Uriarte gan¨® el pichichi en Nochevieja
El 31 de diciembre de 1967 el Athletic gole¨® (8-0) al Betis y el interior marc¨® cinco tantos; con esa ventaja se proclamar¨ªa m¨¢ximo goleador de la Liga a final de temporada
Aquel partido de fin de a?o, el 31 de diciembre de 1967, se presentaba duro para el Betis. Viaje largo, del Sur al Norte, un San Mam¨¦s embarrado, las uvas por fuerza en el tren de vuelta, y el precedente de que el Atl¨¦tico de Madrid se hab¨ªa llevado un 6-1 de all¨ª dos semanas antes, y eso que se present¨® como l¨ªder.
La noche del s¨¢bado, ya en Bilbao, los jugadores, en su mayor¨ªa sevillanos, contemplaban con aprensi¨®n la lluvia desde las ventanas del hotel. Alguno, para animar al resto, dijo: ¡°Tranquilos, Manolo es del Norte, ha jugado mucho por aqu¨ª. Es el ideal para frenar a ¨¦stos¡¡±. Manolo era Manolo Villanova, portero del equipo. No era exactamente de por all¨ª, sino de Zaragoza, pero hab¨ªa empezado su carrera por el Logro?¨¦s.
¡ªYa ves. Confiaban en m¨ª, ?y me llev¨¦ ocho! Claro que Uriarte estaba desatado entonces y aquella tarde se desparram¨® del todo. ??l solito me hizo cinco! Y eso que ya le conoc¨ªamos. En los saques contra el ¨¢rea pusimos a marcarle a Quino, que era el mejor de cabeza y de casi todo del equipo. Pero ni as¨ª¡
Uriarte (Fidel Uriarte Macho, natural, como Panizo, de Sestao, margen izquierda) fue un jugador grande. Todos sus contempor¨¢neos del Athletic le consideran el mejor de entre ellos. El propio Quino, desde su C¨¢diz actual, me sigue hablando maravillas de ¨¦l:
¡ªA m¨ª me gustaban mucho Vel¨¢zquez y Rexach, pero quiz¨¢ Pirri y Uriarte fueran los m¨¢s completos. Lo ten¨ªan todo: t¨¦cnica, fuerza, presencia¡Uriarte adem¨¢s hac¨ªa much¨ªsimos goles, sobre todo de cabeza. Ten¨ªa un salto tremendo y una gran zurda.
Y recuerda una an¨¦cdota:
¡ªEn la selecci¨®n juvenil coincidimos. Ya parec¨ªa un adulto. Nos pon¨ªan a comer en mesas de cuatro, con una botella de vino. ?l buscaba tres que no bebieran para hacer su mesa y se met¨ªa la botella entera ¨¦l solo, y como si nada.
Apareci¨® en el gran f¨²tbol de un modo llamativo. A¨²n estaba en edad juvenil cuando el club decidi¨® elevarle, junto a Aranguren, a la plantilla profesional, con la temporada 62-63 en marcha. Por entonces, subir a un juvenil al primer equipo exig¨ªa dos condiciones: que hubiera sido al menos diez veces internacional juvenil y que pasara examen m¨¦dico en la Federaci¨®n, para acreditar que reun¨ªa condiciones f¨ªsicas. Aranguren y Uriarte lo pasaron la tercera semana de septiembre del 62 y fueron declarados aptos. Aquello llen¨® a Espa?a de admiraci¨®n: ¡°Chicarrones del Norte¡±, se dec¨ªa. Esa misma semana, el domingo 22, Uriarte debut¨® en M¨¢laga, el mismo d¨ªa, por cierto, que lo hizo Ir¨ªbar, por lesi¨®n de Carmelo. Esper¨® en Madrid tres d¨ªas, entre el examen m¨¦dico y el paso del equipo para recogerle, en los que se enamor¨® de los bocadillos de calamares.
Nos pon¨ªan a comer en mesas de cuatro, con una botella de vino. ?l buscaba tres que no bebieran para hacer su mesa y se met¨ªa la botella entera ¨¦l solo, y como si nada"
No mucho m¨¢s tarde, el 6 de enero de 1963, le vi por primera vez, en el Bernab¨¦u. Di St¨¦fano compareci¨® bajo una gran pita porque hab¨ªa hecho un anuncio de medias Berkshire que indign¨® a la afici¨®n madridista. Bernab¨¦u tuvo incluso que pagar para que se retirase el anuncio, que se consider¨® un bald¨®n. Uriarte ten¨ªa que encontrarse en el medio campo con Di St¨¦fano, cuando ¨¦ste se retrasase. A?os despu¨¦s pude hablar con ¨¦l de aquel d¨ªa:
¡ªDi St¨¦fano, que pronto marc¨® un gol, me dijo luego: ¡°Chaval, t¨² juegas bien, pero eres m¨¢s de ataque. Mira, si t¨² no me sigues, yo no te sigo¡±. A m¨ª me pareci¨® un buen acuerdo, porque lo que me tiraba era el ataque. Y not¨¦ que cumpl¨ªa. As¨ª que le dej¨¦ tranquilo cuando arrancaba. Y, claro, nos meti¨® otro gol. Nos ganaron 3-2. Y la gente acab¨® aplaudi¨¦ndole.
