Los peregrinos de la ola gigante de Haw¨¢i
El archipi¨¦lago del Pac¨ªfico, cuna del surf, alberga las competiciones m¨¢s prestigiosas del mundo y celebra el Eddie, un memorial de recuerdo a uno de sus h¨¦roes
En Haw¨¢i las televisiones de los bares emiten surf como las de Europa f¨²tbol o rugby. Los fan¨¢ticos jalean cada ola bien tomada y se encrespan si las puntuaciones de los jueces no son las que ellos consideran. All¨ª los surfistas son tratados como aut¨¦nticos ¨ªdolos. Si el brasile?o Gabriel Medina sale del agua tras completar una manga, varios ni?os van a rodearle para conseguir el premio de chocar su mano, pasa lo mismo con el hawaiano John John Florence, y la imagen del archicampe¨®n Kelly Slater aparece de reclamo de varias marcas.
Oahu, la isla principal del archipi¨¦lago, es la capital mundial del deporte de la tabla y las olas. La cuna y la meca. All¨ª se respira surf con cada paso. En el sur de Oahu est¨¢ la estatua en memoria de Duke Kahanamoku, un campe¨®n ol¨ªmpico de nataci¨®n en 1912 y 1920 que es considerado como el inventor del surf moderno. En la capital Honolul¨² y la tur¨ªstica Waikiki el mar es tranquil¨®n, la playa est¨¢ m¨¢s para broncearse y pegarse un ba?ito, pero tambi¨¦n se hace negocio con el deporte aut¨®ctono, aunque sea en seco. Un nativo hawaiano alecciona a un corpulento estadounidense continental que est¨¢ tumbado sobre una tabla. Le ordena que repita el movimiento de incorporaci¨®n una y otra vez. ¡°Ya lo tengo¡±, comenta el alumno mientras pasa de posici¨®n horizontal a vertical. ¡°Tienes que automatizarlo. No es lo mismo sobre la arena que sobre una ola. Entonces veremos si lo tienes¡±, le replica el profesor.
Las clases baratas no son. Rondan los 90 d¨®lares por un par de horas que dan tiempo para poco m¨¢s que coger unas nociones b¨¢sicas en un deporte tan dif¨ªcil. Pero el surf atrae como pocas cosas, y si est¨¢s en Haw¨¢i es imposible abstraerse. La vida id¨ªlica del surfista, viajando, persiguiendo las olas de los cinco continentes, es un im¨¢n para muchos turistas, que al menos quieren probar suerte.
El norte de Oahu es distinto. All¨ª las olas rugen constantemente y cada poco aparece una con una altura considerable. Sobre todo en los meses de invierno -de noviembre a febrero- la Northshore (la orilla norte) es un sitio seguro para surfear por esos caramelos acu¨¢ticos. ¡°Puede haber olas m¨¢s grandes en otros sitios, pero Haw¨¢i es Haw¨¢i¡±. No lo dice un cualquiera, lo dice el estadounidense Garreth McNamara, un tipo que ha surfeado olas de hasta 30 metros en Nazar¨¦ (Portugal), uno de los enclaves de moda para cabalgar estos monstruos l¨ªquidos.
En esta parte de la isla mucha gente camina con su tabla bajo el brazo, o los coches van cargados con ellas. Hay pocos hoteles, casi todo son casas bajas, puestos ambulantes de comida y gallinas paseando por las calles como si fuesen perros. Todo es mucho m¨¢s agreste y genuino, totalmente opuesto a lo que se ve apenas 50 kil¨®metros al sur.
En playas como Sunset o Waimea Bay se espera a la gran ola. Tambi¨¦n hay pruebas del World Tour Surf, el circuito profesional, pero se siente especial devoci¨®n por las paredes acu¨¢ticas que se forman en esas costas. Las competiciones de Big Wave (ola grande) cada vez tienen m¨¢s tir¨®n por su espectacularidad, y el Memorial Eddie Aikau, organizado por la marca ropa y complementos Quiksilver, es toda una referencia en el mundillo. Eddie Aikau es un absoluto h¨¦roe local. Primer guardacostas de la playa de Waimea y surfista de alto nivel, se le atribuyen miles de rescates en sus aguas junto a su hermano Clyde. En 1978 Eddie se embarc¨® en una hokulea, una embarcaci¨®n hawaiana, para reeditar el hist¨®rico viaje a Tahit¨ª que realizaron los colonizadores polinesios siglos atr¨¢s. El nav¨ªo naufrag¨® y Eddie march¨® sobre su tabla de surf para buscar ayuda. Poco despu¨¦s todos los tripulantes fueron rescatados, pero Aikau nunca fue visto de nuevo. ¡°Si a alguien se le puede llamar h¨¦roe, ese es Eddie¡±, sentencia el australiano Ross Clarke Jones, otra leyenda de las olas.
