Gloria eterna para Andy Murray
El escoc¨¦s, art¨ªfice del hist¨®rico triunfo brit¨¢nico en la Copa Davis, casi 80 a?os despu¨¦s del ¨²ltimo t¨ªtulo, resiste a la leyenda de Fred Perry derribando todas las barreras
Siempre que se le llama, ¨¦l est¨¢; y, siempre que se le reclama, ¨¦l responde. Ocurr¨ªa hace dos a?os, cuando Gran Breta?a clamaba al cielo desde hace d¨¦cadas porque ning¨²n tenista de sus islas lograba terminar con el maleficio de Wimbledon, conquistado una y otra vez por jugadores for¨¢neos; y se daba tambi¨¦n en este 2015, cuando el aficionado brit¨¢nico observaba c¨®mo su equipo de la Copa Davis progresaba y crec¨ªa la ansiedad ante la oportunidad de lograr de nuevo la Ensaladera. Entre un punto y otro, un doble nexo unitario, dos figuras: Fred Perry y Andy Murray. El primero, el gran t¨®tem del tenis brit¨¢nico; el segundo, Andy, el que siempre est¨¢, o el que siempre atiende la llamada de la historia.
A Murray, 28 a?os, contempor¨¢neo de jugadores tan extraordinarios como Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic, siempre le ha tocado convivir con el yugo de un legado. Desde que ingres¨® en el circuito profesional hace 10 a?os, al chico de Dunblane siempre le ha correspondido cargar con la pesada estela del emblem¨¢tico Perry, triple ganador en Wimbledon (1933, 1934 y 1935) y Nueva York (1933, 1934 y 1936), en Par¨ªs (1935) y Melbourne (1934); art¨ªfice, tambi¨¦n, de cuatro t¨ªtulos encadenados de Gran Breta?a (1933, 1934, 1935 y 1936) en la competici¨®n por equipos.
La carga de Perry siempre ha estado ah¨ª para ¨¦l. Desde hace d¨¦cadas, el Reino Unido busc¨® un relevo en las pistas que se resisti¨® a llegar. Proyectos a medio camino o inacabados (los de Greg Rusedski o Tim Henman como m¨¢s recientes), hasta que irrumpi¨® ¨¦l, Sir Andy Murray. Le cost¨® abrise paso, puesto que durante su carrera siempre ha tenido que lidiar con los ¨¦xitos alternos de Federer, Nadal y Djokovic, con una estirpe de campeones que le han privado de un buen pu?ado de t¨ªtulos. Sin embargo, poco a poco, el escoc¨¦s aprendi¨® a manejar la presi¨®n y a trazar su propio recorrido.
En 2013, despu¨¦s de varios intentos frustrados, Murray se proclam¨® campe¨®n en el All England Tennis Club de Wimbledon y derrib¨® el primer muro; entonces engarz¨® el major ingl¨¦s (6-4, 7-5 y 6-4 al serbio Djokovic en la final) y termin¨® con una sequ¨ªa de 77 a?os. Un a?o antes, en 2012, Murray ya se hab¨ªa hecho con el oro ol¨ªmpico sobre el c¨¦sped de La Catedral y ese mismo curso elev¨® su primer Grand Slam, en Flushing Meadows. Su obra ya hab¨ªa cobrado forma, pero ahora Gran Breta?a le exig¨ªa un plus: acabar con un vac¨ªo hist¨®rico de 79 a?os sin celebrar la Davis.
La sombra de Perry siempre estar¨¢ ah¨ª, pero ¨¦l ya se ha hecho un hueco en la memoria brit¨¢nica
Y Murray, cumplidor donde los haya, al servicio siempre de la causa brit¨¢nica pese a que su coraz¨®n profese m¨¢s amor por la bandera escocesa, respondi¨® en Belgica: tres triunfos, 11 en defensa de la Union Jack esta temporada, ocho en individuales y tres en el dobles. "Quiz¨¢ no volvamos a tener una oportunidad como esta, as¨ª que debemos celebrarlo", festej¨® despu¨¦s de batir a David Goffin (6-3, 7-5 y 6-3, despu¨¦s de dos horas y 54 minutos) y atar el punto definitivo. "Es un sentimiento fant¨¢stico. Probablemente, el m¨¢s emotivo que yo haya sentido despu¨¦s de una victoria. Es incre¨ªble c¨®mo nos las hemos apa?ado para conseguir este t¨ªtulo. Es genial", expresaba Murray.
Despu¨¦s de una temporada kilom¨¦trica, con 104 partidos a sus espaldas y cuatro t¨ªtulos (sus dos primeros en tierra, M¨²nich y Madrid, y los de Queen's y Canad¨¢), el escoc¨¦s ha logrado su gran objetivo. La sombra de Perry siempre estar¨¢ ah¨ª, pero ¨¦l ya se ha hecho un hueco en la memoria deportiva de los brit¨¢nicos. Estos le reclaman y ¨¦l responde. El fotograma final, con sus compa?eros mante¨¢ndole y ¨¦l por los aires, tiene algo de justicia po¨¦tica, de reconocimiento para un magn¨ªfico tenista. Parece imposible que alg¨²n d¨ªa alcance los ¨¦xitos de Perry, pero ¨¦l sigue sorteando murallas. Gan¨¢ndose la gloria eterna.
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