En el quinto gol se lanz¨® en plancha a un centro de Rojo y lo cabece¨® a ras de suelo, patinando sobre la tripa con los brazos abiertos, como un hidroavi¨®n amerizando. Se pudo destrozar la cabeza en la cepa del poste
Para el Fin de A?o de 1967, Uriarte ya era un consagrado. No jugaba en la media, sino de interior, con llegada, era habitual de la Selecci¨®n. Aquella fue su gran noche: intervino en el primer gol, de Aranguren, e hizo el segundo, el cuarto, el quinto, el sexto y el octavo, de penalti, que le hicieron a ¨¦l mismo. Tres fueron de cabeza, dos de ellos en saque medido de Aguirre y cabezazo ganando a todos. El sexto, cuarto suyo, fue el m¨¢s comentado cuando TVE ofreci¨® el resumen: se lanz¨® en plancha, a un centro de Rojo al segundo palo, y lo cabece¨® a ras de suelo, patinando sobre la tripa con los brazos abiertos, como un hidroavi¨®n amerizando. Se pudo destrozar la cabeza en la cepa del poste. Aquellos cinco goles le colocaron con 15 en 14 jornadas, seis por encima de Luis y de Jos¨¦ Mar¨ªa, aquel gran extremo que se hizo en el Oviedo y que ya entonces era uno de los Cinco Delfines del Espa?ol.
Nochevieja feliz para Uriarte y triste para los b¨¦ticos. Villanova tuvo permiso para pernoctar en Logro?o, donde viv¨ªa su familia pol¨ªtica. Viaj¨® en tren y en la estaci¨®n le recogi¨® su mejor amigo de la ciudad, hincha de los bilba¨ªnos: ¡°?l estaba m¨¢s avergonzado que yo, casi quer¨ªa pedirme disculpas¡±.
El resto del Betis regres¨® en coche cama. Cada cual en su departamento, cabizbajos. Hasta que empez¨® a moverse algo aquello. Quino lo recuerda: ¡°Claro, primero uno, luego otro, empezamos a animarnos, a decir que lo pasado, pasado est¨¢¡¡±. Apareci¨® champ¨¢n que llevaba el tren, por el d¨ªa especial, las uvas, las caras cambiaron, hubo bromas, chistes, canciones¡ Los ocho goles quedaron atr¨¢s.
En Sevilla algunos a¨²n achacan aquellos ocho goles a la leyenda de que el viaje de ida fue dif¨ªcil, con aver¨ªas del autob¨²s, y a que el Betis lleg¨® tarde y cansado. Quino desmiente deportivamente esa versi¨®n: ¡°Nada, nada. El viaje fue bueno, dormimos en Bilbao. Nos metieron ocho por la cara, nos arrollaron. Estaban muy fuertes y el barro no nos iba nada y ellos se crecieron¡±. El Athletic de aquellos a?os se quejaba mucho de que en el Sur le esperaban con los campos muy duros, sin regar. Y en San Mam¨¦s se cobraba esa cuenta.
Di St¨¦fano le dijo: ¡°Chaval, t¨² juegas bien, pero eres m¨¢s de ataque. Mira, si t¨² no me sigues, yo no te sigo¡±.
Uriarte fue Pichichi ese a?o, con cinco goles de ventaja (los de Fin de A?o ante el Betis) sobre Luis. Curiosamente, ese jugador tan norte?o termin¨® su carrera en el Sur. El Athletic le dio la baja, al final de la 73-74. Ten¨ªa 29 a?os. Le dio la baja, pero le hizo un favor: el M¨¢laga se interes¨® por ¨¦l y el Athletic ocult¨® que ya le hab¨ªa anunciado al jugador la baja, cobr¨® al M¨¢laga cinco millones de traspaso y se los dio a ¨¦l.
Con el gesto, el club premiaba a un jugador tan noble que incluso acept¨®, cuando surgi¨® Clemente con 19 a?os y ¨¦l era ya figura, cederle el 10 y coger el 8 para que no hubiera pol¨¦micas. (Los clementistas lanzaron una campa?a, con pegatinas en los coches, reclamando: Clemente, el 10 del Athletic). Esos cinco millones m¨¢s los tres por temporada que recibi¨® de ficha, hicieron que ganara m¨¢s en sus tres a?os en el M¨¢laga que en sus doce temporadas en el Athletic. El ¨²ltimo lo jug¨® de l¨ªbero, dando salida al juego, y disfrut¨® otra forma de sentir el f¨²tbol.
Uriarte a¨²n sigue entre nosotros. Vive en Castro Urdiales, donde lleg¨® a ser concejal. A¨²n se le ve paseando por all¨ª, con una planta de futbolista que impresiona, pero siempre acompa?ado. Por desgracia, ya no puede recordar nada de esto. Pero aunque ¨¦l no recuerde nada, su recuerdo sigue muy presente en el f¨²tbol espa?ol.
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