El Athletic desarma al Sporting
Un recital de Be?at y los goles de Aduriz liquidan un partido muy desigual
El f¨²tbol tiene juego, jugadas y jugarretas. El primer gol tuvo de todo. Resulta que el Athletic pecaba en exceso de falta de tacto, acariciaba el bal¨®n como un oso a una mosca y la mosca se le escapaba herida y asustada, mientras el Sporting le explicaba c¨®mo se acuna un bal¨®n para que se duerma en tu pie y no se sobresalte con puntapi¨¦s como pesadillas. Es decir, el juego era del conjunto asturiano, que tom¨® al asalto el centro del campo con un tono sutil, con abundancia de futbolistas entregados a una causa com¨²n que llegaron a hacer un par de aspavientos, de Guerrero y Halilovic, ante Iraizoz que silenciaron San Mam¨¦s.
Athletic, 3 - Sporting, 0
Athletic: Iraizoz; De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga; San Jos¨¦, Be?at (Eraso, m. 84); Williams (B¨®veda, m. 74), Ra¨²l Garc¨ªa, Susaeta (Ibai G¨®mez, m. 81); y Aduriz. No utilizados: Herrer¨ªn, Elustondo, Gurpegui y Sabin Merino.
Sporting: Alberto; Lora, Bernardo, Luis Hern¨¢ndez, Ismael L¨®pez; Mascarell (Carmona, m. 45); Halilovic (Pablo P¨¦rez, m., Sergio ?lvarez, Nacho Cases, Jony; y Guerrero (Mendigutxia, m. 60). No utilizados: Dennis, Men¨¦ndez, Canella y Mere.
Goles: 1-0. M. 29. Susaeta. 2-0. M. 40. Aduriz, tras un penalti que rechaz¨® Alberto. 3-0. M. 67. Aduriz.
?rbitro: Iglesias Villanueva. Amonest¨® a Halilovic, Mascarell, Nacho Cases, Aduriz.
Unos 50.000 espectadores en San Mam¨¦s. Se guard¨® un minuto de silencio por la muerte del ex entrenador del Athletic Howard Kendall.
Y el Athletic venga a acariciar el bal¨®n con botas de acero. Su hoja de ruta mor¨ªa por falta de tacto. Y en esto llega De Marcos y se va en horizontal de su banda al centro del campo, y se la da a Aduriz, que se la da a Be?at, que se la da a Ra¨²l Garc¨ªa, que se la da, por el interior, a Williams, que se la da a Susaeta, que remata en el ¨¢rea peque?a. Todo, menos lo de De Marcos, al primer toque, en un manual de c¨®mo hacer un contragolpe jugando en horizontal hasta la estocada final. La mosca, o sea el bal¨®n, lo agradeci¨®: por primera vez el Athletic hab¨ªa medido el vuelo rasante de la mosca en un zigzag impresionante que jam¨¢s levant¨® un palmo del suelo.
El Sporting encaj¨® el golpe como quien sufre el picotazo de una avispa. Cargado de centrocampistas, se desorient¨® ante el zumbido del Athletic, con Be?at ejerciendo de timonel, Williams de espadach¨ªn por su costado, Ra¨²l Garc¨ªa de emperador del ¨²ltimo pase y Susaeta de gladiador. Al Sporting, tan luminoso con su traje amarillo y con su inmaculada puesta en escena, se le apag¨® la luz. Mascarell ya no frenaba, Hailovic parec¨ªa un juez de linea confundido con la cal y Guerrero era un n¨¢ufrago braceando contra la nada.
El Athletic increment¨® el oleaje y en una de sus mareadas lleg¨® el penalti de Mascarell a Williams. Lo lanz¨® Aduriz y se lo adivin¨® Alberto, que aguant¨® su paradinha. Pero despej¨® hacia adentro y Aduriz remat¨® a la red. Ni lo celebr¨®, dolido por no haber acertado a la primera. Rabia de goleador, de quien aprueba en setiembre aunque en este caso el verano apenas durase un segundo. Pudo Aduriz resarcirse al minuto de la segunda mitad cuando escap¨® de su marcador y dispar¨® al poste. Fue la jugarreta de un partido que examinaba la diferencia que hay entre ser profundo y ser plano.
Pec¨® el Sporting de exceso de pausa y de falta de delanteros entendidos como tales. Corrigi¨® Abelardo su dibujo y mejor¨® su tono de piel. Hubo andanadas rojiblancas y acometidas amarillas. Y Aduriz se reconcili¨® consigo mismo al marcar su segundo gol en una contra bien manejada por Be?at, despedido con San Mam¨¦s puesto en pie. La jugarreta fue de Aduriz, la jugada de todos, el juego fue suyo.
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