Realismo ¡®M¨¢gico¡¯
La visita del Madrid a C¨¢diz deton¨® el ingenio natural y el fatalismo del pueblo del Carranza
¡°Cuando dicen que los gaditanos no nacen en C¨¢diz, que all¨ª d¨®nde nazcan eso les da igual¡±. As¨ª comienza la canci¨®n que la chirigota Cumplea?os Infeliz, SA, dedic¨® al mayor ¨ªdolo que jam¨¢s haya tenido el Estadio Ram¨®n de Carranza: Jorge El M¨¢gico Gonz¨¢lez. Siguiendo la letra de la tonadilla, se dice que ¡°cuando le dio la gana, y a golpe de filigrana, a la afici¨®n m¨¢s pagana convirti¨® a la religi¨®n: los viernes al Nazareno y los domingos al terreno del gre?¨²o del bal¨®n¡±.
Hace mucho tiempo ya que aquel gaditano nacido en Centroam¨¦rica abandon¨® los campos para pasear en compa?¨ªa de un bal¨®n por las playas de su pa¨ªs natal, El Salvador. Pero su impronta, su especial car¨¢cter, permanecen todav¨ªa intactos en el esp¨ªritu y las gargantas de miles de aficionados que priorizan la diversi¨®n y el arte por encima de cualquier ambici¨®n deportiva.
Para comprender c¨®mo se vive el f¨²tbol en el templo gaditano, ahora reformado y con cierto aire de catedral inglesa, uno debe imaginar una plaza de toros a rebosar, un tablao flamenco lleno de humo de tabaco y un desfile de carnaval perpetuo recorriendo los huesos de cada aficionado presente, todo bien mezclado. Del silencio escrupuloso, expectante, se pasa al ol¨¦ instant¨¢neo y rotundo con solo un toque de bal¨®n, como si el mism¨ªsimo Rafael de Paula se hubiera vestido de corto para clavar una vaselina imposible en el hoyo de la agujas rival, y los pa?uelos blancos y bien planchados inundaran las gradas para vitorear al ¨ªdolo, acompa?ados por un ritmo cadencioso y afinado de palmas que dejan intuir, de fondo, el sonido de una guitarra. Apenas necesita el cadista poco m¨¢s que un mago con lega?as o un ruso indebidamente alineado para desatar su ingenio natural y que la chirigota no pare de sonar hasta el siguiente entierro de la sardina.
Mi querido amigo Juan Gorostidi, uno de esos genios modernos capaz de despertarte a las cuatro de la ma?ana con la imitaci¨®n de un se?orito sevillano contratando a un sintecho para una cacer¨ªa, aburrido de disparar a ciervos y jabal¨ªes, me contaba hace unos d¨ªas una an¨¦cdota que ilustra el car¨¢cter de la afici¨®n gaditana: ¡°Marc¨® el C¨¢diz en el minuto doce de la primera parte y toda la grada se puso a gritar ¡®?¨¢rbitro, la hora!¡±. A buen seguro que Rafa Ben¨ªtez se llev¨® apuntadas en su austera libreta una buena colecci¨®n de coletillas similares el pasado mi¨¦rcoles: desde el ya hist¨®rico ¡°mete a De Gea¡±, hasta la insistente recomendaci¨®n de que mirase el Twitter aunque fuese en el m¨®vil de Chendo. Y con todo lo dicho, no hay afici¨®n m¨¢s autocr¨ªtica que la gaditana, como demuestra el final de la misma canci¨®n con que comenzaba el art¨ªculo: ¡°Pero somos tan absurdos y a veces tan poco hombres, que a una escuela de f¨²tbol le ponemos el nombre de un futbolista ingl¨¦s que a m¨ª no me vale: una escuela de f¨²tbol en C¨¢diz, el ¨²nico nombre que puede tener es el de Jorge Gonz¨¢lez¡±.
M¨¢gicos y realistas, como si los hubiese imaginado Cunqueiro.
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