¡°Eddie es un aut¨¦ntico h¨¦roe. Siempre miraba m¨¢s por la vida de los dem¨¢s que por la suya¡±, rememora emocionado su hermano Clyde Aikau, que tambi¨¦n es un mito del surf hawaiano. El pasado 3 de diciembre, Clyde protagoniz¨® un a?o m¨¢s la ceremonia de inauguraci¨®n del Eddie ¨Cas¨ª se conoce al evento-, que a?o tras a?o re¨²ne lo m¨¢s selecto del surf mundial. El acto mezcla lo deportivo y lo costumbrista, con ciertos tintes religiosos. Finaliza cuando los invitados se re¨²nen en el mar y forman un c¨ªrculo con Clyde Aikau dentro. ¡°Ellos van a poner sus vidas en peligro, por eso intento que saquen su esp¨ªritu, que pongan todo el alma¡±, proclama Aikau.
Tras la ceremonia a los participantes solo les queda esperar, esperar a que se formen olas de al menos seis metros. ¡°Los surfistas ahora deben estar atentos porque en cualquier momento se les puede convocar de aqu¨ª a finales de febrero. Si la climatolog¨ªa no lo permite, no se celebrar¨¢¡±, explica Peio Lizarazu, hermano del famoso futbolista franc¨¦s Bixente, que trabaja para Quiksilver. ¡°Este a?o pinta bien por El Ni?o¡±, apunta Lizarazu en referencia al fen¨®meno meteorol¨®gico que afecta peri¨®dicamente al Pac¨ªfico y que puede ocasionar tormentas. De las 30 ediciones del memorial Eddie Aikau, solo en ocho se ha podido competir.
Y es que m¨¢s all¨¢ de la m¨ªstica de las olas, los deportistas se juegan el tipo en estas competiciones. El surfista vasco Ibon Amatriain es el ¨²nico espa?ol que ha participado en el Eddie, lo hizo en 2009, la ¨²ltima vez que las condiciones meteorol¨®gicas permitieron que se celebrara. ¡°Los d¨ªas previos a la prueba se produjeron algunas de las mayores marejadas de la historia. Incluso los organizadores dieron la oportunidad de no participar a quien no quisiera. La verdad es que sent¨ª miedo¡±, cuenta Amatriain sobre su experiencia en Waimea.
Los surfistas de ola grande viven siempre pendientes del parte meteorol¨®gico global. All¨¢ donde se produce una tormenta susceptible de dejar buenas olas, all¨¢ estar¨¢n. A principios de 2014 el australiano Jamie Mitchell vio que la tormenta H¨¦rcules hac¨ªa estragos en el Cant¨¢brico y se present¨® en Belharra, en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. La imagen de una ola gigante engull¨¦ndolo se hizo viral en la Red. ¡°Fue uno de los momentos m¨¢s peligrosos que he vivido. Me recuerdo dando vueltas y vueltas en el agua. Fueron unos segundos angustiosos¡±, rememora Mitchell.
Los elementos de seguridad en el surf van generaliz¨¢ndose poco a poco. Uno de los principales avances son los chalecos que se inflan de manera instant¨¢nea y que sacan al deportista a la superficie de manera casi instant¨¢nea. ¡°Es habitual ver en la monta?a muchos equipos de seguridad, sobre todo en el esqu¨ª, as¨ª que no deber¨ªa ser raro que se incluyesen en el agua¡±, se?ala Lizarazu. Quiksilver est¨¢ ultimando junto con la empresa Aqualung un chaleco de inflado instant¨¢neo, basta tirar de una anilla para ser propulsado fuera del agua. La prenda puede hincharse hasta cuatro veces. ¡°De momento, solo los profesionales suelen utilizar estos productos, pero nuestra intenci¨®n es que se generalicen¡±, a?ade Lizarazu.
Sin duda surfear ondas gigantescas conlleva un peligro, ¡°pero es adictivo, esa adrenalina es adictiva¡±, dice Gabriel Villar¨¢n, un peruano que destaca en el circuito de olas gigantes. ¡°En una ocasi¨®n en Punta Galea [en Getxo], me ca¨ª y las olas me arrastraron a las rocas con mucha fuerza, me da?¨¦ la rodilla, el hombro¡¡±, cuenta Villar¨¢n, que participar¨¢ en el Eddie. ¡°En big wave gana quien surfea la ola m¨¢s grande en el momento m¨¢s cr¨ªtico, y con el mayor control, sin caerse¡±, apunta Ibon Amatriain. Y es que caerse es m¨¢s f¨¢cil que coger buenas olas, esas que siguen esperando en Haw¨¢i.
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