El Madrid gana al Eibar sin encanto

Se lo curr¨® el Madrid, que a falta de brillo al menos tir¨® de pico y pala. Muy exigido por un Eibar que combate a lo grande, el equipo blanco interpret¨® bien de qu¨¦ iba el duelo, supo apretar los dientes ante un adversario que no concede respiro, un club encomiable que se faja como pocos. No fue un Madrid cosm¨¦tico, pero s¨ª sobrio y aplicado en estos tiempos de pesadumbres. El equipo no acaba de cuajar, no tiene sello, y mientras se define solo le queda remar y remar. En Ipurua, con Benzema a la sombra, se enganch¨® a sus dos delanteros. Resucit¨® Bale, que diez meses despu¨¦s marc¨® fuera del Bernab¨¦u. Sus n¨²meros no se corresponden con un delantero del Madrid, como revela que ha anotado en cuatro de los ¨²ltimos 30 partidos oficiales, pero ante los armeros fue oportuno. Y remat¨® la faena Cristiano, de penalti. Con el portugu¨¦s ocurre lo contrario, sus cifras certifican a un jugador de ¨¦poca: con 234 goles ya es el tercer mejor goleador de la historia de la Liga, igualado con Hugo S¨¢nchez y solo superado por Zarra y Messi.

No era un d¨ªa para equipos con piernas de m¨¢rmol, y menos para este Madrid desnortado. En Ipurua no hay tregua, todo resulta fatigoso. El Eibar muerde, no concede dos toques ni al apuntador, tira de la presi¨®n alta y convierte el recinto en un campo de minas. Sin Casemiro en la carpinter¨ªa, lo advirtieron a la primera Kroos y Modric, que hicieron circular la pelota con fluidez. Por los costados, James, de vuelta a los escenarios, apenas tuvo poso, lo contrario que Kovacic, muy activo, sobre todo en el tajo. Sin embargo, ninguno de los centrocampistas supo descolgarse, infiltrarse entre las selv¨¢ticas l¨ªneas rivales. A este equipo le falta emoci¨®n y le sobra ortodoxia.

Con la defensa adelantada de los de Mendilibar, el choque requer¨ªa que sorprendieran los volantes. No fue as¨ª, todos estuvieron tan contenidos como los laterales. Lo pag¨® el Madrid, que jug¨® m¨¢s a lo ancho que a lo largo. Hasta el cabezazo exitoso de Bale a un paso del intermedio, solo Cristiano dej¨® una miga en ataque. El luso perdi¨® un pulso a solas con Riesgo tras una buena asistencia de James. No hubo m¨¢s pistas del colombiano, futbolista al que Ben¨ªtez debiera rehabilitar sin m¨¢s demora. Por lo que sea, James ha perdido pujanza y el Madrid no se lo puede permitir. Fue precisamente el cafetero quien jug¨® en corto con Modric en un c¨®rner y el centro con pie de seda del croata lo remach¨® Bale, que estuvo a un dedo del segundo justo antes del par¨®n. Un varapalo para el Eibar, que rumiaba ya el descanso tras un primer acto muy meritorio. M¨¢xime por la ausencia de sus dos mejores agitadores en ataque, Borja Bast¨®n, lesionado, y Keko, sancionado. Demasiado lastre para un equipo al que no le sobra de nada.

El Madrid perdi¨® hilo tras el descanso, se volvi¨® m¨¢s impreciso ante el paso al frente de su rival. El Eibar no es un conjunto que especule, su trama es cristalina: se afana con todo por conquistar el bal¨®n y luego no se demora en la ofensiva. Va por la directa, sobremanera por las bandas. Sin su goleador Bast¨®n, careci¨® de chicha cerca de Keylor Navas, donde Nacho y Pepe arrestaron a Enrich. Ben¨ªtez entendi¨® que el envite del Eibar era por las orillas y retir¨® a James para dar carrete a Lucas V¨¢zquez, jugador de mayor recorrido que el colombiano, m¨¢s predispuesto para la media punta.

Pese al fogueo del Eibar, el encuentro estaba en el aire, con Cristiano como ¨²nica amenaza para los locales. Sin rastro de Bale, ning¨²n madridista sumaba en ataque. Pero el portugu¨¦s perdi¨® otros dos retos con Riesgo y, de inmediato, Ben¨ªtez quiso conservar el bot¨ªn con la entrada de Casemiro por Kovacic. Hasta que en un err¨¢tico saque de banda cerca del ¨¢rea visitante ¨Ccurioso, porque no fue el primer fallo igual de parvulario-, contragolpe¨® el Madrid y Dani Garc¨ªa pareci¨® derribar a Lucas con el tal¨®n izquierdo. Cristiano emboc¨® y dio m¨¢s vidilla a los suyos, que por en¨¦sima vez vieron a caer a un jugador, esta vez Carvajal, lesionado en el tramo final. Es hora de un congreso m¨¦dico en la casa blanca. Mientras tanto, en estos tiempos de confusi¨®n, toda victoria es gloria bendita. Sin encanto alguno, en estos d¨ªas de resaca infinita tras el cl¨¢sico, solo cabe sudar.