El respeto, el arma secreta del rugby
El deporte del bal¨®n oval tiene multitud de tradiciones enfocadas a calmar las pasiones que se levantan en el campo
![Haka de Nueva Zelanda, ante Francia, en Cardiff.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KH5446CPW7TKLNPZUIPA6APYFE.jpg?auth=68c8c85a24bdc8ba8d2006062bed573aa4ebb03e2497fc66a3bd2fa34a9f25c7&width=414)
Para muchos, sobre todo los de la vieja escuela, el rugby va m¨¢s all¨¢ de ser un deporte. Es casi una filosof¨ªa de vida, sobre todo por los valores que te inculcan desde que pisas por primera vez una cancha o participas en tu primer entrenamiento. Muchos de estos valores son normas no escritas y casi todas van enfocadas a una cosa, que la batalla que se produce en el campo no vaya m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite del terreno de juego.
Estas tradiciones son parte intr¨ªnseca del juego y una de las razones por la que pocas personas que hayan probado este deporte a cualquier nivel se enamoren de ¨¦l. Para jugar al rugby debes partir de la base de que, por encima de todo, por mucho que te pisen, te golpeen y hagan la vida imposible, al contrario, al ¨¢rbitro, a tus compa?eros y a la afici¨®n hay que respetarlos.
La palabra del ¨¢rbitro es ley
Arbitrar un partido de rugby es tremendamente complicado e, incluso con toda la ayuda tecnol¨®gica del siglo XXI, los colegiados yerran. Pero tradicionalmente se entiende como parte del juego y para muchos dudar de la honestidad del ¨¢rbitro es atacar al esp¨ªritu mismo de este juego.
Esta inviolabilidad de la autoridad arbitral se ve en el trato que tienen con ¨¦l los jugadores. Siempre se le trata de ¡°se?or¡± o ¡°sir¡± y no son pocos los colegiados que en partidos amateurs entran en un vestuario y avisan: ¡°Se?ores, conmigo solo habla el capit¨¢n. El que se dirija a m¨ª fuera de turno se puede ir a la calle¡±. Es su potestad y no duda en ejercerla. A nadie se le ocurre encararse, por eso es normal ver a hombres de proporciones descomunales agachar la cabeza y recibir un rapapolvo del ¨¢rbitro como si estuvieran ante el director del colegio.
Por su parte, los colegiados deben tambi¨¦n respetar a los jugadores y empatizar con ellos. Son conscientes de que en un campo de rugby las pulsaciones de todos van a toda velocidad y que las chispas pueden producir llamas. Su labor es evitar el incendio. Por eso, muy frecuentemente, se producen tanganas y los colegiados optan por dejar que se sofoquen por s¨ª mismas y despu¨¦s llamar a los capitanes y a causantes para pedirles que se dejen de pamplinas y se dediquen a jugar.
Posiblemente, el mejor ejemplo de ¨¢rbitro en la actualidad es el gal¨¦s Nigel Owens, que para muchos deber¨ªa ser quien dirigiera la final del Mundial 2015. Su fama, m¨¢s all¨¢ de sus decisiones acertadas o no, viene de su trato con los jugadores y su manera de juzgar las acciones pol¨¦micas.
El capit¨¢n no solo elige el campo
En un equipo de rugby, el capit¨¢n es el portavoz de la plantilla, el hombre de confianza del entrenador, el l¨ªder en el campo. No tiene que ser el m¨¢s talentoso ni el m¨¢s medi¨¢tico, pero s¨ª un tipo con car¨¢cter, un l¨ªder dentro y fuera del campo. Es frecuente que cuando alguien pregunta los motivos de nombrar a un capit¨¢n por delante de otros m¨¢s veteranos la respuesta sea: ¡°Porque gu¨ªa con el ejemplo¡±.
El capit¨¢n es el encargado de llevar el ¨²ltimo entrenamiento antes del partido, conocido como Captain?s Run, en el que el objetivo es aumentar la concentraci¨®n del equipo antes del encuentro.
Ofrendas de paz tras la batalla
Sea cual sea el resultado, en rugby hay ciertas costumbres cuya intenci¨®n es cerrar las heridas y rencillas abiertas en el campo. La primera es que, tras el partido, el equipo ganador le hace pasillo y aplaude al perdedor y acto seguido, los derrotados hacen lo propio con los vencedores. Esto es algo que se estaba perdiendo con la profesionalizaci¨®n y globalizaci¨®n del rugby en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, pero que se ha vuelto a ver en este Mundial.
Por ¨²ltimo queda una de las tradiciones m¨¢s famosas de este deporte, el tercer tiempo. Se produce justo despu¨¦s del partido cuando los equipos ya se han duchado. En ¨¦l, el equipo local agasaja al equipo visitante con comida y sobre todo mucha cerveza. Durante el mismo ambos conjuntos confraternizan e intercambian historias sobre el partido u otros rivales.
Pese a que es una costumbre que tiende a reducirse en la alta competici¨®n, sobre todo en torneos largos y en lo concerniente a la ingesta descontrolada de cerveza, es algo que a los jugadores les gusta y procuran hacer, como cuando en este Mundial Gales invit¨® a Uruguay a su vestuario para ver el Nueva Zelanda-Argentina. Adem¨¢s, el tercer tiempo ha dado algunas de las an¨¦cdotas m¨¢s peculiares del rugby, como aquel d¨ªa en el que el capit¨¢n ingl¨¦s y el capit¨¢n escoc¨¦s patearon por las calles de Edimburgo la Calcuta Cup, el trofeo m¨¢s antiguo de la historia del deporte de equipos.
La afici¨®n tambi¨¦n forma parte del deporte
El respeto del campo se extiende a la grada. Sirva como ejemplo que, cuando el pateador de un equipo se dispone a lanzar a palos, las gradas enmudecen, para no deconcentrar al jugador. ?ltimamente, con la popularizaci¨®n del deporte, est¨¢ llegando cada vez m¨¢s gente que desconoce las reglas no escritas a lo que la gran mayor¨ªa responde chistando o pitando a los impertinentes.
Otro ejemplo de la armon¨ªa entre los espectadores se vio al principio del Mundial 2015, cuando se insinu¨® por parte de la organizaci¨®n que pretend¨ªa separar a las aficiones de los equipos, lo que fue recibido como una ofensa por parte de todos. Dudar de la buena conducta de las aficiones y evitar que se mezclaran era una falta de respeto.
Durante el Mundial, las aficiones de todos los equipos conviven sin problemas, pese a las grandes ingestas de alcohol en los estadios y alrededores. El fin de semana pasado, en el tren que volv¨ªa de Twickenham a Londres, apretados como sardinas en lata, los aficionados sudafricanos y galeses se vacilaban sin parar. El ¨²nico mal gesto que se ve¨ªa era la cara de hast¨ªo de alguno. Todo el mundo es consciente de que, pese a la pasiones que levanta, esto no deja de ser un juego.
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