El fiasco del Mundial 82 y el ¨¦xito de la Barcelona ol¨ªmpica
Ni la organizaci¨®n ni los directivos ni el equipo dieron la talla en el f¨²tbol, lo que contrasta con unos Juegos brillantes y plenos de medallas para Espa?a
En plena Transici¨®n, a Espa?a le toc¨® organizar el Mundial de f¨²tbol. Se nos concedi¨® ya en 1964 para 1982, as¨ª que tiempo hubo para pens¨¢rselo. Pero no sali¨® bien.
La FIFA decidi¨® subir para esa edici¨®n el n¨²mero de participantes, de 16 a 24. Eso complic¨® y encareci¨® la cita. Tras muchas discusiones, acab¨® jug¨¢ndose en 14 ciudades y 17 estadios. Se eligi¨® una mascota, el Naranjito, que no gust¨® a nadie. El Presidente del Comit¨¦ Organizador, Raimundo Saporta, brazo derecho de Bernab¨¦u en los a?os grandes del Madrid, perdi¨® la cabeza sobre la marcha, abrumado por presiones, maledicencias y confusiones. Las estimaciones de la ¨¦poca fijaron las p¨¦rdidas en 638 millones de pesetas.
Los jugadores del Mundial vivieron la concentraci¨®n en los Pirineos protegidos por un cuerpo de ¨¦lite de la Guardia Civil, por miedo a atentados de ETA
El equipo tampoco result¨®. Emilio Santamar¨ªa (excentral del Madrid en los a?os de Di St¨¦fano, entrenador de ¨¦xito en el Espanyol, al que casi hizo campe¨®n de Liga, y luego seleccionador con ¨¦xito de categor¨ªas inferiores) pareci¨® una buena apuesta para el cargo de seleccionador, pero se vio desbordado por la presi¨®n. Y los jugadores, tambi¨¦n. Vivieron la concentraci¨®n en los Pirineos protegidos por un cuerpo de ¨¦lite de la Guardia Civil, por miedo a atentados de ETA. En los pocos d¨ªas libres que gozaron, viajaban discretamente escoltados a sus casas, y si quer¨ªan cambiar de localidad deb¨ªan avisar a la Guardia Civil.
Entre eso y un posible exceso de trabajo f¨ªsico, jugaron mal, sin chispa. Pasamos la fase de grupo, ante Honduras, Yugoslavia e Irlanda del Norte con una sola victoria, ante los yugoslavos, y eso por un penalti fuera del ¨¢rea, regalado. Quedamos fuera en la segunda fase, un triangular con la RFA e Inglaterra que daba paso a la semifinal.
Hubo varios incidentes desagradables, ajenos a nosotros: un tongo visible entre Austria y la RFA, un gol anulado a Francia por un jeque de Kuwait (as¨ª como suena) que baj¨® al campo, y una horrorosa agresi¨®n, sin sanci¨®n, del meta alem¨¢n Schummacher al franc¨¦s Battiston. Adem¨¢s, Brasil, que enamor¨® a todos, cay¨® ante Italia. El mejor recuerdo fue la forma con que el anciano presidente de Italia, Sandro Pertini, viejo luchador antifascista, celebraba cada gol de Italia en la final.
Todo lo contrario fueron los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona 92, logro personal de Juan Antonio Samaranch, que dedic¨® al mayor parte de su vida a ese objetivo, para lo que previamente logr¨® alcanzar la presidencia del COI (Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional).
En el ¨¢mbito general, aquellos JJ OO fueron la superaci¨®n del viejo tab¨² del profesionalismo, que a¨²n se arrastraba. Samaranch consigui¨® levantarlo, y a los Juegos se acudi¨® ya sin restricciones, hasta el punto de que Estados Unidos envi¨® su mejor equipo de baloncesto posible, el Dream Team.
La primera medalla de los Juegos lleg¨® en ciclismo en pista, con Jos¨¦ Manuel Moreno, y eso abri¨® una riada de ¨¦xitos que alcanz¨® deportes apenas eran seguidos
En lo que respecta a Espa?a, fue un estallido de nuestro deporte. Se puso en marcha una gran iniciativa, el plan ADO, por el que empresas privadas pusieron dinero para la preparaci¨®n, a trav¨¦s del patrocinio en distintos deportes. El Rey apret¨® lo suyo en ello. Con dinero, unidad de prop¨®sito y mucho trabajo, el nivel de nuestro deporte ascendi¨® mucho. Las instituciones cooperaron por un mismo fin y todo sali¨® de maravilla.
La primera medalla lleg¨® en ciclismo en pista, con Jos¨¦ Manuel Moreno, y eso abri¨® una riada de ¨¦xitos que alcanz¨® deportes que aqu¨ª apenas eran seguidos. Nos sorprendi¨® ver que ¨¦ramos buenos en tantas cosas. Aunque uno de los favoritos, el baloncesto, decepcion¨® gravemente (sufri¨® una ominosa derrota ante Angola, a¨²n recordada como el angolazo), el ambiente fue permanentemente feliz y hubo victorias de gran prestigio, como la de 1.500 de Ferm¨ªn Cacho o la de la final de f¨²tbol, ante Polonia. El Rey, que asisti¨® en Montju?c a la primera y luego acudi¨® a un Camp Nou lleno de banderas espa?olas a tiempo de ver la victoria en f¨²tbol, adquiri¨® fama de talism¨¢n. Muchos de los ¨¦xitos contaron con su presencia en directo. Al final fueron 22 medallas. Ven¨ªamos de 4 en Se¨²l-88 y de 26 en todo nuestro historial ol¨ªmpico previo.
Barcelona se transform¨® profundamente, con sus nuevas rondas y su apertura al mar. El esl¨®gan de despedida, "amigos para siempre", dio la vuelta al mundo.
Y es consenso general que en Barcelona 92 se enterr¨® definitivamente el esp¨ªritu perdedor de nuestro deporte. Que ah¨ª arranc¨® una nueva ¨¦poca.
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