?Qui¨¦n es Jos¨¦ Mourinho?
Sus t¨ªtulos rutilantes en todos los clubes en los que entren¨® nos impidieron averiguar qui¨¦n era; hac¨ªan contraluz
Pasado el tiempo, los t¨ªtulos alcanzados por un entrenador empiezan a ser s¨®lo cuadros colgados de una alcayata en la pared. Te hacen pensar en la sala de espera del dentista, cubierta de insulsos diplomas. A t¨¦cnicos como Mourinho, sin embargo, les gusta detenerse a observarlos un rato cada d¨ªa, igual que si fuesen caravaggios,y pasarles el plumero para que no se pose el polvo. ¡°Esta Champions la ganaste t¨², Jos¨¦¡±, se dice mientras se?ala a la pared con nostalgia, ¡°y esta Premier, y tambi¨¦n esta Liga con el Real Madrid, ?la recuerdas?¡±. Si alguien preguntase ¡°?Pero qui¨¦n demonios es Jos¨¦ Mourinho?¡±, ¨¦ste sonreir¨ªa en silencio, le alcanzar¨ªa un papelito con sus t¨ªtulos, del que siempre lleva una copia en la carta, por seguridad, y al fin dir¨ªa: ¡°Lo pone ah¨ª¡±.
Nada m¨¢s aburrido y triste, no obstante, que un buen curr¨ªculo. Huele a ese ambientador de pino que los padres pon¨ªan en el espejo retrovisor. Me temo que apenas sirve para recordar que en una etapa de tu vida te fueron bien las cosas, y te dedicaste a coleccionar torneos, millones, y portadas de peri¨®dico. Pero esa no es la verdad de una persona. Pensar en toda la gloria alcanzada, despu¨¦s de muchos a?os, pone a uno bastante lac¨®nico, como si los ¨¦xitos tambi¨¦n sufriesen la erosi¨®n del tiempo, hasta que s¨®lo quedan en pie unas pocas piedras. El curr¨ªculo seguramente servir¨ªa para adivinar qui¨¦n es Jos¨¦ Mourinho si, despu¨¦s de explicar que entren¨® a Oporto, Chelsea, Inter y Real Madrid, contase que tal vez sufre insomnio, usa bat¨ªn de raso para andar por casa, y algunos d¨ªas flaquea en su vocaci¨®n y tiene que llamar a su madre, que le prepara su comida preferida para reconfortarlo.
En el instituto me toc¨® sentarme con un alumno que lleg¨® mediado el curso. Nadie sab¨ªa qui¨¦n era ni de d¨®nde ven¨ªa. Simplemente, un ma?ana apareci¨® de la nada, leyendo a Bukowski. ¡°Cu¨¦ntanos algo de ti¡±, le pidi¨® un profesor el primer d¨ªa. ¡°Me llam¨® Carrillo, y me han expulsado de los Maristas, de los Salesianos, de los Jesuitas y de los Escolapios, y por eso estoy aqu¨ª¡±, inform¨® orgulloso. De repente, todos tuvimos la sensaci¨®n de que nunca hab¨ªamos conocido tan bien a un desconocido. Sucede algo parecido con Mourinho. Sus t¨ªtulos rutilantes en todos los clubes en los que entren¨® nos impidieron averiguar qui¨¦n era; hac¨ªan contraluz.
Arrojado a la calle por Abramovich, y un poco tambi¨¦n por sus jugadores, que ni se han asomado a la ventana para decirle adi¨®s lanz¨¢ndole besitos con la punta de los dedos, ahora ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil acceder a su n¨²cleo. A solas, y derrotada, se conoce mejor a la gente. Ciertas biograf¨ªas ¨²nicamente se entienden del todo si incorporan esa informaci¨®n tenebrosa que no se recoge en los curr¨ªculos, y que es tan oscura que casi parece inventada. Me refiero a los equipos que te despidieron a mitad de temporada, o las discotecas en las que te proh¨ªben la entrada s¨®lo porque un noche destrozaste el local cuando un camarero se neg¨® a ponerte la ¨²ltima copa.
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