado el capit¨¢n sevillista. Fue un bombardeo contra Asier Riesgo, que demostr¨® tres cuestiones importantes en un portero: colocaci¨®n, reflejos y suerte en un ramillete de remates que sac¨® con las manos y los pies en pleno acoso a su porter¨ªa. Si ni la cabeza de Iborra o los pies de Gameiro val¨ªan para igualar el encuentro, bien le vino al franc¨¦s el bajo vientre para empujar un buen centro de Iborra que Dos Santos se trag¨® y Riesgo no calcul¨®.

Quedaba mucho partido, casi media hora, lo que anunciaba un sufrimiento total para los azulgrana, que hab¨ªan perdido al jefe de su ¨¢rea, Ramis, y su delantera ya se hab¨¬a mudado en stajanovistas de la destrucci¨®n. Ahora era el Sevilla del viejo uniforme, pero de la cara reciente. Dispar¨® Gameiro, Konoplyanka, Gameiro, otra vez, remat¨® Iborra, y venga y dale... pero siempre Riesgo hasta que el colegiado dijo basta tras cuatro minutos de prolongaci¨®n. El axioma funcion¨®: un tiempo para equipo equivale a un empate justo, aunque el del Sevilla fue m¨¢s pr¨®digo en remates que el del Eibar. Le falta al equipo de Emery velocidad de crucero y al Eibar, gasolina. Por eso llegaron juntos a la l¨ªnea de meta.