?Qu¨¦ tiene el Dakar?
Los pilotos participantes ni siquiera est¨¢n en condiciones de prometer a sus madres que regresar¨¢n vivos a casa
En el Rally Dakar nada es seguro, y esa incertidumbre sobre lo que puede suceder en la carrera es lo que fascina a sus participantes. No saben qu¨¦ les espera en cada etapa, ignoran si la moto o el coche aguantar¨¢n enteros hasta la meta, y a veces tambi¨¦n desconocen el camino que conduce a esa lejana llegada. Ni siquiera est¨¢n en condiciones de prometer a sus madres que regresar¨¢n vivos a casa. Pero, ?y qu¨¦? Un veh¨ªculo que pueda fallar y un desierto en el que puedan extraviarse, justamente constituyen todas las cosas seguras que estos aventureros le piden a la vida.
Son gente en su sana locura, para la que ninguna andanza se compara a la de cruzar las dunas en autom¨®vil, solitariamente, bajo un sol salido de una novela de Camus, ante el que hay tanta claridad que no se ve nada, s¨®lo la inmensidad. Saben que pueden morir, pero nunca lo han pensado. Casi nadie, en mitad de algo supuestamente divertido, se preguntar¨¢ si lo que hace le acarrear¨¢ la ruina. La gloria lo irradia todo. En ese sentido, el Dakar representa una mezcla descontrolada de placer y riesgo, en la que los pilotos se limitan a obedecer a sus obsesiones, como el capit¨¢n Ahab en Moby Dick.
El Dakar representa una mezcla descontrolada de placer y riesgo, en la que los pilotos se limitan a obedecer a sus obsesiones, como el capit¨¢n Ahab en Moby Dick
Pocos deportes se asemejan a este rally. Tal vez el m¨¢s parecido sea una pel¨ªcula de John Ford como La ¨²ltima patrulla, en la que un destacamento brit¨¢nico, durante la Gran Guerra, recorre el desierto de Mesopotamia. El oficial al mando muere abatido por un tirador oculto, y el sargento que lo releva conduce a sus hombres hasta una mezquita en ruinas. Los soldados van cayendo uno a uno a manos de un enemigo al que no ven. Lentamente, el temor se adue?a de los supervivientes, hasta que s¨®lo queda el sargento. Etc¨¦tera. A su manera, el Dakar es un laberinto inexpugnable, que siempre devuelve los golpes y engulle a todos los participantes menos a uno.
Desierto y coche, para huir de un mundo estable aunque aburrido, alimentan el mismo sue?o que el barco y el mar. La belleza aterradora de la arena y el agua contiene la posibilidad de perderse, que es uno de los juegos preferidos del ser humano, cuyo fin consiste en que los integrantes se busquen a s¨ª mismos para descubrir qui¨¦nes son, ad¨®nde van. Frente a la existencia arrellanada y blanda de los individuos que nos levantamos a las siete, desayunamos, acudimos a la oficina, y despu¨¦s de 10 horas regresamos, nos ponemos las zapatillas y nos sentamos ante la tele para hablar con nuestra pareja, como si hubiese algo de qu¨¦ hablar, el deporte de aventura se invent¨® para no ir nunca a la oficina y perseguir lo desconocido, y el Dakar ¡ªvaya uno a saber¡ª para regresar tard¨ªsimo al hogar.
Hace algunos a?os una periodista pregunt¨® a Bob Dylan, conocido por vivir en un movimiento perpetuo, y buscar en la interpretaci¨®n de cada canci¨®n algo distinto a lo que buscaba ayer, por qu¨¦ siempre estaba de gira. Dylan se tom¨® su tiempo y respondi¨®: ¡°?Qu¨¦ hay en casa?¡±
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